El temporal en la Costa

El panorama luego de la tormenta en la zona de la Costa quedó marcado por una gran cantidad de árboles caídos, cables de media y baja tensión sostenidos y enredados en las ramas, una decena de vehículos de la EPE que a media mañana iban y venían relevando los inconvenientes y las grúas que intentaban poner orden para restablecer el servicio que se cortó a la madrugada. Así se veía hasta el kilómetro 13 de la Ruta Nº 1 en jurisdicción de Arroyo Leyes.

La peor parte se la llevaron algunas viviendas. En el Callejón Puerto Palacio, a 300 metros hacia el oeste del kilómetro 10.5 -en jurisdicción de San José del Rincón-, el viento arrancó limpio el techo de una casa, dejó las chapas y los tirantes a 50 metros hacia el norte de la construcción y clavó prolijamente uno de los tirantes en la arena de la cuneta.

Con los brazos en jarra a la altura de la cintura y los ojos irritados Adriana Masjoan miraba su vivienda y repetía en voz alta: “esto es insólito”. A las 5, las explosiones de los vidrios, el barullo de las cosas que se desprendían del piso y volaban despertó a la familia. “Cuando me asomé al comedor el techo no estaba”, recordó.

En el patio, había tirada de costado una jaula con cardenales que cuando la colocaron “la tuvieron que levantar entre cuatro personas”. El tanque de agua de 1.000 litros quedó hecho añicos contra una pared del norte.

Lo realmente insólito fue lo que pasó con el gallinero que, a pesar de estar a poco metros de la vivienda, quedó intacto.

En el kilómetro 9, en el Pasaje Vega, las familias Burnes, Núñez y Vega quedaron sin salida. Es que dos eucaliptos se vinieron abajo e interrumpieron el paso hacia la ruta. Uno de los árboles dio contra la primera de las viviendas y le provocó serias fisuras en una de las paredes.

A pocos metros de la margen derecha de la Ruta Nº 1, Diego Sánchez estaba juntando las chapas de su casaquinta ubicada en calle Sara Inés Matiolli. El hombre no podía ni hablar de la conmoción que le causó ver el estado en que quedó la vivienda que terminó de construir en enero. Sólo alcanzó a decir que no había pasado la noche allí, mientras contemplaba los tirantes de hierro que colgaban de un árbol como cordones. En general, las viviendas afectadas no tenían resguardo de árboles.