Un ciudadano internacional

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Aníbal Oprandi fue el encargado de hacer una evaluación y dar talleres con varias organizaciones no gubernamentales que están implementando proyectos para la gente de pocos recursos.

 

aníbal oprandi es esperancino de nacimiento pero desde hace varios años se radicó en la isla de bali. opinó sobre diferentes aspectos -fundamentalmente sociales y económicos- que le preocupan de la Argentina y halagó los cambios que vio durante su visita a nuestra ciudad.

TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTOS. GENTILEZA ANÍBAL OPRANDI.

Aníbal Oprandi es un esperancino de nacimiento que se define como “un ciudadano internacional, que adonde me tirás me defiendo”. Ocurre que desde que emigró de nuestro país, en 1960, primero para realizar estudios universitarios y luego por cuestiones laborales, recorrió diversas latitudes del mundo, que le fueron mostrando realidades sociales, políticas y económicas diferentes.

Desde hace algunos años, este sociólogo y antropólogo decidió radicarse definitivamente en la isla de Bali, en Indonesia, adonde formó una familia con una balinesa. Tiene cuatro hijos -argentinos, aunque están radicados también en Bali- y cuatro nietos.

Ya jubilado, continúa brindando asesoramiento a diferentes organizaciones internacionales sobre temas relacionados con el desarrollo socioeconómico de diferentes países, aunque ya sin trasladar su lugar de residencia.

Durante una visita a nuestra ciudad, dialogó con Nosotros sobre la vasta experiencia adquirida en estos años, opinó que le preocupa la política social que encara nuestro país que genera “dependencia en los que no tienen”, cuestión que habría que revertir -propone- con una “estrategia más racional, de manera que la gente busque sus propios recursos para vivir” y no dependa del Estado. Insistió -entre otros temas que analizó- en la necesidad de la educación y participación ciudadana, a través de las organizaciones de la sociedad civil.

- ¿Cuál es su actividad actual?

- Trabajo en temas relacionados con el desarrollo socioeconómico pero no el macro sino el medio y micro-medio, en varios países para una organización internacional. Siempre me dediqué a esto, aunque en el último tiempo estuve como gerente para 12 países de Asia, enfocando el problema de recursos humanos. Ésa fue una de mis últimas ocupaciones, pero ahora es más para evaluación de programas; una especie de consultor. Hace 3 años me jubilé y después estuve tomando algunos trabajos, como uno para la Cruz Roja Canadiense y el año pasado para la Organización de Cooperación del gobierno de Alemania, en Bangladesh. A pesar de estar jubilado sigo recorriendo algunos países, pocos, pero voy cuando me llaman.

- ¿En qué consiste el asesoramiento que brinda?

- Generalmente, las organizaciones donde me he desempeñado trabajan en conjunto con el gobierno de ese país. Analizo todas las evaluaciones e informes del lugar, veo qué programas se trazaron y cómo están organizados, lo que han logrado. Luego voy al campo a hablar con la gente, adonde paso tres o cuatro días viendo todas las cosas. Yo mismo determino dónde quiero ir para que ellos no me indiquen los lugares. Posteriormente hago una evaluación y también me junto con la gente, para hacer un taller de hasta tres días, en donde vemos qué se propusieron hacer, qué han logrado y qué veo yo que se podría hacer. Se analizan los puntos fuertes del programa, los débiles, las oportunidades y las amenazas. Es un método muy fácil que a mí siempre me sirvió. A partir de ahí analizamos qué van a hacer para mejorar. En una última evaluación que hice para el gobierno de Alemania les dije que tenían tantos recursos puestos ahí, tantas facilidades, que podrían hacer más de lo que estaban haciendo. Les propuse hacer ciertas cosas que podían lograr y que les permitirían asegurar mucho más éxito en lo que estaban haciendo.

- ¿Cuándo y por qué motivo dejó Argentina?

- Me fui de Argentina en 1960 para estudiar Sociología y Antropología en Estados Unidos, donde me recibí. Después estuve trabajando en Indonesia (en varias oportunidades), Ecuador, Tailandia o Pakistán (5 años). Por un tiempo bastante largo estuve como director de una organización internacional y representándola en diversos países. A lo último, como dije, estaba en el asunto de los recursos humanos y su desarrollo.

- ¿Le hubiera gustado haber vuelto a trabajar a la Argentina?

- Sí, pero estuve siempre atado a una organización. Tuve ofrecimientos pero estaba tan emocionalmente metido en mi trabajo que no los quise tomar. Creo que soy un ciudadano internacional, adonde me tirás me defiendo. estuve en tantos países... Quizás el problema mío, ahora, es que me cuesta entender a la Argentina.

- ¿Cómo fueron estas experiencias de trabajo fuera del país?

