Pasó esta semana

Escenas tragicómicas del delito cotidiano

De la Redacción de El Litoral

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No son delitos de los considerados “graves”, incluso diremos que se trata de ilícitos de “poca monta”, ya que en ninguno de los casos hubo que lamentar víctimas y los objetos en juego resultan de escaso valor económico. Igualmente podríamos afirmar que se trata de vulneraciones a la propiedad privada que al menos resultan curiosas por los objetos en sí o por las circunstancias en que se produjeron.

En la madrugada del jueves, un joven de 17 años rompió un ventiluz que le dio acceso a la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y robó allí elementos de albañilería.

Según detallaron voceros policiales se llevó una amoladora, una cuchara de albañil, una maza, un cortafierro y elementos varios vinculados con el oficio.

Fue cerca de las 4 de la madrugada y la policía lo detuvo a pocas cuadras del lugar con el botín que había sustraído de la casa religiosa. Fue puesto a disposición de la Justicia de “Menores”, que al parecer respeta tanto como a la “Divina”.

En el bowling

Horas más tarde, personal de Caballería de la unidad Regional Uno arrestó a dos muchachos de 27 años que trataban de escapar con una bocha de bowling de un local de esparcimiento.

Tal vez envalentonados por el alcohol, los amigos intentaron llevarse una pieza de la cancha, inútil sin los bolos y la pista, pero más fácil de disimular envuelta en un abrigo.

Al parecer, un guardia de seguridad fue el que advirtió que la campera que llevaba uno de los clientes resultaba demasiado pesada.

Finalmente, los vándalos fueron retenidos en las inmediaciones de San Jerónimo e Hipólito Yrigoyen, a pocos metros del local comercial.

La ocasión...

Pero sin dudas que el delito que más reprobación genera en la sociedad es el tercero de esta zaga y que tuvo como protagonista a un hombre mayor, que aprovechando la desgracia ajena, intentó robarse el estéreo de un auto volcado.

Efectivos de la URI atraparon “in fraganti” al delincuente ocasional, que ayer al mediodía revisaba el Volkswagen Gol que quedó ruedas para arriba, producto de un vuelco ocurrido esa misma mañana.

Mientras su conductora estaba siendo asistida en el hospital José María Cullen, el ladrón trabajaba afanosamente por desconectar los cables del estéreo.