Reunión con Guillermo Moreno y empresarios de Molinos Río de la Plata

Baucero asegura que no cerrará el molino arrocero de Romang

La empresa había anunciado en octubre de 2010 que concentraría en Entre Ríos la cadena de valor del arroz santafesino. Y que reduciría su planta de Romang al acopio. La historia puede tener otro final.

 
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Una escena de ayer, en un despacho clave del gobierno nacional. Junto al secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, el senador sanjavierino y los representantes de la empresa Molinos Río de la Plata. Foto: Gentileza Baucero

Luis Rodrigo

El senador provincial José Baucero cree que ha terminado una pesadilla para los productores de arroz de los departamentos costeros de San Javier y Garay, los 50 trabajadores empleados por Molinos Río de la Plata en Romang, y todos los costeros que viven indirectamente de ese emprendimiento fabril, y del noble grano blanco.

El optimismo del legislador sanjavierino tiene cifras y gestos que lo avalan. Dice que “la gran noticia es que desde ayer podemos decir que ya no hay ni vestigios de dudas: la planta de Romang no se cierra”.

Piensa que la negociación entre la empresa -por una parte- y el gobierno nacional, el legislador costero y un grupo de empresarios arroceros sanjavierinos -por otra- ha llegado a un punto que no tiene retorno: “O Molinos mantiene su empresa en funcionamiento y da marcha atrás con el cierre, o las instalaciones se venden a esos productores, con un préstamo del gobierno nacional, avalado por el Fondo del Bicentenario”, describe.

Baucero relató la reunión que ayer, presidida por el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, protagonizó junto a los productores sanjavierinos Rubén Favot y Hugo Bode, y con los representantes de la firma Molinos, Adolfo Aranguren y Sergio Fandiño.

Un plan B

La producción arrocera santafesina -que se desarrolló durante la segunda mitad del siglo pasado con políticas activas del Banco de la Nación y organismos técnicos como el Inta- vive una situación curiosa: buenos precios internacionales y rindes locales junto a una progresiva pérdida de la cadena de valor que procesa y comercializa el producto, que las principales firmas del país han trasladado a Entre Ríos.

La última mala nueva fue en octubre de 2010: Molinos Río de la Plata anunció que reduciría su planta de Romang al acopio y que desactivaría el proceso de descascarado, procesamiento y empaquetado con que cuentan las instalaciones, para llevar todo a la vecina provincia. Baucero confía en que, desde ayer, la realidad será otra.

Baucero recordó que en septiembre de 2010, antes de que en octubre Molinos anunciara públicamente su decisión de cerrar la actividad fabril, “nos pudimos reunir con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y ella nos delegó a llevarle el problema directamente a Guillermo Moreno. A él le comenté cómo venía el tema, y entonces aparecieron los productores y toda la comunidad del departamento, que se interesa en tener una ayuda del gobierno nacional para comprar la planta. Los fondos se comprometieron: la empresa dijo vale tanto, los productores hicieron otra oferta, más baja, y finalmente la Nación hizo un estudio del valor de las instalaciones y cotizó una cifra, que no se puede decir, pero que es importante”, en millones de dólares.

“La gran noticia que nos da la gente de Molinos es que ellos tienen un plan B, en caso que no se llegue a la venta. Ya tomaron la decisión de no cerrar la planta y seguir en la zona. En ese plan alternativo, ellos piensan adecuar los 50 trabajadores de la planta a todas sus funciones, sin subcontratar ni tercerizar más”.

“Hoy se trabaja en doble turno, con los silos llenos. Creo que se puede hablar de una marcha atrás desde aquella idea original de cerrar todo”, dijo Baucero.

“Con Moreno, gracias a Dios”

—¿Cómo es que de un año a otro, cambia tanto el panorama?

