Del unitarismo al transcendentalismo

Por Rolando Costa Picazo

El 15 de abril de 1862, Dickinson escribió una carta a Thomas Wentworth Higginson, iniciando así una correspondencia de veinticuatro años, hasta 1886, momento de la muerte de la poeta. Después de graduarse en la Divinity School (Escuela de Teología) de Harvard, Higginson fue pastor de un par de iglesias unitarias. El unitarismo, muy en boga en la Nueva Inglaterra de ese tiempo, era un movimiento racional liberal, basado en el pensamiento científico, que creía en Dios pero no en la teoría de la Trinidad, y se oponía a las ideas calvinistas de la culpa heredada, la pérdida del libre albedrío y el castigo eterno. El unitarismo era racionalista en extremo y buscaba aproximarse a un enfoque científico de la Biblia, que, según afirmaba, había sido escrita por hombres, por lo que no era infalible. Era importante como un manual de ética, no de teología. Los unitarios sostenían que Jesús fue un hombre, un líder grande y único, pero que no era divino; que su muerte en la cruz había sido inevitable por sus enseñanzas, peligrosas para su tiempo y su entorno, y por su forma de vida, pero no un sacrificio por los pecados de la humanidad; y que el cristianismo no es una serie de credos, sino una forma de vida. Creía, por otra parte, que la civilización estaba destinada al progreso. El unitarismo fue una fuerza importante en la vida intelectual de Nueva Inglaterra del siglo XIX y preparó el camino al transcendentalismo, movimiento literario-filosófico que exaltó al individuo sobre la sociedad y que reaccionó contra el unitarismo, en cierto sentido, al poner al sentimiento y a la intuición por encima de la razón, dado que recibió nuevas influencias del idealismo, el neoplatonismo y las religiones orientales. Su parentesco con el romanticismo se hace patente en la reverencia que rinde a la naturaleza y en una actitud panteísta. Emerson es el gran transcendentalista, el gran disidente de la religión ortodoxa, el gran defensor de los derechos individuales. Dice en Self-Reliance (un término típicamente estadounidense, de difícil traducción en español, que connota independencia y confianza en uno mismo): “Quien quiere ser un hombre, debe ser un inconformista... Nada es en última instancia sagrado, salvo la integridad de la propia mente”. Y luego: “Ser grande es ser incomprendido” (Essays, First Series 1841).

(De la introducción a “Oblicuidad de luz”, op. cit.).