Cumbre de las Américas

Una cita inevitable pero con fuertes retos para Obama

Silvia Ayuso

DPA

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sabe que cuando llegue el próximo viernes a la colombiana Cartagena de Indias el recibimiento de sus colegas latinoamericanos no será, ni de lejos, igual de caluroso que en la anterior Cumbre de las Américas, tres años atrás, en Trinidad y Tobago.

Demasiadas cosas -o demasiadas pocas, a juicio de algunos- han pasado en este tiempo para rebajar sensiblemente la ilusión que generó el en aquel entonces flamante primer presidente afroamericano de la historia.

Obama llegó a Puerto España con una presidencia recién estrenada tras una campaña que llenó de esperanza de cambios a buena parte del mundo, no sólo a Latinoamérica, como demuestra el Premio Nobel de la Paz que se le concedió a finales de ese mismo año.

Y su mensaje de una relación de ‘iguales’ basada en el ‘respeto mutuo’ caló profundamente en unos mandatarios regionales que aún trataban de sacudirse la histórica imagen de un presidente estadounidense tratando de dictarles lo que deben hacer.

Pero tres años son mucho tiempo, sobre todo cuando un presidente trata de sacar a su país de una crisis económica y de dos guerras pendientes, y Obama, ahora inmerso en sus intentos de ser reelegido, no ha sabido o no ha podido enviar un mensaje de cambio contundente a la región, pese a la gira por Brasil, Chile y El Salvador que realizó en 2011.

El mandatario tiene motivos de sobra para no querer -o no poder- perderse la que podría ser su última gran cita hemisférica: desde la necesidad de afianzarse en una región que constituye uno de los principales mercados de Estados Unidos frente a la cada vez mayor influencia china, hasta por cuestiones de seguridad, con la creciente amenaza del crimen organizado y el narcotráfico expandiéndose por los países latinoamericanos.

‘Necesitamos a la región’, reconoció recientemente el coordinador de la Cumbre de las Américas del Departamento de Estado, John Feeley, para quien además Cartagena constituye la cita idea para ‘profundizar las asociaciones’ con la región, planteadas en Trinidad.

Pero para ello, Obama tiene que buscar el modo de dirigir el diálogo en Cartagena hacia temas como ‘educación, integración, conectividad, todo el tipo de cosas en las que Estados Unidos tiene mucho que ofrecer a América Latina y donde hay mucho terreno en común entre un amplio grupo de naciones’, advirtió la experta en asuntos latinoamericanos del Council of Foreign Relations (CFR) Shannon O’Neil en conversación con periodistas de cara a la cumbre.

Algo que requerirá sin embargo de Obama una gran habilidad para sortear, en las algo más de 48 horas que permanecerá en el balneario colombiano, no pocos desafíos.

Unos retos que, además, empezaron a quedar patentes semanas antes de la cita colombiana.

La primera crisis surgió con la demanda, iniciada por Ecuador, de que Cuba, la eterna piedra en el zapato estadounidense de cara a América Latina, fuera invitada a Cartagena.

Washington se opuso frontalmente y Colombia, de mano de su propio presidente, Juan Manuel Santos, tuvo que emplearse a fondo para evitar que su cumbre fuera boicoteada por demasiados países en apoyo a Cuba.

Aunque está claro que Cuba seguirá siendo uno de los principales temas de Cartagena y que América Latina pretende reclamar con voz casi unánime que ésta sea la última cita hemisférica sin la isla (si bien eso también se dijo ya en Trinidad), a juicio de O’Neil, Obama ya ha logrado desactivar al menos en parte el ‘desafío cubano’.

‘Obama no tendrá que someterse en la cumbre a una sesión de fotos con Raúl Castro, algo que realmente era un imposible en un año electoral’, resaltó O’Neil.

Otro reto estará en la planteada discusión sobre las drogas que llevará el presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina.

Estados Unidos ya ha dejado claro que se opondrá a cualquier movimiento tendiente a despenalizar o legalizar la droga, pero -aunque a regañadientes- se ha declarado dispuesto al menos a sentarse a la mesa a discutir el tema en Cartagena, algo que según observadores es, cuanto menos, digno de resaltar.

Estados Unidos ‘tiene que ser percibido como dispuesto a escuchar puntos de vista alternativos, y en una audiencia con muchos jefes de Estado de la región’, corroboró O’Neil.

‘Reconocemos que el debate es legítimo y estamos dispuestos a participar en el debate, lo cual no significa que vayamos a dejarnos convencer, la legalización no está en discusión en Estados Unidos, pero estamos interesados en escuchar a otras naciones’, aseguró al respecto Feeley durante un encuentro preparativo de Cartagena.

Si será o no suficiente es algo que se verá este fin de semana en Cartagena. Allí, Obama verá bastantes caras conocidas -algunas recién encontradas, como la de la brasileña Dilma Rousseff o el mexicano Felipe Calderón- y otras nuevas, y tendrá oportunidad de renovar unos votos hacia una región que sin embargo ya no está dispuesta a creerle todo.

Una cita inevitable pero con fuertes retos para Obama

V Cumbre de las Américas de 2009 en Trinidad y Tobago. Obama junto a los expresidentes Elías Saca, de El Salvador y Tabaré Vásquez, de Uruguay; y los presidentes Rafael Correa, de Ecuador y Hugo Chávez, de Venezuela. El presidente estadounidense sabe que en la próxima reunión, el recibimiento de sus colegas latinoamericanos no será igual de caluroso. Foto: Archivo El Litoral