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Crecer, con los pies en la tierra

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Equipo. Lucas Díaz y Juan Alviso son parte de un equipo que trabaja día a día para mejorar la calidad de la carne porcina en la región.

Foto: Campolitoral

La actividad porcina afirma su crecimiento a través de casos concretos que reflejan un escenario firme y un sector que comienza a desarrollar su potencial. En “La Unión”, la búsqueda de la calidad es la premisa que sobresale.

 

Federico Aguer

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Para aquellos que sostienen que la meta es el camino, sólo basta con recorrer un poco el campo para confirmar tal hipótesis. Hay veces en las que el entusiasmo por producir, permite concretar los sueños más idealistas, aunque para ello sea necesario poner a prueba esa vocación de manera cotidiana.

“La unión hizo la fuerza”, titulábamos el Campolitoral del 21 de junio de 2008. “La pasión futbolera de un grupo de amigos los llevó a volcar una iniciativa productiva modelo muy cerca de la ciudad de Santa Fe. El establecimiento porcino La Unión se destaca por su eficiencia y por el afán de crecimiento, el que promete ser una pronta realidad”, rezaba el copete.

En aquel entonces, el establecimiento daba sus primeros pasos con 60 madres,con la premisa de lograr la mejor calidad de carne porcina. Luego de cuatro años, y casi habiendo triplicado esa cantidad de hembras, los logros exhibidos reafirman esa visión integral que se plantearon en los comienzos.

Paso a paso

“No nos fijamos plazos, porque primero buscamos la excelencia”, dice Raúl Regenhardt, uno de los socios que comenzara con aquella quimera que luego se transformó en pasión.

Hoy, el establecimiento trabaja con cuatro ejes que son: las instalaciones, la genética, los recursos humanos, y la elaboración de su propio alimento.

En el primer rubro, han logrado emplazar el marco más adecuado para cada etapa de la vida del cerdo (gestación, maternidad, recría y engorde), habiendo duplicado y hasta triplicado los galpones, llevando la capacidad a 180 madres. Es más, en unos 90 días comienzan con la construcción de un nuevo galpón de engorde para 1.000 animales, el que contará con un sistema de alimentación automático, y que se concretó merced a un crédito al Banco Nación. Si bien los tiempos de la burocracia le llevaron un año largo, el aporte permitirá la construcción de esta nueva instalación (la cual requiere los movimientos de suelo, agua, perforación y luz como requisitos primarios).

A futuro, también piensan incorporar un sistema de tratamiento de efluentes que le permitirá un aprovechamiento del agua reciclada para lavado y otros fines.

La gente

En cuanto a los recursos humanos, la incorporación de una veterinaria “full time” les permitió optimizar el trabajo sanitario del profesional existente, y mejorar notablemente la motivación del personal mediante una capacitación cotidiana y a campo. El análisis de la calidad es tan exhaustivo que incluso se revisa la carne y las vísceras de una muestra de animales en el frigorífico para monitorear eventuales problemas sanitarios.

Respecto a la elaboración del alimento, la compra de una máquina para tal fin les permite confeccionar a base de núcleo y granos las distintas prescripciones nutricionales para cada etapa de vida del animal. Incluso planean diversificar la oferta de alimentos a terceros, ya que la máquina fabrica en un día la comida para toda una semana del establecimiento.

En la distribución de tareas, Miguel Chamorro es el responsable de la alimentación y la recría, Particia Suero es responsable del área de la maternidad, Lucas Díaz es quien debe estar atento a lo que haga falta, Juan Alviso es responsable del día a día. El Médico Veterniario Mario Miranda viene una vez por semana a controlar los temas sanitarios, mientras que Melisa Tumini coordina desde hace un par de meses el plan de acción cotidiano, enfatizando los estrictos controles de calidad en la extracción de semen, la inseminación artificial, la alimentación y otros temas. Sobre todo aprovechando la instalación de un nuevo laboratorio que les facilita grandemente el trabajo reproductivo.

Una gran oportunidad para proyectos asociativos

Carlos Ingino, vocal de la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) y administrador de Figan, fideicomiso santafesino que vende al público -en carnicerías propias- la carne de cerdo que ellos mismos producen, destacó el auspicioso momento que atraviesa el sector. “Hay un escenario óptimo, con un costo muy bajo de producción frente a nuestros competidores y situaciones de mercado que también nos favorecen, como el cierre a las importaciones y las compras que China comienza a hacer en el mercado mundial”. Tener los granos cerca y a precio reducido, producto de la retenciones, son los factores principales para trabajar con un costo de producción de $5.50/6.00 por kilo de carne. A su vez, el freno a la pulpa brasileña contribuyó a una suba del cerdo, que hoy puede superar los $8.00 por kilo en pié.

Esta relación de precios -contó Ingino- disparó una tendencia: sacarle mayor provecho económico a los granos, sobre todo al maíz, que se comercializa dificultosamente y con grandes descuentos, transformándolos en carne porcina. Sin embargo no es una inversión que esté al alcance de cualquiera, ya que el costo de instalación de un criadero se disparó considerablemente en dólares en los últimos 5 o 6 años. “Cuando nosotros iniciamos Figan, en 2006, la inversión era de u$s3.000 por madre; ahora se necesitan entre u$s5.000 y 7.000”, indicó. Por ello es raro encontrar inversores solitarios y sí proliferan los proyectos asociativos. “Principalmente -dijo- son las cooperativas las más predispuestas porque ellos ya tienen el grano en su poder; hay varias interesadas que han comenzado a hacer consultas”.

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“No nos fijamos plazos, porque primero buscamos la excelencia”

Raúl Regenhardt

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