De domingo a domingo

Realidad argentina, un palimpsesto que no llega a secar

Hugo E. Grimaldi

DyN

Un palimpsesto es un manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente. Unos sobre los otros, los hechos más nuevos cubrían a los anteriores, hasta que el último sobrevivía y conseguía su lugar en la historia. En la febril actividad que impone la política en la Argentina de hoy, esas reposiciones de ‘agenda’ se hacen cada vez a mayor velocidad, tanto que en una misma semana hubo varios hechos que adrede o involuntariamente fueron tapando en vendaval a todos los acontecimientos previos. ¿Quién se acuerda del allanamiento del caso Ciccone, episodio que la semana siguiente pasó a ser el caso Boudou y luego el del Procurador Esteban Righi y ahora el caso del designado Daniel Reposo? Ni que hablar del accidente de Once y sus 51 víctimas que ya va para dos meses o de las muertes por inseguridad que se suceden a diario, algo que la sociedad parece ya tolerar como si fuese casi natural.

Y en eso de las borratinas de los hechos anteriores, apareció la embestida contra YPF por una supuesta falta de inversiones, una pelea comercial, política y diplomática donde seguramente nada será dentro de un rato lo que parecía ser, hasta que surgió la entrevista bilateral que solicitó con ‘agenda abierta’ el presidente Barack Obama el jueves pasado, sorpresa que probablemente haya condicionado decisiones sobre la petrolera que hasta los propios medios oficialistas dijeron que se iban a anunciar ese día con bombos y platillos. ¿Cómo llegar a Cartagena con el lastre de una expropiación a cuestas, después de sumar cachetazos por las trabas comerciales (OMC) y la fama de malos pagadores (Club de París, CIADI)? ¿Y si Obama, se descarga con alguna referencia a que la Argentina ha dejado de ser un país no grato para el G-20? En ese contexto, ¿podrá Cristina Fernández pedirle al presidente de EE.UU. mayor acompañamiento por Malvinas, aunque él haya declarado la neutralidad de su país y renovado su alianza con el Reino Unido?

Esa misma noche, después de estas tribulaciones, muchas reuniones y ruidos de altísima intensidad alrededor de la petrolera, hubo efectivamente un acto oficial que terminó siendo una Cumbre del dirigismo-proteccionista, ya que la Presidenta anunció de un tirón que el chocolate de la vaca violeta se fabricará en la Argentina (en sus versiones de menos peso), que se reducirán por un año las retenciones para las exportaciones de carne termosellada (para cuidar el empleo en frigoríficos que se están cerrando a granel) y que se impondrá la ley de Abastecimiento a quienes acaparen yerba mate para lograr que aumente su precio. De la eventual reestatización de YPF ni una sola palabra, en un proceso en el que dentro del propio Gobierno hay posturas diferentes: la de los halcones que quieren pegarle un zarpazo a la petrolera propiedad de Repsol y el Grupo Eskenazi y la de las palomas, que quieren llegar a lo mismo, pero bajo las estrictas reglas de una negociación lo más amistosa posible.

Ese tironeo fue el que explotó durante el jueves y a partir de entonces se comenzó a escribir una nueva historia encima de todas las anteriores, esta vez con el gobierno de España como actor central. Hay muchas cosas por dilucidar alrededor de YPF, sobre todo por qué se le dio la posibilidad de ingresar en 2008 a la familia Eskenazi sin poner dinero, ya que se autorizó que comprara sus acciones con un crédito que iba a ser pagado con los dividendos de la compañía, incluidos algunos bien gruesos que venían de atrás. El propio Estado podría haber sido entonces quien se beneficiara con ese sistema de promoción que, sin embargo, se le entregó en bandeja a un representante de la burguesía nacional, esquema que Repsol seguramente aceptó porque no se le retaceaba la posibilidad de repatriar ganancias. Pese a esos giros de dividendos, los españoles dicen que nunca faltó dinero para hacer crecer la compañía y aseguran que en 2012 invertirán unos U$S 3.400 millones. Según la petrolera le aseguró a la Bolsa, durante 2011 invirtió $ 13.300 millones de pesos, una cifra que representa un incremento ‘de 50% con respecto al ejercicio anterior’, dijeron.

Por su parte, las provincias petroleras nucleadas en la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI) han asegurado que ‘Repsol-YPF redujo 30%-35% su producción de crudo en los últimos años y más del 40% la de gas’. Hoy, la compañía produce el 41% del petróleo que se extrae en la Argentina y es la responsable del 54,6% de la refinación de combustibles. En el conjunto de la industria, la extracción de petróleo sufrió una merma, ya que pasó de 46 millones de metros cúbicos en 2001 a 34 millones en 2011, mientras que en gas la producción total cayó de 52 mil millones de metros cúbicos en 2006 a 46 mil millones el año pasado. La falta de exploración hizo caer también drásticamente el horizonte de reservas. Según dicen los expertos que, sin incentivos para explorar y extraer, la inversión se derrumbó y que por eso se generaron importaciones energéticas crecientes, que pasaron de U$S 4.300 millones en 2003 a U$S 9.300 millones en 2011.

Entonces, ante la necesidad de divisas y sin hacerse cargo de su parte de responsabilidad en todo este asunto, el gobierno nacional decidió escribir otra historia por encima de las anteriores y logró que las provincias petroleras arrinconaran a la empresa con quite de concesiones, lo que hizo que Antonio Brufau, el número uno de Repsol-YPF, viajara varias veces a la Argentina, la última vez el lunes pasado. Después de varios días de ablande, finalmente ese mismo jueves el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el vice de Economía, Axel Kicillof, se dignaron a recibirlo Brufau quien ha dicho más de una vez que ‘si hay un precio justo, somos vendedores’ y esto era sabido por los negociadores, aunque en medio de esa reunión el catalán se escandalizó cuando los funcionarios le ofrecieron casi un vuelto por 36% de la petrolera argentina. Entonces, se puso duro y definió algo más: ‘si vendemos, vendemos todo’. Su estándar hacia lo que considera que son las trastadas que le ha hecho el gobierno argentino no ha subido ni un milímetro.

