Diplomacia y usos domésticos

Un lugar en el mundo

 

Sergio Serrichio

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Una vez superado, con ayuda de sus privilegios y los recursos del Estado a su personal disposición, el susto por la intervención quirúrgica de su hijo en el mismo centro médico de excelencia (privado y vinculado al Opus Dei) en el que a fines de 2011 fue operada de su falso cáncer de tiroides, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner podrá abocarse a una de las cosas que más le gusta y que mejor demuestra el predicamento de su gobierno: la política exterior.

Hoy, en el trigésimo aniversario de la rendición de las fuerzas militares argentinas en Malvinas, hablaba en Nueva York ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, para reivindicar los derechos históricos de la Argentina sobre las islas y denunciar el colonialismo británico. Muy pocos argentinos podrían no acordar con esas partes de su discurso, aunque muchos sí critiquen la “malvinización” de nuestra política exterior y, en particular, sus usos domésticos.

La presidenta aprovechará también su estadía en Nueva York para avanzar en las relaciones con ExxonMobil y Apache, las petroleras norteamericanas en mejores condiciones de explotar, por recursos y tecnología, las reservas de energía “no convencional” que la Argentina tendría en el yacimiento de “Vaca Muerta”. Sería toda una paradoja que el gobierno haya expropiado, y en gran medida “nacionalizado” YPF, para asociarla a la más poderosa multinacional del mundo. Los 450.000 millones de dólares de facturación anual de ExxonMobil no sólo le permitieron desbancar a Wal-Mart del ranking mundial de ventas, sino también superar el PBI argentino.

Cumbre y visita

De Nueva York, la presidenta volará a Los Cabos, en México, a participar de la séptima “Cumbre de Líderes” del G-20, el grupo de naciones centrales y emergentes (en rigor, 19 países y la Unión Europea) formado a fines del siglo XX para lidiar con las crisis financieras que por entonces se sucedían en los países “emergentes” (México y la Argentina en 1994/95, varios del sudeste asiático en 1997, Rusia en 1998, Brasil en 1999) en un foro más amplio que el tradicional G-7, donde se reunían las naciones “ricas” o “desarrolladas” que, se asumía, eran estables y a prueba de crisis.

Pocos días después, ya en Buenos Aires, el 23 de junio, la presidenta recibirá la visita de Wen Jiabao, el primer ministro de China, la debilitada “locomotora” del aún positivo crecimiento mundial y socio clave de la Argentina tanto en materia de comercio y de inversiones como en proyección estratégica en clave de “seguridad alimentaria”.

Roles y rangos

Aunque la enumeración sugiere un activísimo rol en las cuestiones mundiales, la verdad es más bien la contraria. Por caso, la participación en el G-20 es un legado de tiempos y personajes que el oficialismo prefiere ocultar. El grupo se formó en 1999, cuando los entonces secretarios del Tesoro de EE.UU. y Canadá, Lawrence Summers y Paul Martin, garabatearon en un sobre una serie de países y gobiernos con los que discutir la crisis. La Argentina fue el tercer “latinoamericano” (los otros son Brasil y México). Martin les contó a los periodistas canadienses John Ibbiton y Tara Perkins que él y Summers pensaron elegir a Chile, pero al final primó el mayor PBI argentino y el hecho de que el gobierno de Menem era un actor destacado en los “mercados internacionales de capital”, donde se endeudaba a lo loco.

Durante varios años, el G-20 fue un foro de banqueros centrales y burócratas de Finanzas. Pero ascendió de rango a fines de 2008, gracias a una combinación: la eclosión de la crisis de las hipotecas y la quiebra de Lehman Brothers, que amenazaba desfondar la economía mundial, comenzando por Estados Unidos, y el fin de un ciclo político. Desesperado, el saliente presidente George W. Bush convocó a la primera “Cumbre de Líderes” del G-20 e incluyó en la reunión a su sucesor, el ya electo Barack Obama. En síntesis, el lugar de Cristina en el G-20 es un legado de Menem y de Bush.

Lo importante, con todo, es qué se hace allí. Hasta ahora, la presidenta eligió hablar para la tribuna local y resignó toda influencia fáctica. Igual que hacia dentro, el relato importa más que la gestión. Varios miembros del G-20 ya expresaron disgusto con el gobierno. En abril, Washington suspendió las ventajas que concedía a la Argentina en el marco del “Sistema Generalizado de Preferencias”. En mayo, 40 países (EE.UU., los 27 de la Unión Europea, Japón, México, Australia, Turquía, Corea del Sur, entre otros) denunciaron al país ante la Organización Mundial del Comercio por el proteccionismo sin reglas de Moreno. Y la UE anunció el retiro de ventajas comerciales a partir de 2014.

Buscando ubicación

Pese a lo anterior, a la falsificación de las estadísticas oficiales y al fuerte conflicto con España por la reciente expropiación de YPF, no es cierto que la silla argentina en el G-20 esté en riesgo. Aunque España (que no integra ese foro) o la Unión Europea cuestionen el lugar de nuestro país, China y Rusia se opondrían a cualquier intento de desalojo. Pero la desconfianza es evidente. El grupo eligió darle por segunda vez la secretaría pro-tempore al gobierno mexicano (lugar que ya ocupó el de Brasil) en lugar de asignarla, como correspondía rotativamente, al gobierno argentino. Los conflictos y el estancamiento del Mercosur y el papel meramente discursivo que Cristina eligió darse en el G-20 y otros foros de peso explica su búsqueda en otros frentes. De allí que, en los meses subsiguientes, Cristina desplegará una serie de giras y acciones comerciales y diplomáticas similares a la que coronó en su reciente visita a Luanda, la capital de Angola. En la lista figuran Azerbaijan, Vietnam, Jordania y Argelia, países que comparten con Angola al menos una de dos características: tienen el mismo gobierno hace 30 años y/o son países abundantes en energía, un recurso al que las políticas domésticas del kirchnerismo tornaron escaso.

La presidenta definió una vez a El Calafate como su “lugar en el mundo”. Habrá que ver, en lo que resta de su presidencia, en qué lugar deja a la Argentina.

Reivindicación soberana y búsqueda de socios en Nueva York, cumbre de líderes en México, visita del premier chino en Buenos Aires y viajes por Asia y África son parte de la agenda internacional inmediata de Cristina.

Un lugar en el mundo

Malvinas

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó hoy en el diario londinense The Times una solicitada en la que le vuelve a pedir al Reino Unido “que le dé una oportunidad a la paz”, horas antes de hablar sobre Malvinas ante el Comité de Descolonización de la ONU.

La mandataria también agradeció a los demás países el respaldo internacional al reclamo de soberanía. Cristina tenía previsto hablar a las 16, marcando con su presencia la primera vez que un jefe de Estado argentino toma la palabra ante el foro que analiza casos de colonialismo.

/// EL DATO