editorial

Duplicaron las dietas en el peor momento

Eligieron el peor momento, pero de poco pareció importarles. Diputados y senadores de la Nación decidieron duplicar sus dietas, por lo que desde ahora el ingreso promedio de bolsillo de los legisladores oscilará en los 35 mil pesos, a lo que se le debe sumar el beneficio “por desarraigo” de 4 mil pesos que cobran quienes viven en el interior, más el dinero correspondiente a veinte tramos aéreos y otros veinte tramos terrestres para movilizarse desde y hacia la Capital Federal.

La medida llega en el menos propicio de los contextos, cuando la mayoría de los gremios que representan al sector público comienzan a negociar aumentos salariales con el gobierno central y los gobiernos de las provincias. Los empleados del sector privado iniciarán pronto el mismo camino.

Desde el gobierno se insiste en la necesidad de reducir las aspiraciones de mejoras salariales para empleados públicos. Se plantea, además, que se realizará un exhaustivo análisis de cada uno de los sectores privados para determinar qué aumentos serán homologados y cuáles serán rechazados. El objetivo de estas medidas apunta a enfriar las expectativas inflacionarias.

Si hasta ahora las paritarias se presentaban complicadas y con final incierto, la noticia de que los legisladores decidieron aumentar sus dietas en un 100% seguramente caldeará los ánimos y dificultará las negociaciones.

Pero eso no es todo. Diputados y senadores duplicaron sus ingresos en el preciso momento en que desde la Casa Rosada se intenta imponer el concepto de “sintonía fina”, por sobre el de ajuste de las cuentas públicas. Tanto es así, que el gobierno comenzó a avanzar en el recorte progresivo de subsidios, lo que provocará inevitablemente nuevos incrementos en las tarifas de los servicios públicos.

La suba de las dietas se concretó a partir de una resolución conjunta que firmaron a fines del año pasado el presidente del Senado, Amado Boudou, y el de Diputados, Julián Domínguez. Ninguno de los dos se encargó de hacer pública esta decisión, por lo que la ciudadanía en general toma conocimiento de los hechos cuando éstos ya fueron consumados.

Desde el Congreso de la Nación se argumenta que existía cierto descontento entre los legisladores, pues hacía tiempo que sus dietas no eran actualizadas y habían quedado congeladas en un promedio de 17 mil pesos -más los 4 mil pesos por desarraigo y el dinero de los pasajes para quienes viven en el interior. De esta manera, un diputado o un senador nacional estaban ganando menos que un secretario del Poder Ejecutivo o, inclusive, que un empleado jerárquico del Poder Legislativo nacional.

Se puede discutir si las nuevas dietas legislativas son exageradas o se adaptan a las posibilidades presupuestarias y a la responsabilidad que los cargos exigen. Es cierto que resulta, por lo menos, ilógico que un senador o un diputado de la Nación cobre menos que un empleado jerárquico del Congreso.

Sin embargo, el incremento de las dietas pudo haberse realizado en otro momento. Además, no existía urgencia alguna como para hacerlo abruptamente, sino que hubiese sido más razonable un incremento gradual o escalonado. Para la ciudadanía en general, será muy difícil asimilar la noticia.