Al margen de la crónica

Cuidado: usted podría ser nomofóbico

El joven apretaba frenéticamente los botones y revisaba el aparatito cada cinco minutos. Aún cuando se encontraba en medio de una reunión. Y aún cuando sus socios le hablaban. No estaba sólo. Miles de personas más lo acompañaban en su actuar...

¿Cuánto tiempo podría tolerar sin su celular? Esta es la pregunta clave que define lo que los expertos en adicciones denominan como “nomofobia”, considerado como el mal del siglo XXI y una enfermedad en aumento en los últimos años.

Este desorden se identificó por primera vez en 2008. Su nombre proviene de la expresión en inglés no-mobile phobia (fobia a estar sin teléfono) y sirve para explicar el temor desproporcionado que sienten algunos usuarios cuando no están cerca de sus celulares.

Esta semana, un estudio reveló que en el Reino Unido ya la sufre el 66% de la población.

Tras encuestar a unas 1.000 personas, se constató que el 77% de los individuos con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años sufrían nomofobia, mientras que en la franja de edad que va de los 25 a los 34 años, la incidencia fue del 68%.

Es más, el sondeo descubrió que un 41% de los encuestados, cargaban con dos celulares para así nunca quedarse ‘desconectados‘.

Según la investigación, las personas que sufren este mal experimentan una gran ansiedad cuando se dan las siguientes situaciones: la pérdida del celular, batería o crédito agotado y la falta de señal.

Por otro lado, realizaron un identikit del nomófobo. Sostuvieron que suele ser una persona con baja autoestima, introvertido, y sin habilidades de afrontamiento. En su tiempo libre sólo usa el móvil, algo que va unido a la falta de otras actividades de ocio.

Según los expertos en adicciones, los principales síntomas de una persona nomofóbica son el miedo irracional a no disponer del celular, stress, inestabilidad, agresividad y dificultades de concentración.

Incluso existen personas adictas a tal punto, que llegan a notar ‘vibraciones del teléfono que no existen‘. No pueden imaginar salir a la calle sin su celular y, además, invierten un mínimo de cuatro horas diarias consultándolo por motivos ajenos al trabajo.

Paradójicamente, el estrés suele ser mayor cuando el celular se utiliza más para fines personales que laborales.

Todo esto, en el marco de un estudio que estableció que hacia el 2016 habrá más dispositivos móviles que personas, preocupa. Y principalmente plantea la duda acerca de si en un futuro próximo, los teléfonos celulares nos comunicarán o por el contrario, nos aislarán cada vez más.