Desde Anello a Spahn, pasando por Casabianca, Corral, Malvicino y tantos más...

Nombres propios y su GENTE

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La caravana de anoche, haciendo la previa a la llegada del festejado 15 de abril. Hubo una multitud en la puerta del club. Foto: Mauricio Garín

El color y el calor tan propio de la hinchada tatengue, fiel seguidora en estos 105 años de existencia.

Foto: Mauricio Garín

Grecco, Pichón Vitale, Luque, Madelón, Alí, el Loco Marzo, Pumpido, Trullet y esa lista interminable que hizo vibrar a lo mejor que tiene Unión y lo que lo hizo grande en serio: su hinchada.

 

Enrique Cruz (h)

Algunos momentos fueron muy buenos y de esplendor; otros no tanto y sufriendo penurias deportivas. Así han sido estos 105 años de vida de Unión, con una historia similar a la de cualquiera de esas instituciones que nacieron con el comienzo del siglo pasado y que se convirtieron en privilegiadas destinatarias de la pasión de su gente.

Francisco Anello fue uno de los presidentes que más se recuerdan de aquellos primeros años. Soñador profundo, fue quien tomó decisiones trascendentes en la vida del club, como ser el encargado de llevar la cancha a su actual emplazamiento, allá por 1929. Luego llegaron otros que, por diferentes razones, quedaron grabados en la memoria popular. Esteban Yebra fue quien estuvo tan cerca de conseguir el ascenso en esa histórica campaña de 1949 y, más adelante en el tiempo, en 1963; Mario Iparraguirre le dio un fuerte empuje en lo que se refiere a obras y es el hombre que inauguró la pileta que se convirtió en ejemplo durante tanto tiempo; el recordado Alejandro Ulla se dio el gusto de ser jugador, director técnico y presidente, transformándose también en un referente histórico y en un hombre de reflejos claros y precisos para tomar decisiones o aportar sugerencias hasta el mismo momento de su muerte; el doctor Marcelo Casabianca, gestor del histórico e inolvidable ascenso de 1966; el doctor Super Manuel Corral con esas inolvidables campañas en 1975 y 1979; el escribano Rubén Neme, hombre del riñón de Corral, que supo capear temporales cuando el club entró en crisis deportiva y económica en 1977, armando los exitosos planteles de 1978 y el año siguiente; y más acá en el tiempo, los recientes e inolvidables Ángel Malvicino o Juan Leonardo Vega, el único presidente en la historia de Unión que falleció en ejercicio de sus funciones.

Las actuales generaciones hablan del gol de Madelón a Colón, del Turco Alí y su récord, del Chango Cárdenas padre, de las atajadas de Pumpido, del equipo de Trullet con los pibes del club que produjo aquella “revolución social” en 1996 o de este último de Darío Kudelka, que provocó la gran alegría del año pasado. Pero si el recuerdo imaginario llegara a los que ya no están, seguramente surgirían nombres inolvidables como los de Ballesteros, Vicente Grecco (para muchos, el mejor jugador que tuvo Unión en su historia), la garra de Luis Sauco, las gambetas de Pichón Vitale, los goles del Fantasma Ruiz. O también esos nombres ciertamente inolvidables como el de Leopoldo Jacinto Luque, Victorio Nicolás Cocco, Mario Zanabria, la revolución de 1975 con el Loco Gatti y el Toto Lorenzo a la cabeza.

Alguna vez, Super Corral dijo: “Unión no es un club de fútbol sino un club con fútbol”, y mucho de razón tuvo. ¿O acaso se podrán olvidar los equipos de básquet de los ‘50 o aquellos grandes jugadores como el Pocho Peralta, por ejemplo?, ¿y Carlitos Delfino?, ¿y los nadadores que hicieron historia?, ¿y el tenis, el casín, los bailes en el Colmao o aquellos de carnaval con la presencia de los mejores solistas o conjuntos de la época en el viejo y ya desaparecido patio central?

Unión supo de desencuentros dirigenciales también, pero ellos —los dirigentes— siempre antepusieron el club y acudieron en su ayuda en los momentos angustiantes. Así se recuerda, por ejemplo, aquel momento en que hubo que buscar a Brindisi y al Chino Benítez para mantener la categoría o cuando el club quedó acéfalo, en 1995, con Ricardo Tenerello de síndico y sin comisión directiva ni postulantes.

Meterse en el berenjenal de resumir en pocas líneas la historia de Unión, es una tarea épica y con un alto riesgo de caer en injusticias u omisiones inadmisibles. Trato de no correrlo. El tiempo se encarga de poner a cada uno en su merecido y correspondiente lugar. Pero el hincha, ése de la fidelidad indestructible, es quien merece hoy el reconocimiento por ser ellos los que se encargaron en 105 años de hacer grande a esta querida institución. ¡Feliz cumpleaños, Unión!

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