entrevista a Alicia barberis

El tono justo, sin golpes bajos

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Alicia Barberis.

Por Carlos Roberto Morán

La santafesina Alicia Barberis es autora de “El infierno de los vivos”, novela con la que la Editorial Palabrava y El Litoral inauguraron la colección “Las 4 estaciones de la palabra”, una propuesta renovadora para difundir a los autores de la región. Los libros de la colección aparecerán en cada comienzo de estación. El texto de Barberis se editó en este otoño. En los comienzos del invierno se conocerá “El centro de la gravedad”, ficción de Enrique Butti.La autora, finalista del Premio Casa de las Américas, tiene más de veinte libros publicados, para niños y jóvenes, tanto en nuestro país como en España, Ecuador y Perú.

 

—Aunque la novela no lo aclara de manera específica, se interpreta por la dedicatoria de su novela (“A Elba V., protagonista de esta historia”) que “El infierno de los vivos” narra hechos reales. ¿Puede darnos precisiones sobre eso?

—Los hechos ocurrieron hace algunos años en Santa Fe. Tomé contacto con la protagonista a través de un conocido. Ella estaba viviendo en un hogar de menores. Comencé a llevarla a casa algunos fines de semana y pronto se hizo amiga de mi hija. Luego compartió con nosotras algunos meses de las vacaciones y vivió en nuestra casa el último tiempo antes de irse con su verdadero padre, a quien encontramos casi por azar. Conocí su historia a través de sus relatos, pero también a través de las vivencias: visitas al hogar, acompañamiento al Juzgado de Menores, entrevistas con el juez y con la asesora, charlas con sus amigos y con las madres de sus amigas. En mis visitas al hogar también conocí otras historias parecidas. Viví de cerca la falta de protección y de ayuda que tienen los menores en esta situación y sentí una gran impotencia.

—¿En su relato se ha limitado a contar los episodios tal como ocurrieron, o le añadió situaciones nacidas de su imaginación?

—He modificado algunas situaciones, he cambiado algunas circunstancias, he agregado elementos de ficción, pero, en su esencia, la historia transcurre en la novela casi como ha ocurrido en la vida real.

—Dado que se trata de una historia que gira en torno del maltrato de menores, ¿pudo abordar el tema con facilidad o pasó por dificultades a la hora de volcarlo al papel?

—Se me hizo difícil abordar la historia. Había escrito una primera versión hace varios años. Luego la reescribí en su totalidad. Me costó encontrar el tono, precisamente por la dureza del tema. Quería reflejar lo que sentía la protagonista y también las otras chicas que convivían con ella en el hogar, pero quería evitar lo explícito, o los golpes bajos.

—Una vez conocido “El infierno de los vivos”, ¿tuvo problemas con las personas involucradas, a pesar de que no se identifiquen con sus verdaderos nombres?

—Supongo que es muy reciente su aparición como para eso, y muchos años los que pasaron desde el momento en que ocurrió. Sí tuve devoluciones positivas, tanto de la propia protagonista, con quien volví a encontrarme después de muchos años, como con uno de los personajes -una nena que hoy ya es una mujer- quien, al enterarse de la aparición del libro lo leyó y me agradeció luego la escritura.

—¿Cómo trabaja sus textos? ¿Necesita tener la novela “elaborada” de antemano en su imaginación, o contar con un plan previo o, por el contrario, va encontrando el camino a medida que avanza en su escritura?

—Siempre hago un plan previo, una especie de boceto general que me sirve mucho para no perderme, para no irme por las ramas y para darle cierto ritmo. Me gusta generar expectativa, atravesar el argumento con algo inquietante que genere las ganas de avanzar en la lectura. Pero por supuesto también voy encontrando cosas en el camino. Cosas que no estaban previstas y que obviamente me obligan a hacer modificaciones sobre la marcha. Siempre hay una región incierta que no está resuelta en forma total cuando trazo ese primer plan, y siento que es bueno que así ocurra.

—Los párrafos de su novela son notoriamente escuetos, sin abundancia de detalles. ¿Por qué adoptó ese criterio o sistema narrativo para “El infierno de los vivos”?

—Como decía antes, necesité encontrar un tono especial, una voz creíble en un personaje adolescente. Elegí darle cierto toque poético porque sentí que la dureza de la historia quedaba más al desnudo y menos explícita. Ese lenguaje me ayudó a encontrar metáforas para contar las cosas duras que le tocaba vivir al personaje en su vida cotidiana dentro del hogar y el dolor que sentía por lo injusto de su situación. Además, a pesar de los años transcurridos, todavía tengo el recuerdo de lo que yo misma sentí al escuchar esas historias tan terribles contadas con voces casi infantiles, con tonos despojados, simples.

—¿Qué significa escribir para usted? ¿Le ha sido fácil o difícil publicar desde una ciudad del interior de Argentina?

—Escribir para mí es una necesidad, un juego, un compromiso. Y ya sea que me divierta o sufra con lo que estoy escribiendo, no puedo dejar de hacerlo. Cuando empiezo con la escritura de una novela me ocurre algo parecido a cuando comienzo a leer una novela: sé que tengo un mundo paralelo que me está esperando para cuando quiero salir de la realidad palpable. Por otra parte, no me ha resultado difícil publicar, tal vez porque en buena medida mis libros se editaron a través de concursos.