Mugni, el pibe al que todos esperaban

La pelota no se moja

La pelota no se moja

El grito sagrado

Ya arma la carrera del festejo el habilidoso Lucas Mugni, después de marcar con mucha calidad el 3-0 a Independiente. Se sacó la camiseta, la revoleó y le dedicó el gol a los hinchas bajo la lluvia. El pibito es sabalero desde la cuna y llegó al club desde muy chico. Foto: Pablo Aguirre

Pasó por todas: de estar en el plantel a “bajar” a la Liga. Ahora, el zurdo se dio cuenta de que el tren no pasa todos los días. Eso sí, ayer se subió y fue el maquinista de Colón.

 

Darío Pignata

[email protected]

Tiempos donde nadie escucha a nadie. Tiempos de todos contra todos. Tiempos egoístas y mezquinos. En medio de la tormenta, Colón descubrió el sol en los pies del chico Lucas Mugni, un típico enganche en un club que —hasta la llegada de Gracián— pareció prescindir de esa figura. Sabalero de toda la vida, de esos que llegan al club cuando los primeros años lo dejan en un punto medio entre dejar el chupete y comprar los primeros botines. De cuna humilde, cumple la ley del habilidoso en el anecdotario popular: “¡No sabés lo que juegan los hermanos de Mugni!”.

En medio de tantas cámaras, micrófonos y fotos, la figura sabalera dejó una frase que habla a las claras de su crecimiento o madurez: “Me di cuenta de que jugar en reserva no es sólo jugar en reserva, sino es aprovechar la oportunidad de avisarle al técnico de arriba que quiero jugar en Primera”.

Como tantos pibes, del fútbol y no del fútbol, cometió pecados de juventud. ¿Quién no los cometió?, bien vale preguntarse. Por eso estuvo antes en el plantel, bajó, volvió a ser tenido en cuenta y ahora está dispuesto a defender con gambetas, pisaditas y una zurda furiosa esta nueva oportunidad.

Seguramente recibió, en su momento, un par de tirones de orejas de los más grandes, que con buena leche quisieron transmitirle la experiencia para no repetir errores comunes en jugadores que vienen desde muy abajo. Mucho más si se trata de jugar con la camiseta del club que uno ama.

Por eso, la caricia de zurda a la pelota bajo la lluvia, la corrida, el festejo y el revoleo de la camiseta al aire de Lucas Mugni fue lo mejor que le pasó a Colón en los últimos tiempos. No se trata de quitarle importancia al valioso gol de Chevantón o al otro gol de Moreno que parece más delantero que volante en la estadística. Pero cuando Colón gana con un gol de un chico formateado en las inferiores, que llega de chiquito, que lleva el rojinegro en la sangre y que siente la camiseta como el que está en la tribuna, nadie puede negar que tiene otro gustito. Es más lindo, es mejor.

La expulsión de Fuertes en el Gasómetro lo “obligó” a Sensini a sacrificarlo hace una semana al pibe, que se quedó en los vestuarios cuando estaba haciendo un buen juego frente a San Lorenzo. Pero ayer no hubo más postergaciones, con un agregado importante para cualquier habilidoso: Lucas no ahorró sacrificio, ni ganas, ni despliegue cuando hubo que “pelear” bajo la lluvia.

Fue determinante en la administración de las pelotas previas en los dos primeros goles: en el primero, viendo pasar a Graciani; en el segundo, limpiando la bocha para la pegada de Moreno. Y en el tercero dejó en claro el ciento por ciento de ADN de cualquier zurdo habilidoso: la puso contra el piso, al lado del caño, inatajable para cualquiera.

Pero, más allá de su gravitación en los goles, Mugni fue el epicentro de un saludable circuito futbolístico de toques cortos con Higuaín y Moreno. Sirvió al equipo y sirvió como premio para tanto amor incondicional de esos varios miles de sabaleros que se mojaron pero nunca dejaron de cantar bajo la lluvia. A la gente siempre le gusta que aparezca un atrevido para pisarla, hacer un “chicle” o tirar un caño.

Los chicos de las divisiones inferiores de Colón tienen, de un tiempo a esta parte, condiciones ideales de supervivencia. No les falta nada de nada. Tomemos la última camada: Curuchet, Luque, Alario, Graciani, Mugni. A todos les sobra capacidad técnica y se nota que están bien “pulidos”. Pero el click lo tienen que hacer los pibes en su cabeza, desde la actitud y la personalidad. Y entender, como le pasó a Mugni, que no siempre el tren pasa dos veces, aún admitiendo como natural los pecados de juventud.

Para “ayudar” a los chicos en esos momentos marginales, cuando un futbolista de inferiores siente que es “Dios” porque lo llaman de arriba, sumar a consejeros como Gabriel Omar Batistuta o el “Pato” Fillol debiera aprovecharse en Colón como un plus envidiable para otras instituciones.

Lucas Mugni no iba a crecer con la pelota si antes no maduraba de la cabeza. Insisto en la frase que dijo ayer el propio pibe, buscado por todos: “Me di cuenta de que no era jugar en reserva por jugar en reserva, sino mandarle mensajes al técnico de arriba pidiendo pista en Primera”. Hizo el click, se notó. Cuando hay ganas, siempre se puede. Pudo Mugni, jugando fútbol de potrero en medio de la lluvia torrencial. Es que con jugadores así la pelota no se moja.

 

5

Amarillas

Son las que acumuló el “Polaco” Adrián Bastía con la tarjeta de ayer, justo “debutando” con la cinta de capitán en reemplazo del expulsado Esteban Fuertes. Por lo tanto, se perderá el próximo partido, que será el domingo a las 17.15 con San Martín de San Juan, en el Hilario Sánchez.