Gilles Villeneuve, a 30 años de su muerte

“Un piloto que se conforma con lo posible, es un perdedor”

 

Un día como el de hoy pero de 1982, en Zolder, Bélgica y tratando siempre de desafiar cualquier tipo de límites, se accidentó fatalmente el último gladiador de la Fórmula 1.

Daniel Monticelli

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Aquel muchacho que llegó a la Fórmula 1 desde Quebec en Canadá no conocía ni sabía de límites. Para él, el término “imposible” no existía. Es que Joseph Gilles Henri Villeneuve, nacido un 18 de enero de 1950, vivía como corría: frenéticamente. Desde hipotecar su casa para poder correr, hasta pedirle a un amigo 5.000 dólares para competir en una carrera porque no llegaba con el efectivo (ganó esa competencia y le devolvió el dinero), a pernoctar en su casa rodante porque era más fácil permanecer en los autódromos que estar instalado en un hotel 5 estrellas. Ése era Gilles Villenueve.

Ése que en Zandvoord (Holanda) llegó en tres ruedas a boxes; o la monstruosa victoria en el Jarama español. O la carrera más electrizante que todos recordamos: el Gran Premio de Francia en Dijon-Prenois de 1979, donde se pasaron una y mil veces con René Arnoux para ver quién se quedaba con el segundo puesto... Si hasta la gente se olvidó de que ese día ganó Jean-Pierre Jabouille, dándole el primer triunfo a Renault.

“Un piloto que se conforma con lo posible, es un perdedor”

Inconfundible.

La figura de la Ferrari y en el habitáculo, el indomable Gilles Villeneuve. El piloto canadiense eclipsó a Don Enzo Ferrari y de esa forma comenzó una campaña plagada de incidentes. De todas formas su manejo arriesgado, deleitó a millones de seguidores por todo el mundo. Fotos: Archivo El Litoral

Sí, ése era Gilles Villeneuve, al que sus detractores le decían “el aviador” por la semejante piña -con consecuencias trágicas para muchos espectadores- que se pegó “volando” en el Monte Fuji (Japón), en el ‘77. Ese hombre con cara de niño, que el Commendatore Don Enzo Ferrari lo adoptó como a su propio hijo. De hecho Gilles todavía tiene un récord en la casa de Maranello; fue el que más autos le rompió a la famosa escudería italiana. Ése que fue traicionado por Didier Pironí en 1982, cuando en San Marino debían hacer el 1-2 manteniendo posiciones y el francés lo pasó en la última vuelta. Allí empezó el odio con quien hasta hacía momentos había sido su amigo. Esa manifiesta enemistad lo llevó a tratar de hacer lo imposible en Bélgica sobre el circuito de Zolder... Pruebas de clasificación, las Ferrari no andaban ni para atrás, pero Pironí era más rápido que él. Entonces Villeneuve salió a la pista como un demonio y se encontró con Jochen Mass, que venía “paseando” con su auto. La Ferrari de Gilles se montó sobre el March y comenzaba un incontenible y descontrolado vuelo hacia la eternidad. Con el golpe, se rompieron los cinturones de seguridad y el cuerpo de Villeneuve pegó contra un poste de contención y allí se apagó la vida del ídolo, que habían atesorado los tifosi y pasó a ser una leyenda.

Los comienzos

En el ‘77 entraría con brillo y polémica en la máxima, piloteando un McLaren. Durante los ensayos del GP de Inglaterra, empezó a hacer trompos en cada curva del circuito y, según él, “era para probar al auto...”.

A todo esto, las relaciones humanas entre Ferrari y Niki Lauda eran pésimas; al punto tal que el austríaco fue prácticamente echado del equipo.

En la búsqueda del sustituto, Don Enzo vio en Gilles a un diamante en bruto, por lo que lo contrató para manejar uno de sus autos. Desde allí, Villeneuve nunca dejaría la marca del Cavallino Rampante.

En el ‘78 le destruyó varios autos a la emblemática escuadra. Lo salvó la victoria en el Gran Premio de su país. Para el año siguiente, siendo compañero de Jodi Scheckter, acató las órdenes del equipo y se comportó excepcionalmente bien en el papel de piloto Nº 2 del team. El sudafricano (de raíces judias) se consagraba campeón. Para 1980, Ferrari tuvo un auto horrible (la 312 T5) y su coequiper Scheckter en poco lo ayudó.

Para 1981, si bien Villeneuve tuvo una gran temporada, llegó su desgracia: Didier Pironí reemplazó a Scheckter. Sus dos victorias (Mónaco y España) jalonaron un trabajo formidable. Con la Ferrari 126 C2 hizo maravillas en la carrera de su país, cuando efectuó más de medio Gran Premio sin el alerón delantero.

La temporada de 1982 era “el año de Villeneuve”, pero en

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“Un piloto que se conforma con lo posible, es un perdedor”

Homenaje.