— Creo que todo cambió cuando apareció en la escena una posibilidad concreta de comprar la planta. Hay diez productores, con mucho coraje, que ponen sus campos y todos sus bienes personales, como garantías para un préstamo del gobierno nacional, que hacen una oferta para comprar la planta de Romang a Molinos Río de la Plata. Y me parece que ésa fue la evaluación que hizo, de alguna manera, la empresa.

—Entonces, lo que no quieren es que les salga un competidor...

—Es que tendrían a un gran competidor en la zona y ellos no estarían más aquí si vendieran... Es ése el nuevo elemento que explica el cambio de opinión de la empresa. Hay una actitud totalmente distinta. Llegamos a las primeras reuniones en Buenos Aires y enfrentábamos una actitud muy dura con los representantes de Molinos. Y ayer, sinceramente hemos terminado la reunión en el despacho del secretario de Industria de la Nación, Guillermo Moreno, muy emocionados, porque a mi humilde entender creo que se terminó el flagelo de la fecha de cierre de esta fuente de trabajo.

Esto es bueno que trascienda. Si se hubiera estado cortando la Ruta 1 o tomada la planta, algún quilombo, seguro que era noticia. Pero lo bueno es que la noticia es que la planta no cierra, sea porque Molinos -como parece- va a seguir con la plena actividad de la planta, o porque se concrete su compra por los productores.

—¿Cuál es la clave de la negociación?

—Acá hubo tres patas para sostener esta salida. Molinos, que aceptó que de vender tenía que vender todo, y no sólo la planta, porque quería quedarse con el acopio y vender sólo la planta (que descascara, elabora y empaqueta el arroz). Entonces aparecen los productores con la firme intención de comprar la planta y fortalecer el sector arrocero santafesino, luego, la tercera pata es la política: como senador por el departamento la llevé adelante y el gobierno nacional que tomó una decisión política de fondo. La presidenta me dijo que no iba a permitir el cierre de un sólo puesto de trabajo en Romang. Nos lo dijo en una entrevista en cuanto se anunció el cierre de la planta.

—¿Será que Molinos creyó que era cierto que iba a haber fondos para comprar la planta o evaluó que tenían que pulsear con Moreno?

—Es que el crédito está. Eso es así. Y gracias a Dios que tuvieron que pulsear con Moreno, una persona que es tan injustamente criticada y que ha sido quien nos ha permitido respirar. Hoy, Romang y San Javier pueden dormir tranquilos, la planta no va a cerrar: o la compran los productores, antes de fin de mes, o Molinos sigue con la producción sin desactivar sus procesos ni despedir a ningún trabajador directo.

Fue fundamental contar con un secretario como Moreno, no sólo distendido, estaba muy seguro y al tanto de todas estas cuestiones. Al terminar, la verdad, nos abrazamos todos para festejar que defendemos una empresa tan importante, porque en San Javier la ocupación no es lo que nos caracteriza.

75 %

del arroz que produce Santa Fe no se procesa aquí. Desde mediados de los ‘90 se va a Entre Ríos, donde se han instalado las grandes firmas que lo exportan o comercializan en el país.

25%

del arroz santafesino queda para su elaboración en la provincia. 5 de esos puntos porcentuales corresponden a pequeños emprendimiento y 20 a la planta de Molinos en Romang.

50 mil

hectáreas de los departamentos San Javier y Garay están dedicadas a la producción arrocera.

Imagen

Baucero trajo a El Litoral -en su cámara familiar- las fotos de la reunión con Guillermo Moreno, los productores agropecuarios de San Javier que ofrecieron comprar la planta de Romang y los representantes de Molinos Río de la Plata.

En el despacho de Moreno, de bellas y lustrosas maderas, con los habituales retratos de los líderes históricos del peronismo, los actuales del kirchnerismo, más un retrato de Gardel, y ocupa un lugar relevante -en las fotos de la camarita del senador- una imagen de la Virgen María.

“Es un santuario”, describió con fervor religioso el senador, que luego, entre risas, confirmó todo lo que rodea al mito del duro funcionario Guillermo Moreno. “Sí, sí, por supuesto, es todo cierto”, dijo.