- Depende de cómo uno vea el problema básico que a mí siempre me ha fascinado e interesado, que es ver cómo podemos reducir la brecha que hay entre los que más tienen y los que menos tienen. Ésa fue toda mi vocación, desde cuando estudiaba. Tenemos este problema en todo el mundo: hay gente que tiene demasiado y otra que no tiene nada a veces, que sufre y que se levanta y no sabe qué va a comer. Yo estuve hace tres años en Bangladesh durante un mes, hubo un ciclón en la costa y una inundación que afectó a un millón y medio de personas, que quedaron sin nada. Uno ve la miseria que hay. Desde luego, la pregunta que siempre me he hecho es por qué la humanidad no puede hacer más. Hay tanto desperdicio, tanto que se gasta en cosas superfluas... Es un problema filosófico pero también real. Cuando uno tiene un poco de sensibilidad se pregunta por qué tiene que ser así.

- ¿Además de la desigualdad, cuál otro problema le preocupa?

- El otro problema que me ha preocupado (y por eso todavía me consultan o me llaman para ayudar) es cómo resolver y encarar ese problema de la desigualdad. Se pueden dar casos (y lo he comprobado) en los que la ayuda sólo es material para la gente, pero la corrompe mentalmente porque crea una dependencia. No promueve una cultura de trabajo, de sustentabilidad de la propia gente.

- ¿Qué mensaje dejaría a la población?

- El mensaje más importante es que hay que estar bien informados de la realidad. Leo artículos y escucho programas y me pregunto si están bien informados. Hay que tener un criterio bien formado pero también la información correcta sobre qué está pasando. En Argentina tenemos que poner más énfasis en tener información. Por ejemplo, leí un artículo de una organización que analizaba la economía argentina y decía que la inflación era del 22% pero el gobierno dice que la oficial es de 10 ó 15%. Hay una diferencia muy significante y eso no puede ser. Estamos viviendo en un mundo globalizado en donde tenemos que respetar una sociedad bien informada. Algo que decimos acá puede ser escuchado en todo el mundo. Se puede tener acceso a la información de lo que está pasando en todo el mundo. La información es muy importante, hay que promoverla, y no debería haber disparidad entre lo oficial y lo no oficial. Me parece ridículo que eso existe en un país culto.

Otro consejo sería: tener metas bien trazadas, pero con una flexibilidad posible para hacer los ajustes necesarios. Además, tenemos que ser pragmáticos y no complicar las cosas, dejando atrás los idealismos superfluos. Nos tenemos que dar cuenta de que no podemos jugar con acuerdos o regulaciones y ver esto de ser pragmáticos, dejarnos de cosas emocionales. Hay que tener principios y respetar valores, desde luego, pero no a tal punto de descuidar lo pragmático. No se debe establecer una política para exportación e importación y en menos de un año cambiarla. En este mundo globalizado hay que respetar la estabilidad y hacer cumplir las normas. No tenemos que pensar sólo en lo que a nosotros nos aventaja; es un mundo recíproco, donde también tenemos que ver la conveniencia del otro.

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El esperancino visitó la región de las costas del mar de Bangladesh, que había sido afectada hace tres años por un ciclón y una inundación.

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Los Oprandi participan asiduamente en ceremonias tradicionales en Bali.

Oprandi está jubilado pero continúa brindando asesoramiento a diferentes organizaciones internacionales.


Preocupación por Argentina, halagos a Santa Fe

- ¿Qué opinión tiene de la política social en nuestro país?

- Considero que es muy importante tener información y saber las cosas a fondo sobre los diferentes países. Respecto a Argentina, a veces me da la impresión de que hay una política que se está promoviendo mucho (con la que estoy muy de acuerdo porque toda mi vida me he ocupado de la parte social) pero me preocupa cómo se la encara. No le están haciendo un favor a la gente y al país si se está generando una dependencia y hay gente que se aprovecha de la amabilidad o, más bien, de esa resolución de querer hacer algo por los que no tienen. No veo una solución sostenible ni que se eduque a la gente para que se haga responsable. Creo que piensan: ‘Para qué preocuparme si el Estado me da suficiente para vivir y no tengo que trabajar’. Esto crea una mentalidad para sus hijos, una subcultura en la cultura general del país. Esto es un fenómeno muy serio, que he visto en otros países también. Se debe encarar este problema de un modo racional, no político ni como estrategia del gobierno. Hay un período inicial en el que hay que resolver, por ejemplo, que estas personas puedan comer (varios tienen el estómago vacío y no se les puede hablar mucho) pero después hay que ver una estrategia más racional para solucionarlo. Tenemos que ser sensibles a las necesidades de la gente y a la pobreza pero no crear una dependencia y que la gente se preocupe por buscar sus propios recursos y salir de esta situación no ventajosa para ellos.

- ¿Cómo se la puede revertir?

