Atlético de Rafaela

Del sueño a la pesadilla

Del sueño a la pesadilla

Mal momento. Atlético debe ganar para salir de la zona de descenso directo. Mañana tendrá un compromiso determinante ante San Lorenzo. Foto: M&G Fotografías

 

Tras un año y medio en el que disfrutó de las mieles del éxito deportivo, un baño de realidad parece haberse apoderado del pueblo albiceleste rafaelino que mira con desconcierto y angustia la realidad de un equipo que hoy no parece tener las respuestas futbolísticas y anímicas para superar la racha negativa que lo ha sumergido en la zona roja del descenso. El equipo juega mañana.

Juan Carlos Scalzo

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Rafaela (Corresponsal)

Una mezcla de abatimiento y hasta irritación se apodera, por estos días, de los hinchas de la Crema y nadie sabe ni puede explicar, a ciencia cierta, los motivos de semejante desmoronamiento que, en pocos meses, los hizo pasar de la excitación de estar encaramados en las primeras posiciones, en la primera mitad del Apertura, a esta apremiante situación con el promedio, a sólo seis fechas de comenzada la segunda mitad de la temporada.

Para entender, un poco, la realidad de este Atlético enfermo dentro de la cancha, hay que leer la historia clínica completa, analizar algunos episodios y no hacer un diagnóstico por los síntomas actuales.

En primer lugar, hay que recordar que la Crema encaró la Primera División con la base del mismo plantel, sin incorporaciones resonantes -excepto la de Darío Gandín- y está conformado por la mayoría de elementos formados en el club que venían de ganar el paso a Primera holgadamente, con un técnico que estaba trabajando desde hacía dos años y que conocía, acabadamente, cómo “sacarle el jugo” a este grupo de jugadores.

La marcha arrolladora que el equipo tuvo en el último tramo del torneo hizo, tal vez, magnificar el potencial del equipo y Carlos Trullet se aferró al esquema y, prácticamente, a los mismos titulares hasta el final de su ciclo como DT. El viento de cola del arranque, con una buena dosis de azar, pero también con un juego ordenado y casi “de memoria”, disimularon las limitaciones.

Lo concreto es que con el correr del torneo, Atlético fue perdiendo, paulatinamente, todo funcionamiento, en gran medida por la notable caída en el rendimiento individual de sus jugadores más dotados, al mismo tiempo que los rivales le fueron tomando la mano y Trullet no pudo encontrar las variantes para revertir la pobre labor del equipo y no le dio oportunidades de rodaje a quienes llegaron como refuerzos a principio de temporada, ni a los “chicos” del club al haberse aferrado a los jugadores que tantas satisfacciones le dieron en la B Nacional.

Con la imposibilidad de conseguir regularidad y resultados, Atlético fue cayendo, lentamente, en un gran bajón anímico y sobre el final del Apertura estaba claro que la gran falencia del equipo pasaba por la mitad del terreno, que daba todo tipo ventajas a la hora de contener y serios problemas en la creación de juego.

Dirigentes y cuerpo técnico lo entendieron así, pero mientras los encargados del fútbol priorizaron fortalecer también a la ofensiva, Trullet defendió a rajatabla la necesidad de apuntalar la defensa. Se encontró una solución “salomónica”: se repatriaron a Lucas Bovaglio, para complacer al “Cabezón”, y a César Carignano, para el gusto de la dirigencia.

El hecho demostró que se minimizó la situación y se incurrió en una mala lectura de la realidad porque se confundieron las pobres actuaciones de las últimas fechas con una racha negativa que, en algún momento, “iba a pasar”.

El resultado no fue el esperado porque ni el defensor le dio la personalidad que el entrenador pretendía para el fondo ni el ex Colón le aportó algo a la ofensiva, en tanto que el mediocampo siguió penando su menesteroso funcionamiento.

Transcurridas las primeras fechas del Clausura, el paupérrimo momento de la Crema no se modificó y el reflejo fue un equipo sin rumbo dentro de la cancha, con rendimientos individuales bajísimos y fuertes cuestionamientos hacia Trullet por su obstinación de mantener a algunos jugadores a los que la parcialidad reclamaba se le diera un “descanso”.

El proceso hizo eclosión tras perder dos partidos en tiempo de descuento (All Boys y Olimpo) y la siempre traumática derrota frente a Unión que trajo como lógica consecuencia el despido del entrenador que le dio la gloria y la debacle, para así descomprimir la situación.

La era Forestello

El “Yagui” se hizo cargo de un “hierro caliente”, pero no dudó, ni un instante, en venir a dar una mano a un club que le prodiga un manifiesto afecto y con el que se consagró como ídolo en la campaña 2003-2004, cuando fue el goleador de un equipo que ascendió por primera vez a la máxima categoría del fútbol nacional.

En sus primeros días de trabajo intentó inyectarle una gran dosis temperamento a este alicaído grupo, que venía de perder tres partidos consecutivos, al tiempo que centró todo su esfuerzo en un esquema que mantenga “el cero” en su arco, intentando corregir los preocupantes desacoples del andamiaje defensivo.

Consciente del momento, tuvo claro que no podía intercambiar golpe por golpe con sus rivales y trató de buscar un mayor orden y equilibrio. Algo de esto se vio en los primeros 20 minutos contra Newell’s, aunque luego del gol leproso se derrumbó estrepitosamente en lo anímico y volvieron a aparecer los fantasmas con esa exasperante sensación de impotencia que exterioriza el equipo ante la adversidad.

A pesar de todo, Forestello parece convencido de sus posibilidades para cambiar esta historia y demuestra tener la capacidad necesaria para hacer una buena lectura de la situación, al menos en sus declaraciones luego del deplorable partido en el Parque de la Independencia y en el trabajo de esta semana, que desde lo emocional lo muestran entero y esto es una buena noticia dentro de la confusión que vive el equipo.

De todas maneras, no se puede afirmar que esta actitud del DT y los recursos con los que cuenta alcanzarán para revertir la situación que, hoy por hoy, se proyecta como un muy posible retorno a la B Nacional.

Otro debate que reapareció en los últimos días, tras la magra actuación del equipo el fin de semana pasado, es el de la continuidad de algunos jugadores entre los titulares y a pesar de que se esperaba que a Forestello no le iba a temblar la mano para reemplazar a algunos nombres, que están en la gloria pero forman parte del pasado de Atlético, para lograr un producto más digno, el Yagui mantendría a casi todos los jugadores cuestionados contra San Lorenzo.

Se viene un partido muy bravo por el descenso contra el Santo de Boedo y, a pesar de tener un semblante muy demacrado, no será el punto final aunque se está parado en el borde. De todas maneras, los más esperanzados recuerdan que todavía restan trece fechas para pelear por mantener la categoría y sólo los separan dos puntos de Unión y tres de San Martín de San Juan.