opinión

Sin educación, no habrá trabajo digno

Hasta hace algunas décadas, cualquier persona que buscara un empleo digno debía cumplir con el requisito mínimo de haber completado la escuela primaria. Sin embargo, los tiempos cambiaron; las exigencias de formación y de especialización se fueron profundizando.

Tanto es así que, en estos momentos, hasta la escuela secundaria resulta insuficiente para acceder a un empleo bien remunerado. Como mínimo, cualquier aspirante a un puesto laboral debe contar con estudios terciarios y universitarios completos, aunque en muchos casos ni siquiera estos requisitos garantizan el éxito en la búsqueda de trabajo.

En este contexto, El Litoral acaba de publicar datos del Censo 2010 que encienden una luz de alarma. En el país, el 18% de los chicos de entre 15 y 17 años, no asiste a la escuela secundaria. En la provincia de Santa Fe, las cifras son aún más preocupantes, pues el mismo censo indica que en este territorio el 23,1% de los adolescentes de esas edades está fuera del sistema educativo.

El Ministerio de Educación santafesino no coincide con estas estadísticas. Según los datos provinciales, los adolescentes que no cursan el nivel medio alcanzan al 16%. Es decir, 7 puntos menos de lo que reflejó el último censo.

Básicamente, las autoridades provinciales argumentan que desde 2009 se abrieron en Santa Fe 234 escuelas secundarias y que el impacto de este nuevo escenario no llegó a verse reflejado en el censo de 2010.

Según el Ministerio, en 2008 la matrícula del nivel medio era de 211.763 alumnos y subió a 216.475 estudiantes en 2011, lo que representa un 2,23% de crecimiento de cobertura en tres años. Y este aumento se produjo a pesar de que la cantidad de habitantes de entre 15 y 17 años en la provincia se redujo un 0,75% desde 2001, fruto de un evidente proceso de envejecimiento de la población.

Pero más allá de las diferentes miradas que existen desde la Nación o la Provincia con relación a esta problemática, lo cierto es que en cualquier caso la cantidad de adolescentes fuera del sistema educativo representa un grave problema, cuyas consecuencias repercutirán con fuerza durante los próximos años.

Los que hoy se encuentran fuera del sistema educativo, serán quienes conformarán la mayor proporción de los desocupados de mañana. La falta de posibilidades futuras, profundizará las enormes diferencias que ya existen entre sectores que forman parte activa del sistema productivo y aquellos que subsisten en la marginalidad, sin posibilidad alguna de verse favorecidos por algún proceso de movilidad social.

A fines del año pasado, cuando el país aún no sufría la inocultable crisis actual, un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina ya advertía que el crecimiento de la economía no garantiza la reducción de la inequidad y la pobreza.

El mismo Estado incapaz de evitar esta sangría del sistema educativo, es el que carece de las herramientas necesarias para garantizar la inclusión real de millones de familias.

Sin educación, no hay trabajo. Y cuando el trabajo falta, cualquier intento de desarrollo humano resulta infructuoso.