- Una cosa que he visto en varios países donde estudié este tema es que las organizaciones no gubernamentales hacen mucho en este sentido. Es algo así como una ‘ayuda en acción’. Escriben mucho en los periódicos y están en programas de televisión advirtiendo sobre esa situación y crean una conciencia colectiva. Éste es un camino; el otro es fomentar la educación de la sociedad civil. Muchas veces, cuando un gobierno está haciendo política por la política y no por el bien común del país, viéndolo en el contexto mundial y de una estrategia para ese país, estamos invitando a dejar un problema muy serio para las próximas generaciones. Además, hay varias organizaciones que conozco que educaban la conciencia cívica y fueron muy efectivas para promover la participación ciudadana. Si una persona quiere ser intendente y anuncia una propuesta de gobierno, pidiendo que lo voten, se lo vota pero si después no hace nada de lo que prometió ahí es cuando la sociedad debe recordarle y reclamarle, para que no despilfarre los recursos para cosas que no son el bien común. Eso es lo que nos está faltando: somos muy conformistas quizás aquí. Votamos a alguien y sólo nos interesa poder tener lo suficiente para comer y que el gobernante haga lo que quiera. Deberíamos reforzar la conciencia cívica.

- ¿Poder mejorar esta situación sólo depende de contar con recursos?

- No faltan recursos en la Argentina, hay muchísimos, que se pueden utilizar para mejorar el aspecto social y económico de la gente. Pero algo que me preocupa es que los gobiernos no apoyan tanto a las organizaciones no gubernamentales y no trabajan juntos. No deben tomarlos como enemigos. Generalmente, las ONGs tienen mucho idealismo, que es muy importante, una pasión y un compromiso. Todo compromiso implica sostener una relación y no ver qué es lo que más le gusta a uno o conviene, como ocurre con los matrimonios. En una política social y económica es muy importante tener en cuenta el compromiso para llevar adelante ese objetivo de tratar de ver cómo podemos formar una sociedad donde no haya tanta diferencia entre los que tienen y los que no tienen, de buscarle soluciones. El gobierno y las organizaciones no gubernamentales deberían tener más o menos el mismo entendimiento.

- ¿Qué opinión tiene de nuestra ciudad?

- Te quiero aclarar que soy muy estricto en cuanto a la información que tengo. Me manejo mucho con estadísticas para comparar cosas. Puedo juzgar las cosas por algunos comentarios e impresiones, ya que no conozco las cosas a fondo en Santa Fe. Haciendo un análisis te podría decir que las apariencias engañan pero si me preguntás cómo veo a Santa Fe, te digo que está muy linda, comparada con mi último viaje hace 4 años. Vine de noche y me daba hasta un poco de temor porque no había luces. Hoy hay vida, he visto lugares más iluminados; estuve en el Patio Cervecero, una idea muy linda; y otros sitios que me impresionaron mucho. Se nota aun en la limpieza e iluminación de las calles. Hubo un cambio positivo, es mi impresión general. Me parece que ha cobrado un ímpetu positivo, y eso es importante. Pero más allá no puedo decirte porque no tengo los datos que me gustaría. Pero es muy importante que cualquier cambio positivo tenga una seguridad de que sea sostenido. Esto lo vi, incluso, en mi pueblo (Esperanza): muchas veces la gente no podía ni tener una bicicleta y ahora tiene una moto o un auto. Esto está muy bien pero hay que tener presente que esto permanezca. Si este estándar de vida no se puede sostener por cualquier política sería un desastre porque la gente se está acostumbrando a un nivel de vida cada vez mejor. Hay que trabajar con estrategias y, fundamentalmente, con recursos sostenibles.

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La organización alemana de cooperación para el desarrollo GIZ envió a Oprandi a Bangladesh para poner en marcha un programa de prevención de desastres y rehabilitación.

Al margen de la corriente

Aníbal Oprandi definió a la Argentina como el país de los extremos, que -advirtió- está al margen de una corriente global, y que llega más tarde a todo, complicando las cosas.

“Siempre digo que Argentina es un país de extremos. Te doy un caso: cuando mis hijas vinieron hace tres años tenían que hacerse un pasaporte nuevo. Fuimos a la Policía Federal en Buenos Aires y había que hacer una cola de 300 metros bajo el sol. Cuando pregunté cómo podíamos resolver este problema me dijeron que era imposible, que teníamos que hacer la cola y que en tres semanas se lo iban a entregar. Cuando volví a Argentina, fui a Esperanza, y en 15 minutos me hicieron todo el trámite y el pasaporte me lo entregaron en mi casa. Imaginate tres años atrás lo que ocurría en Argentina y lo que pasa ahora. ¿No nos pudimos avivar hace 30 años de hacer lo mismo, anticipar una cosa que sólo es sentido común? Y de estos extremos que ocurren hay muchos”, planteó.

Y agregó: “Quizás esto ocurre porque estamos al margen de una corriente universal, global, que llegamos más tarde y complicando las cosas, cuando deberían mejorarlas para facilitarles los procesos. Por ejemplo, los que exportan nos dan fuentes de trabajo, hacen que ingresen divisas al país, pero no se hace todo lo posible para que salga bien, sin trabas ni problemas. Lo que ocurre ahora es bastante difícil, incluso si uno quiere importar cosas esenciales como lentes para los ojos o cosas por el estilo”.

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Aníbal Oprandi vive desde hace varios años en la Isla de Bali, donde formó su familia.

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El problema básico que a mí siempre me ha fascinado e interesado es ver cómo podemos reducir la brecha que hay entre los que más tienen y los que menos tienen.