al margen de la crónica

¿Dónde van los taxis cuando llueve?

La situación no es insólita: basta con que el cielo se encapote, o que caigan más de dos gotas, para que las calles santafesinas queden completamente desiertas de taxis.

El esperar durante más de cuarenta minutos un coche puede convertirse en un verdadero reto hasta para la persona más paciente. Y eso, si las telefonistas tienen la buena voluntad de atender. Ya que la mayoría de las empresas optan por la respuesta más sencilla, descolgar el teléfono y detener nuestras llamadas con el paredón infranqueable de un eterno tono.

Llegar tarde al trabajo, tener una emergencia o simplemente el deseo de asistir a cualquier lugar carece de importancia. Llueve, y esa es razón suficiente para que los taxistas nos tornen rehenes en nuestros propios hogares.

¿Por qué pasa esto? ¿Cómo convirtió en costumbre? Nadie lo sabe.

Para ser justos, hay que reconocer que esto no ocurre sólo en Santa Fe. Aunque en otros lugares, los gobernantes han tomado medidas para evitar que un par de gotas y el letargo de los taxistas nos “dejen a pata” en los momentos en los que más necesitamos un medio de transporte rápido, cómodo y eficiente.

Así por ejemplo, en Colombia, la Dirección de Tránsito y Transporte salió en defensa de los usuarios y manifestó “No existe explicación ni excusa para que los taxis se nieguen a prestar los servicios. Lo único comprensible es cuando presenten problemas mecánicos”.

Sin necesidad de ir tan lejos, en la provincia de San Luis, una ley establece una multa para aquellos que suspenden prestaciones como consecuencia de la lluvia.

A raíz de las denuncias que la Secretaría de Transporte recibió con respecto a las fallas que las precipitaciones causan en el servicio de taxis, se decidió penar a los choferes y empresas que dejan de trabajar para preservar el estado de sus vehículos.

Según se estableció, si bien no existe una norma que determine la obligación de trabajar los días de lluvia, los titulares de taxis deben prestar el servicio. Sólo pueden dejar de hacerlo por una causa válida, como inconvenientes mecánicos o choques, y en esos casos, solicitar una baja provisoria. Y se entiende que cuando un chofer no sale a trabajar para preservar el vehículo, está incumpliendo la normativa vigente.

De hecho, la Secretaría de Transporte envía inspectores para verificar si las agencias involucradas no atienden el teléfono o no envían móviles por la lluvia, por considerar que con esta medida violan las leyes vigentes.

Es comprensible que los taxistas quieran preservar el estado de su vehículo, pero en un escenario en que la tarifa es cada vez más onerosa, y desde el mismo momento en que se trata de un servicio público regulado, es fundamental la defensa del usuario, sobre todo cuando depende de algo tan básico como el transporte.