Antes de esa reunión, el oficialismo -y así se lo confirmó a DyN un legislador del Frente para la Victoria ultraleal a la Presidenta- había filtrado hacia los bloques opositores de la Cámara de Diputados un proyecto de expropiación elaborado por los gurkas del Gobierno. A la luz de los acontecimientos, su circulación parece haber sido destinada a asustar al CEO de la compañía, que, si por él fuera, saldría corriendo de la Argentina. Pero como por encima están los intereses de la Corona, Brufau se plantó.

En ese paper, que no fue ‘falso’ sino la versión del ala más radicalizada del Gobierno probablemente nucleada alrededor de Kicillof, se hablaba de alcanzar acuerdos ‘con los titulares de las acciones sujetas a expropiación, respecto del valor que recibirán por las mismas, así como la forma en que se les pagará dicho valor, procurando en este sentido obtener financiamiento’ y se determinaba que ‘la valuación de los activos a expropiar será efectuada por el Tribunal de Tasaciones de la Nación’. Sin embargo, lo que debería haber sido un ‘tómalo o déjalo’ para poner contra las cuerdas a Brufau se convirtió, tras la firmeza de su posición, en un doble boomerang para el gobierno argentino.

El primero, porque enterados en España de la situación, que podía poner de rodillas a una de sus empresas emblema, salieron con los tapones de punta desde lo más alto del gobierno a denunciar a la Argentina ante el mundo, con todo el aparato de prensa desplegado. Este último punto no es menor para el gobierno de Mariano Rajoy, ya que el caso YPF ha sacado de las primeras planas por dos días consecutivos la situación económica y social de España, que vive una terapia más que intensiva por estas horas. Tal como le pasa a la Argentina queriendo retomar la bandera de la petrolera para sumarla a la de Malvinas, un poco de nacionalismo no le viene mal a ningún gobierno. Justamente, las referencias al desmadre de la crisis y a la posibilidad de que España sea una nueva Grecia corregida y aumentada es el sonsonete que se escucha en círculos oficialistas para explicar la reacción del actual gobierno español.

Se habla peyorativamente del ‘conservadurismo’ del Partido Popular y del ‘ajuste’ como si el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no tuviera nada que ver con el desajuste. En cualquier momento, van a emparentar a Rajoy con Mauricio Macri. En otro orden, y como segundo rebote no controlado, el anteproyecto que se conoció el jueves ninguneaba de modo severo a las provincias petroleras. Los gobernadores de esos Estados, quienes se reunían ese día y habían alimentado la posibilidad de que la Presidenta anunciara la reestatización, pusieron el grito en el cielo y arrinconaron a De Vido primero, antes de hablar con Cristina, a quien le hicieron conocer su disgusto.

En una semana dominada por las traiciones del Gobierno hacia quienes fueron fieles colaboracionistas (el Procurador Esteban Righi, el juez Daniel Rafecas, los Eskenazi o la propia Repsol), los mandatarios provinciales no pudieron digerir tras cosas del famoso proyecto nunca presentado: a) no iban a ser socios de la petrolera; b) sólo conseguían un asiento en el Directorio (no uno por provincia, sino uno para todas las integrantes del club) y c) los precios del petróleo, el gas y los combustibles iban a continuar siendo fijados por el gobierno nacional. ¿Así se les pagaba a los gobernadores que hicieron el trabajo sucio del quite de concesiones, expusieron a sus provincias a juicios multimillonarios y quedaron ante la opinión pública como títeres del poder central?

Mucho hubo que explicarles para tratar de convencerlos de que era todo un bluff y parece que así fue, porque lo primero que le interesó transmitir al gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, a la salida de la reunión con la Presidenta, fue que ‘no hay ningún proyecto de ley sobre YPF’. Sin embargo, hay otras preguntas que los azotan: ¿si el Estado retoma el management de la petrolera, liquidará las regalías en tiempo y forma? ¿a qué precio? ¿no será utilizada esta nueva caja como otra manera de condicionarlos, tal como ocurre con tantas otras partidas que, para lograrlas, los hacen aparecer alineados, aunque no lo deseen tanto? Y un último y central interrogante para toda esta historia, porque no sólo es tener la voluntad política de sumar una segunda petrolera para el Estado (si se puede considerar el fracaso del proyecto ENARSA como la primera) y eventualmente romper el chanchito de las reservas para hacerlo: a partir de allí, ¿quién pondrá la inconmensurable cantidad de fondos que se necesita invertir para hacer funcionar la nueva empresa y para revertir la situación de parate que denunciaban? ¿Tras haber corrido malamente a Repsol, habrá privados de fuste capaces de correr el riesgo de hundir inversiones? ¿Qué exigirán para hacerlo? No hay unanimidad entre los gobernadores, pero como el gobierno nacional ha tenido que retroceder y ellos son la clave para saber cómo sigue la película, ante preguntas tan cruciales, algunos piensan que no sería tan malo seguir lidiando con Repsol.

Lo que debería haber sido un ‘tómalo o déjalo’ para poner contra las cuerdas a Brufau se convirtió, tras la firmeza de su posición, en un doble boomerang para el gobierno argentino.

No hay unanimidad entre los gobernadores, pero como el gobierno nacional ha tenido que retroceder y ellos son la clave para saber cómo sigue la película, piensan que no sería tan malo seguir lidiando con Repsol.