EDITORIAL

Motos protagonistas de accidentes

En las últimas semanas, las motos parecen haberse adueñado de las calles y también de las noticias. Así se desprende de la serie de artículos e informes que tuvieron como eje a los conductores de estos vehículos y a los accidentes, muchos de ellos fatales, que protagonizaron.

 

En el hospital Cullen, el 70 por ciento de los accidentados son motociclistas; durante el año pasado, según datos del mismo centro de salud, se gastaron más de 8 millones de pesos en la atención de accidentados graves. A lo largo de 2010, el 32 por ciento de los muertos en accidentes de tránsito en nuestro país viajaba en moto. Las frases corresponden a otras tantas noticias periodísticas originadas en distintos puntos del país.

En suma, el relevamiento indica que un notable porcentaje de los motociclistas accidentados que ingresan al sistema de salud pública muertos o lesionados son jóvenes, al igual que los sobrevivientes con secuelas graves. Los datos y cifras son contundentes: los accidentes de tránsito representan en el país la primera causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 24 años.

El fenómeno encuentra su razón de ser en diversos factores económicos y sociológicos, vinculados también con las franjas demográficas y un fuerte componente cultural.

De modo que si el parque automotor experimenta un sostenido incremento que pone a prueba la infraestructura urbana y empeora a diario las condiciones del tránsito, puede decirse lo mismo del crecimiento de la cantidad de motos, con la incidencia de algunos factores específicos: sus costos de adquisición y funcionamiento relativamente bajos, y su accesibilidad para conductores jóvenes y con escasa experiencia de manejo. A esto debe añadirse, naturalmente, la extendida desconsideración hacia las normas de manejo en la ciudad -que, en el caso de las motos, se ve agravada por la maleabilidad del vehículo y su facilidad para realizar maniobras indebidas entre automóviles. Por último, y como un ingrediente específico, la peligrosa costumbre de las “picadas”.

Sin duda, los controles son fundamentales para desalentar cualquier comportamiento que ponga en riesgo la vida de los propios conductores y de sus conciudadanos. Y es evidente que la constatación periodística de un fenómeno que desde hace años desvela -literalmente- a los vecinos es un llamado de atención que no se puede desconocer.

Algunos avances en las normas merecen ser destacados, como la prohibición de vender motos sin el correspondiente casco y la necesidad de portar este elemento cuando se compra combustible.

También es necesario recordar que, en su momento, los controles exhaustivos que el municipio realizó en la vía pública lograron resultados positivos. Más allá de campañas de concientización, información y educación que promuevan resultados de fondo a largo plazo, mantenerlos y profundizarlos es vital, y ningún tipo de “relajamiento” temporario o permanente resulta aceptable.