Hoy en la pista de Maranello y como tributo a su padre, Jacques Villeneuve condujo la Ferrari 312 T4, con la que Gilles compitió. Recordamos que Jacques fue campeón del mundo de la F.1 en 1997. Foto: Agencia EFE

su camino se cruzaría Pironí. Gerard Donaldson, un afamado periodista que escribió un libro autobiográfico de Villeneuve, lo describe como un piloto que aunque sólo ganó 6 carreras y en las que aparte de 1979 y 1981 no obtuvo temporadas destacables, su estilo de manejo lo convirtió en un mito. Encuestas de los años ‘90 y quizás hasta la actualidad -más allá de Schumacher que ganó todo con y para Ferrari a partir del año 2000-, lo dan como el ídolo de los ferraristas de todo el mundo.

A Villeneuve nunca le importó si podía o no llegar a ser campeón del mundo. Para él lo único importante era dejar siempre todo en la pista y ganar carreras. Iba a fondo con los autos de calle (se comenta que un viaje entre Montecarlo y Maranello se puede hacer en 5 horas de automóvil, pero Villeneuve sobre una Ferrari de calle tiene el récord aún no batido: 2 horas 45 minutos). También a puro “Power” hacía cosas increíbles con su helicóptero, donde podía sobrevolar donde otros ni siquiera lo intentaban, y ni hablar de lo que podía concretar en una pista de carreras.

Hoy se cumplen tres décadas de la desaparición del último gladiador que tuvo la Fórmula Uno: Gilles Villeneuve.

Recuerdos imborrables

“A las 21.12, del domingo 8 de mayo”

Esa fecha está en el libro cuyo autor fue el Dr. Sid Watkins, médico de la categoría por muchas temporadas. Él fue quien atendió a Villeneuve en el momento del accidente en Zolder... Se encontró con Jochen Mass que iba mucho más lento antes de doblar en la curva Terlamenbocht.

Mass vio acercarse a Villeneuve y se movió hacia la derecha para darle paso a Gilles. En el mismo instante Villeneuve también viró hacia ese lugar (que era lo más lógico). La Ferrari golpeó la parte trasera del auto de Mass y chocó a una velocidad estimada en 225 km (algunas bibliografías, manifiestan que fue a 250 km/h).

Fue en ese entonces que fue lanzado al aire por más de 100 metros, antes de caer pesadamente a tierra y desintegrarse, puesto que dio un salto mortal a lo largo del borde de la pista. Villeneuve, aún atado a su asiento, pero sin su casco, fue lanzado otros 50 metros más allá de los restos del cerco. John Watson y Derek Warwick sacaron a Villeneuve de ese lugar.

Estaba vivo, el médico llegó 35” más tarde para verificar que Villeneuve no respiraba, aunque su pulso era continuo, fue intubado y ventilado antes de ser transferido al centro médico del circuito y luego en el helicóptero al Hospital de la Universidad de St Raphael, donde se le diagnosticó una grave fractura en el cuello. Villeneuve se mantuvo vivo con soporte vital, mientras su esposa viajaba al hospital junto a los doctores especialistas consultados de todo el mundo. Murió a las 21.12 de la noche.

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La mejor carrera

Villeneuve-Arnoux

“El duelo con Gilles es algo que nunca olvidaré, es mi más preciado ‘souvenir’ de las carreras. Me ganó, sí y en Francia, pero no me preocupó en absoluto. Supe que había sido batido por el mejor piloto del mundo”, de René Arnoux.

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De sus pares

Nelson Piquet opina

“Yo creo que Gilles de alguna manera estaba loco; pero está claro que era un verdadero fenómeno. Era capaz de cualquier cosa, de todo; era capaz de hacer cosas que nadie se animaba a conseguir. No sólo en las pistas hacía cosas increíbles”, manifestó el tres veces campeón del mundo.

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Museo Gilles Villeneuve

“Un hombre de leyenda”

En Maranello se exhibieron hoy todos los buzos que usó Villeneuve a lo largo de su campaña deportiva. Asimismo, se expusieron guantes, botas, capuchas ignífugas todos los souvenires que recuerdan al ídolo, ante la atenta mirada de sus hijos, Jacques y Melanie.

El Sr. Enzo Ferrari, que es una autoridad en la materia, ha comparado a Villeneuve con Tazio Nuvolari. Nuvolari, en mi época de juventud era el gran ídolo. Todos los pilotos querían parecerse al gran Tazio Nuvolari. Gilles no corría para finalizar, no corría por los puntos. Corría para ganar.

Juan Manuel Fangio

Quíntuple campeón de F-1.

Villeneuve aún comete errores ingenuos, pero es un hombre que persigue estar arriba por encima de todo. Ha sido justificadamente criticado, pero no debemos olvidar que su entusiasmo y pasión tienen un predecesor: Tazio Nuvolari...”.

Enzo Ferrari

Era el titular de la escudería que lleva su nombre.