113º Peregrinación Arquidiocesana a Guadalupe

Santa Fe oró a sus pies

la Basílica recibe hasta esta medianoche a peregrinos de toda la provincia que elevan sus peticiones y agradecimientos a la Patrona de Santa Fe.

Este fin de semana se celebran 19 misas con la colaboración de unos ochenta sacerdotes de toda la diócesis y otras 300 personas que sumaron su ayuda de diferentes modos. Foto: Flavio Raina

 

la Basílica recibe hasta esta medianoche a peregrinos de toda la provincia que elevan sus peticiones y agradecimientos a la Patrona de Santa Fe.

Florencia Arri

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Bajo el lema “Madre, danos la alegría de vivir y anunciar nuestra fe”, este fin de semana la Basílica de Guadalupe fue escenario de la 113º edición de la Peregrinación Arquidiocesana a la Patrona de Santa Fe. Con notorias mejoras edilicias, la Basílica abrió sus puertas a las 7.30 de ayer y no las cerrará hasta esta medianoche para recibir a los más de 150 mil peregrinos que se acercan cada año.

El primero llegó ayer al alba con lágrimas de piernas cansadas y una ancha sonrisa. Expresó su agradecimiento en cada paso que dieron sus pies a lo largo de los 70 kilómetros que separan su casa de la Basílica de Guadalupe. La imagen sin nombre quedó firme en la memoria de la comunidad guadalupana, a quienes no reveló su nombre pero sí la razón de su emoción: poder cumplir una promesa hecha hace tiempo. Su historia fue la primera con la que se encontró el padre Olidio Panigo ayer, al abrir las puertas del templo. El delegado episcopal en la Basílica contó que el hombre “estaba emocionado hasta las lágrimas porque hacía años que lo había prometido y recién esta vez pudo hacerlo”. Incluso tras diez años de trabajo en la Basílica, el sacerdote reconoció que “uno no deja de asombrarse por las historias de cada uno de los peregrinos. Su realidad es la del hombre común, la que tenemos en frente todos los días y quizás no vemos por falta de atención o de tiempo”.

Pasos y rezos

“Hay historias de agradecimiento y de dolor, gente que viene a agradecer una gracia concedida o a pedir el milagro, la ayuda de Dios o incluso la fortaleza para vivir su realidad”, agregó Panigo. Muchas se expresan en silencio, en las lágrimas de quienes elevan la propia al grito de “¡Viva la Virgen de Guadalupe!” con ojos en alto, cuando al finalizar cada misa la estatuilla de la Virgen se exhibe en el altar y motiva un extenso y cálido aplauso.

María Rosa Salva, por ejemplo, llegó anoche desde Campo Andino. Viajó junto a sus hijas, Macarena y Malena, y la razón que motivó su ahorro para juntar los 40 pesos del pasaje fue “venir a ver a la Virgen, a agradecerle y pedirle para estar bien y poder seguir adelante”. Sentada en la fría escalinata del atrio, Rosa Montero contó que su devoción data “de hace mucho”. En 1974, “cuando me casé no tiré el ramo, lo guardé y se lo traje a la Virgen”. Es de Barrio Roma y esta vez hizo el camino a pie, “rezando solita, por una promesa que tenía que cumplir. Le pedí por mi hijo hace siete meses, porque se había anotado para un trabajo y tenía que pasar una dura selección. Le pedí a Guadalupe y quedó, ahora tenía que venir. La Virgen siempre cumple, por eso vengo a agradecerle”.

Como las de ambas mujeres, diferentes razones motivaron un paso incensante de peregrinos al Camarín. Colaboradores de la Basílica contaron que cada misa se realizó con una importante convocatoria, aun cuando el paro de colectivos de ayer -que se realizó desde el mediodía y hasta las 19- se tradujo en una merma de convocatoria bajo el sol del sábado. Quienes más lo sintieron fueron los vendedores ambulantes: Antonia Farías, quien se dedicó a la venta de rosarios en el atrio, contó que ayer la venta “se hizo difícil” hasta caer el sol.

Necesidad

Como cada quince días después de Pascua, la Basílica cerrará esta noche dos multitudinarios días de fiesta en los que habrá celebrado 19 misas con la colaboración de unos ochenta sacerdotes de toda la diócesis y otras 300 personas que sumaron su ayuda de diferentes modos.

A ojos del sacerdote que la preside, la peregrinación a la Basílica es una fiesta convocante “por toda su tradición: son 113 años de peregrinación organizada, porque antes la gente se acercaba por su cuenta. Guadalupe es una devoción familiar: la participación se da en familia incluso en la peregrinación de los niños que se hizo ayer por la mañana. Antes los padres traían a los chicos pero ahora también los niños traen a sus padres. Creo que éste es el rasgo principal de este año, y que habla de la necesidad de sentirnos acompañados -agregó el sacerdote. En este mundo lleno de exigencias el hombre experimenta, a veces hasta sin saberlo, la necesidad de valores espirituales, sentir a Dios como un padre y a la Virgen como mamá. La gente también se emociona por venir a una fiesta más de Guadalupe, que nos hace experimentar la alegría y nos hace sentir acompañados por todos aquellos que tienen fe”.


Mejoras

Camino al Camarín de la Virgen, una gráfica detalla lo que resulta evidente a los ojos: el último año se realizaron nuevas obras edilicias en la Basílica. Panigo destacó a este diario que fue “sin apoyo externo, gracias a la colaboración de feligreses”.

La nómina detalla en diez puntos mejoras que los peregrinos pudieron apreciar por sí mismos. Entre otras, se destacan: la mejoría de los baños públicos, donde se colocaron revestimientos cerámicos y artefactos y se pintó el cielorraso. En el templo, se restauraron las aberturas de madera, exteriores e interiores. También se colocaron vitrales nuevos: uno en el atrio oeste con la imagen de El Buen Pastor y seis vitrales en la Sacristía que ilustran los Sacramentos.

En el frente de la Basílica, se quitaron los canteros y el contrapiso, se extrajeron los árboles y se colocaron barandas y un contrapiso de hormigón. También se realizaron obras en el patio parroquial y en las salas de catequesis y salón de usos múltiples.