¿Escasez de buenas noticias?

Arturo Lomello

¿Es posible que sean tan escasas las buenas noticias? Es cierto que la realidad actual es muy compleja y que el hombre padece de la pérdida de orientación que tenía cuando predominaba el sentido religioso, pero, sin embargo, los medios de comunicación muchas veces utilizan las malas noticias como un show manipulando al público en conocimiento de que somos afectos a los espectáculos dantescos, sobre todo cuando no nos involucran directamente.

Es grotesco asistir a la narración de una catástrofe acompañando la noticia con música de fondo o con rítmica percusión como si se tratara de una telenovela. Rara vez se brinda el espacio que merecen las buenas noticias, aquéllas que constituyen la raíz de una vida plena.

Vivimos lamentablemente a través de una gran parte de los medios de comunicación la que se denomina la cultura de la muerte, a tal punto que ocurre lo que acabamos de comentar: apelar a las catástrofes, a las violaciones, a los asaltos, a los asesinatos como anzuelo para pescar audiencias.

El problema fundamental que crea esta situación es que nos vamos saturando de esa cultura de la muerte y entonces las tragedias, los dramas se convierten para nosotros en un espectáculo y adormecen nuestra sensibilidad para captar la alegría de vivir, por supuesto, que finalmente cuando nos llegan los momentos de crisis de nuestra vida nos encuentra ineptos para afrontarlos, por las deformaciones que ha sufrido nuestra sensibilidad.

Obviamente las buenas noticias son escasas porque nos educan para recibir solamente las malas, lo cual tiene una sola forma de corrección y es el evitar que nuestra intimidad sea invadida por la manipulación.

No es fácil nadar contra la corriente, pero es evidente que el mal no es un espectáculo sino la destrucción de nuestra vida y por lo tanto, de la alegría de vivir.