Arte contemporáneo

Entre temporalidades y el fin del planeta

El ensayista Terry Smith articula en un libro una secuencia que conecta el pasado con el futuro de la producción artística.

El ensayista Terry Smith articula en un libro una secuencia que conecta el pasado con el futuro de la producción artística.

“Línea amarilla sobre rojo”, del pintor Gerhard Richter, se exhibió en la galería de arte Nuevos Maestros de Dresden, en Alemania, en 2005. Fotos: Archivo El Litoral


De la redacción de El Litoral

Los múltiples relatos que dispara una obra y la homogenización de la agenda temática del arte a escala global, son algunos de los aspectos que aparecen esbozados en la obra “¿Qué es el arte contemporáneo?”, en la que el ensayista australiano Terry Smith articula una secuencia que conecta el pasado con el futuro de la producción artística.

El investigador y crítico explora a lo largo de seis capítulos las principales corrientes del arte pasado y actual: el regreso al modernismo en la obra de Richard Serra y Gerhard Richter, el “retrosensacionalismo” de figuras como Damien Hirst y Takashi Murakami o el modo en el que los artistas post-coloniales se ocupan de cuestiones como la identidad, la historia y la globalización, entre otros aspectos.

A la manera de un GPS que guía a los amantes del arte por los desafíos que plantea la producción artística, en “¿Qué es el arte contemporáneo?” -publicado por Siglo XXI editores- Smith analiza también las estrategias de una generación de artistas que lejos de la provocación gratuita se interroga sobre la temporalidad y las potencialidades interactivas de los distintos medios materiales, consigna Télam.

Con estructuras propias

“El arte contemporáneo es la red institucionalizada a través de la cual el arte de hoy se presenta ante sí y ante los distintos públicos del mundo. Se trata de una subcultura internacional activa, expansionista y proliferante, con sus propios valores y discursos, sus propias redes de comunicación, sus héroes, heroínas y herejes, sus organizaciones profesionales, sus encuentros y monumentos, sus mercados y museos, en síntesis, sus propias estructuras de permanencia y cambio”, explica el autor.

“En sus esfuerzos por encontrar la figura dentro de la forma, por rescatarla de lo informe, los artistas no pueden evitar el empleo de prácticas de búsqueda y exploración que, junto con el auge cada vez mayor de lo fotogénico (fotográfico, cinematográfico y digital) y el impulso conceptualista a que el arte adopte un carácter provisional, constituyen los mayores legados técnicos y estéticos de los siglos XIX y XX”, sostiene en la obra.

Uno de los desafíos centrales que afronta la producción contemporánea es encontrar mecanismos de legitimación que funcionen como equivalentes de lo que significaron las vanguardias para el arte moderno como disparadoras de nuevos sentidos, ahora que se han disuelto los focos paralelos de producción y el arte aparece condensado en el circuito oficial.

Un nuevo paradigma

Por otra parte, a partir de los nuevos escenarios impuestos por la expansión tecnológica y los cambios en la percepción del tiempo, los museos y espacios de exhibición contemporáneos deben hallar un nuevo paradigma que deseche las miradas clausuradas y propicie una mayor interacción con el espectador.

Smith analiza el entramado integrado por artistas, mercado e instituciones para ofrecer una definición multifacética que elude la afirmación simplista de que el arte contemporáneo es la totalidad de lo que se produce en la actualidad, al mismo tiempo que presenta una perspectiva que articula los disparadores del pasado con los móviles del presente.

A diferencia del pasado, las obras contemporáneas se analizan hoy a partir de un gama compleja de zonas que las legitiman, desde los debates y los discursos de la crítica sobre las imágenes hasta los cruces con la literatura y el cine: la construcción de esas imágenes es más compleja y ya no es importante para trabajar sobre una obra que ésta haya sido legitimada por los circuitos sino que tenga un interés cultural y dispare interrogantes.

Smith, que dicta clases en la Universidad de Pittsburgh, detecta tres grandes corrientes en el arte contemporáneo: la primera de ellas, titulada “retrosensacionalismo”, se nutre de las altas y bajas de la economía neoliberal, el capital globalizado y las políticas neoconservadoras, mediante estrategias de las vanguardias de comienzos de siglo XX, presente en la obra de artistas como Damien Hirst, Julian Schnabel y Jeff Koons.

La segunda tendencia, que Smith denomina “el giro post-colonial”, es portadora de un arte que valora lo local y lo nacional, que se opone a la globalización y que promueve la diversidad, la identidad y la crítica.

Aunque se mantiene en diálogo problemático con valores “internacionalistas”, esta modalidad deja ver las fisuras de lo global y la incompatibilidad esencial entre las “culturas avanzadas” y aquellos que las rechazan.

Finalmente, la tercera corriente elude los manifiestos totalizantes y se dedica a producir obras de intención puntual y en pequeña escala, concentrándose en las posibilidades interactivas de los distintos medios y materiales de trabajo.

Así, los artistas asumen críticamente su progresivo extrañamiento del entorno cotidiano y cuestionan la posibilidad de definir la temporalidad, de hacerse un lugar en el mundo y de potenciar su capacidad para hundirse en una constante interactividad entre “afectos” y “efectos”.

Smith sostiene que lo contemporáneo es cuestionador, equívoco e indagador y está dirigido no sólo al mundo del arte y a su entorno contemporáneo, sino a examinar “la ontología misma del presente”, por lo que se interroga: “¿qué significa existir en condiciones de contemporaneidad?”.

Para el autor, la producción contemporánea está definida por la coexistencia entre diversas temporalidades y conceptos de “ser”, junto a la idea de que se acaba el tiempo y el espacio, según las teorías que predicen la crisis del planeta.

El ensayista Terry Smith articula en un libro una secuencia que conecta el pasado con el futuro de la producción artística.

“False Idol” es el título de la instalación del artista británico Damien Hirst, que formó parte de la exposición “Pop life, art in a material world” exhibida en la Tate Modern de Londres en 2009.

El ensayista Terry Smith articula en un libro una secuencia que conecta el pasado con el futuro de la producción artística.

“La materia del tiempo”, del escultor norteamericano Ricchard Serra, siete obras monumentales de acero, consideradas por el autor como la creación más importante de su carrera. Se exhibió en el Museo Guggenheim de Bilbao en 2005.