Tribuna de opinión

Malvinas: un reclamo legal

Prof. Alberto Prieto

El pasado 23 de febrero un grupo de intelectuales emitió un documento público en el que denuesta la actitud argentina de reclamar la soberanía de las islas Malvinas y acusa al gobierno de patrioterismo y fomento de un clima de agitación nacionalista.

Corresponde responder a esas imputaciones con algunos relatos documentados, haciendo constar que “patrioterismo y agitación nacionalista” son términos usado con frecuencia para descalificar a quienes desde el gobierno de turno y el campo ciudadano abogan por un reclamo legal que es reconocido por las Naciones Unidas, sin desconocer que desde el gobierno se puedan ocultar otras intenciones para distraer al pueblo de los problemas que afrontamos. Pero no es menos cierto que existe una resolución de las Naciones Unidas que conmina a argentinos y británicos a tratar el tema, a lo que los ingleses se oponen sistemáticamente.

La publicación crítica habla de los derechos establecidos en la Constitución Nacional reformada en 1994, como la “autodeterminación de los pueblos y la imposición de la soberanía”. Al respecto conviene aclarar que la “autodeterminación” es aplicable a los pueblos oriundos que fueron conquistados por otras naciones, violando sus orígenes y cultura, y lo mismo cabría para “imposición de soberanía” y “respeto a sus modos de vida”.

Es que los malvinenses no son oriundos del archipiélago. Los actuales habitantes fueron introducidos por el Reino Unido luego del acto de usurpación violenta del 2 de enero de 1833. De modo que resultaría ridículo consultarles a que país quieren pertenecer.

A partir de 1492 existen numerosos relatos de avistamiento de las islas, y la mayoría contienen errores de coordenadas geográficas, de mapas y derroteros, por lo que no son confiables.

Lo real y comprobado fueron los viajes del soldado francés y luego marino, Luis Antonio de Bougainville, quien entre 1763-67, estableció en Malvinas una colonia constituida por veintiuna personas entre las que había cinco mujeres y tres niños, población que aumentó a ochenta en un segundo viaje.

Mientras preparaba una tercera expedición, Francia recibió una formal protesta del gobierno español por la ocupación de las islas, reclamo por lo que Bougainville recibió del ministro francés la orden de levantar la colonia y restituir las Malvinas a España, orden que acató expresando: “España reivindicó estas islas como una dependencia del continente de América meridional, y habiendo sido reconocido su derecho por el rey, recibí orden de devolver nuestro establecimiento a los españoles y de marchar a las Indias orientales”.

Los acontecimientos europeos del siglo XVIII, con la secuencia de la Revolución francesa (1789-99); la caída de las monarquías absolutistas y la expansión del Bonapartismo; y, en América, la independencia de los Estados Unidos (1776), cambiaron el mapa político mundial, y los británicos, habiendo perdido las colonias norteamericanas se dispusieron a buscar nuevas tierras para colonizar en el continente sudamericano.

A ello se debieron las invasiones inglesas de 1806-08, y ante su fracaso, la insistencia en Malvinas, pese a que España había mantenido colonia y gobernadores en el archipiélago desde la devolución de Bougainville.

Después de la revolución de Mayo de 1810, las Provincias Unidas entraron en luchas internas que retrasaron la organización política no obstante lo cual, en 1820, el marino norteamericano Cap. David Jewweth, con patente de corso otorgada por el gobierno de Buenos Aires, arribó con la fragata Heroína a las islas Malvinas y expulsó a los barcos ingleses y norteamericanos que, diseminados en el archipiélago, depredaban la fauna y los recursos naturales.

Durante el gobierno de Martín Rodríguez se emitieron dos decretos con fecha 10 de junio de 1829. Uno creó la comandancia política y militar de las Malvinas; el otro se designó a Luis Vernet comandante con autoridad sobre las islas Malvinas y las adyacentes al cabo de Hornos en el Mar Atlántico.

Luis Vernet, haciendo uso de las prerrogativas que le otorgaba el decreto, obró con autoridad expulsando a los loberos norteamericanos, lo que motivó la intervención del cónsul de ese país en Buenos Aires, Jorge Slacum, quien extralimitándose en sus funciones consiguió la intervención de la nave de guerra Lexington, la que enarbolando bandera francesa y no la propia, pudo ingresar a puerto y atacó con saña la colonia, destruyendo fuerte y caserío, matando y tomando prisioneros. Esa actitud fue denunciada por el gobierno de Buenos Aires en una proclama firmada por Juan Ramón Balcarce y Manuel J. García, comunicándose a su vez la suspensión de la relación oficial con el cónsul, lo que permitió superar el conflicto.

Encontrándose Vernet en Buenos Aires, fue designado interinamente el sargento mayor Francisco Mestivier Comandante Civil y Militar de Malvinas, por decreto del 10 de setiembre de 1832 de Juan Manuel de Rosas y fue en ese interinato cuando se produjo la usurpación británica llevada a cabo por el comandante J.W. Onnslow al mando de la corbeta Clio, el 2 de enero de 1833.

A partir de ese acontecimiento, nuestro país no ha dejado de reclamar la devolución de las islas ante el Reino Unido de Gran Bretaña y los organismos internacionales.

Existen testimonios de algunos funcionarios ingleses en favor de la restitución de las islas, como el de sir Willian Maleswoth, quien en 1848, al considerarse en el Parlamento Inglés el presupuesto de las colonias inglesas manifestó: “Decididamente soy de parecer que esta inútil posesión se devuelva desde luego, al gobierno de Buenos Aires que justamente las reclama”.

Recientemente se han alzado en el mundo entero otras voces de personalidades de la cultura y la política, tanto europeas y latinoamericanas, en apoyo de nuestro reclamo, por lo que resulta, por lo menos desafortunada la declaración de los intelectuales.

- Fuentes de consulta: Toda la historia de las Malvinas: Edit. Tor. E.M. Danero. 1946.

La pugna por las islas Malvinas. Julius Goebel (Hijo). Ministerio de Marina. Imprenta ABACo. 1950.

Malvinas: un reclamo legal

Atlántico sur. Contra el fondo marino, la clásica silueta de las islas se recorta en esta imagen satelital. Foto: Archivo El Litoral