Al margen de la crónica

Los chicos confían más en Google que en sus padres

Lejos. Muy lejos quedaron las épocas en las que las tareas del colegio se hacían con un diccionario en mano, recortando fotos de revistas para chicos, y buscando datos en las enciclopedias.

Para quienes estamos en nuestros treinta años, la computadora con su novedoso Word, fue una gran ayuda a la hora de buscar prolijidad en la entrega de trabajos. Sin embargo, la averiguación de datos continuaba realizándose mediante entrevistas personales o visitas varias a la biblioteca de la escuela.

La llegada de Internet modificó radicalmente el proceso de aprendizaje, al colocar al alcance de un solo clic, toda la información necesaria y requerida por la maestra.

Sin embargo, no sólo el rol del docente y el papel antes imprescindible de los libros han cambiado con la invasión de la tecnología. Según parece, la importancia de la presencia de los padres también se ha visto disminuida gracias o por culpa- del Internet.

Efectivamente, un estudio británico de la ciudad de Birmingham demostró que el 54 % de los pequeños de 6 a 15 años prefieren consultar primero a Google, y luego a los padres y maestros.

La conclusión de dicha investigación fue contundente: a la hora de preguntar, los chicos confían más en el buscador, que en sus propios progenitores.

El mismo estudio afirmó que tan sólo el 19 % de los encuestados había utilizado un diccionario en formato papel. Y una encuesta anterior, reveló que 1/4 de los niños encuestados nunca habían visto una enciclopedia ni sabía lo que era. De hecho, al momento de responder qué era una enciclopedia, la mayoría se debatió entre dos opciones posibles: que era un medio de transporte o una herramienta utilizada en las operaciones.

Quienes utilizamos asiduamente el Internet, sabemos que si bien la información que contiene es mucha y variada, la mayoría de los datos que saltan en pantalla no son del todo confiables. Pero nosotros ya somos adultos. Hay un proceso de edición y análisis de la información que manejamos con soltura. Cosa que no sucede con los niños.

Son varios los docentes que se quejan del “copiar-pegar” aplicado cada vez con más naturalidad por los alumnos. Y esta falta de esfuerzo intelectual se nota, y mucho, en la manera de escribir y estructurar el pensamiento en niños y adolescentes.

¿Esto es responsabilidad de los padres, de los docentes o simplemente de los cambios que provoca la tecnología? ¿Deseamos un futuro en donde toda la información pase por una pantalla? ¿O vale la pena mantener ciertos procesos tradicionales y hacer lo posible por mantener vivo el formato papel?

Son preguntas a las cuales sólo puede responderse desde el seno del hogar y en función del mundo que anhelemos para nuestros hijos.