Tribuna de opinión

El Complejo de Sansón Vernáculo

Zizí Bonazzola

En el Antiguo Testamento, Sansón es el símbolo de una colosal fuerza física. Capaz de realizar acciones hercúleas, es el héroe de la lucha contra los filisteos, ”pueblo del mar”, que se habían establecido en la parte central de la franja de Gaza.

Pero la memoria colectiva lo relaciona con dos episodios fundamentales. El primero, con mucho de anecdótico, lo recuerda porque su extraordinaria fuerza residía en el largo y la abundancia de su cabellera. Dalila, filistea ella, al conocer su secreto, hace cortar su melena, con lo que lo vuelve un ser débil, fácilmente apresado por sus enemigos que, incluso, lo dejan ciego.

El segundo caso que mitifica para siempre a Sansón es el final de su existencia, cuando, llevado al templo, se encuentra en medio de dos enormes columnas del mismo. Su cabello ha vuelto a crecer y, con él, recuperado la fuerza ciclópea. Entonces, al grito de: “muera yo y todos los filisteos”, utiliza su presión descomunal sobre las columnas y la edificación colapsa, matando a gran cantidad de sus enemigos y a él mismo.

El filósofo y ligüista norteamericano Noam Chomsky, en ocasión de la obtención de armamento nuclear por parte de Israel, comparó la actitud de la Nación judía con el ejemplo bíblico y denominó a tal circunstancia como “el complejo de Sansón”, que lo lleva a la autodestrucción en su afán por acabar con sus oponentes.

Nuestro Sansón criollo, el Exmo Sr Vicepresidente de la Nación, cuya fuerza reside en el estilo light y la simpatía de la Sra. Presidente, no lucha por el bien de su pueblo, sino por llenarse las faltriqueras y mantener la gracia de Dalila. Toma su sitial en el Congreso y, en penosa soledad, emite una “conferencia de no prensa” para un fin muy distinto del que se esperaba en la circunstancia de verse involucrado en una denuncia de tráfico de influencias. No hace uso de la palabra, en 45 minutos de pantalla televisiva, para exponer su descargo, sino para denostar a la Justicia toda y a varios integrantes del ámbito jurídico, incluso adictos a la gestión del actual gobierno al que pertenece, así como a otras personalidades de la actualidad.

Dalila no le corta la ondeada melena, antes bien le suma extensiones. Su fuerza es un tanto ridícula y su sonrisa estereotipada trata de permanecer incólume, pero se advierte que es un Sansón devaluado. Arrasará muchos adversarios y es probable que se esté inmolando. Lo más terrible es que lo hace por un gobierno autoritario, irrespetuoso de la Ley y para defender el Estado de corruptela imperante.

Es de lamentar que el templo que derriba es el que alberga el altar sacrosanto de la República y sus Instituciones.