Tribuna de opinión

Salud Mental, psiquiatras, leyes e instituciones

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“La nave de los locos”, de El Bosco da cuenta de las prácticas de la época respecto a la locura. Se los embarcaba y se los lanzaba al mar, sin dirección. Foto: Archivo El Litoral

Dr. Juan Carlos Liotta (*)

Desde que el humano se fue tornando humano, el fenómeno de la locura llamó la atención al conjunto gregario de éstos. Lo diferente, lo extraño, la manera de comportarse, de expresarse, lo transgresor, a veces lo agresivo, captó el interés de los brujos, de los sacerdotes, de los sabios.

Muchos pensaron que las manifestaciones provenían de la divinidad; otros del espíritu maligno. La locura motivó al artista, a los exorcistas, a las fuerzas de seguridad de todas las épocas. Hubo tiempos en que al loco se lo expulsaba de la ciudad; hubo prácticas, si nos hemos de fiar de un texto del 1400, luego consagrado en un óleo (“La nave de los locos”, de El Bosco) en que se los embarcaba, y se los lanzaba al mar, sin dirección.

Recién con la Revolución Francesa se le comenzó dar al alienado un estatuto en el marco de la salud, y se los separó del ámbito del delito. Luego el loco tuvo su lugar específico, que fueron los asilos de los alienados. Desde entonces hasta los tiempos que corren, la historia de la Salud Mental atravesó infinitos avatares.

La salud mental forma un compacto con la salud. Se podría decir que la salud del sujeto humano depende en todo de su salud mental. El cuerpo, objeto del interés de la medicina y materia de trabajo de los médicos, es el que recibe el impacto de lo emocional, y lo traduce en síntomas físicos.

La salud mental y su cuidado, es la más precisa manera de hacer prevención de las enfermedades del cuerpo. La medicina, quehacer del hombre que se ocupa de la salud y de la enfermedad, incorporó en su historia una mirada y una práctica a la que se llamó psiquiatría.

Así el psiquiatra tuvo su lugar en el concierto de los médicos. Y al espacio donde desarrolla su trabajo se le llamó hospital psiquiátrico. La medicina avanzó y la psiquiatría progresó, y la concepción de la salud se amplió, tornándose abarcativa de las correlaciones de la cultura y de la influencia de ésta en la constitución de las etnias, de las múltiples idiosincrasias y en la estructuración de la personalidad de los que conciertan los grupos humanos.

Ya el individuo no es una entidad aislada sino que se despliega en el marco de un tejido al cual él mismo contribuye a hilar. La psiquiatría pasó a ser una disciplina de la medicina, enriqueciéndola con una mirada filosófica, sociológica, histórica e introduciendo en el consenso la concepción de que el hombre es un sujeto, un sujeto del pensamiento, un sujeto que está inserto en un contexto bio-psico-social.

La presencia del psiquiatra humaniza la medicina, y se encuentra en constante acecho para que el axioma se efectivice. En la actualidad, no se concibe el abordaje de la enfermedad mental, sin el concurso de las distintas disciplinas ligadas al complejo bio-psico-social. De allí, que una clínica fundada en la medicalización, sería un retroceso conceptual y estratégico en el abordaje político.

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Hoy se impone una mirada multidisciplinaria, de un equipo operativo de profesionales de distintas áreas. Esos equipos deberían funcionar articuladamente con claras políticas del ejecutivo de Salud, ya sea en el ámbito nacional y/o provincial.

Deberían constituirse cuerpos colegiados, guardando celosamente las diferentes incumbencias de cada especialidad. Esos cuerpos colegiados deben ser coordinados por un miembro del equipo, y que pudieran alternarse en la función de organizador. Las incumbencias son específicas, y como se trata de un equipo de salud, el médico es el indicado para ordenar el abordaje.

Él es el responsable último del acto terapéutico. Toda acción de abordaje del equipo es un acto terapéutico, y es el médico, en este caso el psiquiatra, que por su formación biológica y psicológica, es el competente y último responsable de la acción. Nadie sino el psiquiatra (que se supone que debe estar debidamente formado en lo médico y psicológico) es el profesional idóneo para aportar una mirada clínica que incluya al cuerpo y a la psiquis del sujeto que demanda asistencia.

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Antes que sea demasiado tarde o no se entienda bien, el que suscribe piensa que el oficio de psiquiatra es ante todo una vocación, y que se ejerce como una profesión. Es por eso que pienso que un terapeuta psiquiatra, debe formarse específicamente en el arte de lo biológico, pero también debe introducirse en las profundidades del inconsciente, primero a través de su propio psicoanálisis, y luego por el estudio de las teoría psicodinámicas hoy vigentes.

La mala praxis recae solamente sobre el médico. Es el médico del servicio, que responsabiliza al jefe de sala, y éste al director del hospital. El peso de la ley no cae ni sobre un equipo, ni sobre el enfermero, psicólogo o abogado.

De suyo decimos que tanto la internación como el alta de un paciente, desde el punto de vista estrictamente médico, y médico legal, lleva siempre la firma del médico. Estas son a mí entender, instancias no contempladas, en las actuales legislaciones en nuestro país.

Se trata de errores graves cometidos por los comisionados de legislar, influenciados quizá por intereses corporativos. Asistimos a un vaciamiento del hospital público, en beneficio de los intereses del sector privado confederados en pules empresarios constituidos desde una perspectiva especulativa, expresión fiel del capitalismo liberal.

Se derrumbaron los “muros” de los hospitales psiquiátricos, promovido por las corrientes progresistas en el campo de la salud, donde el hospital sigue siendo el efector por excelencia. La Salud es Pública y el Estado debe preservar este bien estratégico.

Los hospitales generales deben poseer un servicio de Salud Mental, para evitar así la internación que cronifica. El hospital psiquiátrico está para la emergencia, y para los pacientes crónicos que hayan perdido lazos familiares.

Hay muchas otras formas modernas de abordaje de la Salud Mental, a través de instituciones intermedias. Inescrupulosos individuos (incluidos profesionales) abrieron “psiquiátricos privados”, no cambiando en nada la concepción alienista, y consolidando el poder hegemónico de la empresa, adoptando a la salud como una mercancía. De esa manera el Estado facilita la arquitectura de nuevas “Naves de los Locos” (stultifera navis).

(*) Médico Psiquiatra-Médico Legista, ex Director Provincial de Salud Mental y ex Director del Hospital Mira y López.