DEL RENACIMIENTO ITALIANO AL BARROCO HOLANDÉS
DEL RENACIMIENTO ITALIANO AL BARROCO HOLANDÉS
Investigación sobre las letras de los bares de Amsterdam
Una indagación sobre los orígenes de las letras vernáculas holandesas y la expansión del Humanismo en Europa.
Diversos ejemplos de la “Amsterdamse Krulletter” o letra cursiva de los bares de Amsterdam. Fotos: R. Espinoza
Ramiro Espinoza (*)
Las letras son dispositivos peculiares. Constituyen el vehículo privilegiado de las lenguas escritas y son sin dudas el elemento fundacional de la historia. Los sistemas de escritura codifican el lenguaje, pero a la vez en ellos existen otros niveles de lectura que alojan un nada despreciable caudal de información. Todas las letras han sido producidas por una mano humana, poseen un diseño. A pesar de su aparente simpleza, el alfabeto latino no es fácil de dibujar o caligrafiar. En cada período histórico, la escritura formal demandó de artesanos entrenados que interpretaron y adaptaron las formas de acuerdo con las ideas estéticas de su época. De la evolución y mutaciones estilísticas de nuestros modelos de escritura se pueden construir narrativas que conllevan las mismas problemáticas de cualquier producción cultural.
Podemos afirmar que ciertos estilos despiertan afinidad. Tipologías caligráficas o tipográficas pueden conformar un elemento importante en la identidad y sentimiento nacionales de un pueblo -como sucede, por ejemplo, con los diversos tipos de letras góticas en la Europa germánica o con las capitales monumentales romanas.
El caso de Amsterdam, una ciudad con un “paisaje tipográfico” especialmente rico, vale la pena ser analizado. Por un lado es la capital de un país que posee una interesante historia en el arte de producir letras, pero también la ciudad misma ha sido cuna de diversos movimientos que dejaron su impronta en esta actividad y contribuyeron a la diversidad que puede encontrarse en sus calles.
Página extraída del libro de P. van Looy Jr en la que se basó Jan Willem J. Visser para desarrollar su modelo para decorar los bares.
Foto: Library of the University of Amsterdam
En los barrios tradicionales de la ciudad, los bares añejos son una entrañable institución. Estas tabernas que los locales llaman cariñosamente “bares marrones” (Bruine Café’s) con frecuencia están decorados con un tipo de escritura cursiva pintada con enorme destreza. A pesar de tratarse de un trabajo manual cuya ejecución está sujeta siempre a variaciones, llama la atención el cuidado que ha sido puesto en respetar una tipología determinada. Cada letra respeta un diseño asignado de manera estricta y ejecutado con maestría. El diseño del alfabeto es sumamente peculiar. Guarda relación con la caligrafía holandesa del siglo XVII, pero a la vez posee abundantes elementos originales que lo enriquecen y de alguna manera inauguran otro estilo. “Krulletters” significa en holandés “letras con rulos” y éste es uno de los nombres con el que habitualmente se lo identifica.
Una tradición ignorada
En aguda oposición con el afecto que los parroquianos manifiestan por estas letras, los medios especializados en diseño holandeses nunca posaron su atención en esta tradición ni se preocuparon por historiarla. Un poco como en el relato de Edgar. A. Poe “La carta robada”, a veces no se aprecia aquello que es demasiado familiar. La falta de bibliografía e información hizo que “El caso de la letra de los bares de Amsterdam” se convirtiera en mi pequeña obsesión. Luego de muchos meses de preguntar por la identidad de olvidados letristas, pude identificar a uno de ellos y comenzar a reconstruir la historia del estilo. Pruebas documentales halladas en los registros fotográficos de la ciudad y otras preservadas por familiares de las personas involucradas hicieron que pudiera finalmente rastrear sus orígenes y desarrollo.
Alfabeto de Johannes Heuvelman de 1659 que sirvió de modelo para el de P. van Looy Jr. Foto: Noord-Holland Archives.
El autor del estilo fue el letrista Jan Willem Joseph Visser (1911-1987). Las fotografías preservadas en los archivos de la ciudad demuestran que, a comienzos de los años 50, Visser comenzó a pintar la peculiar cursiva en las vidrieras de las tabernas que vendían cerveza Amstel. Como era habitual entonces, muchas firmas contrataban a letristas para que cuidaran la reproducción de sus logos en los diversos soportes y a menudo también otorgaban ciertos beneficios promocionales a los bares para que sólo vendieran su marca. Amante de la caligrafía y los maestros holandeses de escritura del Siglo de Oro, Visser adaptó, con una buena dosis de creatividad, un alfabeto del libro de P. van Looy Jr. “Letters en hare grondvormen naar de beste bronnen...” (1885). El libro era un catálogo destinado a proveer de buenas referencias a artesanos que trabajaran con letras. El alfabeto elegido por Visser estaba identificado como “Oude Hollandse Schrift” o sea “Antigua letra holandesa” y el autor del libro consignaba en sus páginas que el modelo había sido copiado del de Johannes Heuvelman.
El arte de escribir en el Siglo de Oro holandés
Heuvelman fue una figura relativamente menor entre los calígrafos holandeses del siglo XVII al cual se le conoce tan sólo una obra didáctica publicada en Haarlem, en 1659: “Stichtich ABC tot Nut der Jeucht geschreven”. Entre los modelos de cartas y documentos que se hayan reproducidos como ejemplos, puede encontrarse el que sin dudas fue copiado por P. van Looy Jr. Analizándolo con detenimiento, es probable que entre el modelo de Heuvelman y el de van Looy haya mediado también la influencia de quien fuera el más importante pendolista de Holanda y posiblemente uno de los mejores de todos los tiempos: Jan van den Velde (1593-1641). Las mayúsculas profusamente ornadas que utilizara Jan Willem Visser en las vidrieras de Amsterdam provienen sin dudas de una página del famoso libro de van den Velde “Spieghel der Schrijfkonste” (1605).
Una de las páginas del libro “Essemplare di piu sorti lettere” (1560) de Giovanni Francesco Cresci. Foto: imagen de dominio público
Quisiera detenerme en el nombre con el que P. van Looy Jr. publicó su modelo: “Antigua letra holandesa”. Es la misma denominación que utiliza orgullosamente Visser en el único reportaje que le hicieron en su vida. Entre quienes pueden identificar estas letras en Amsterdam existe el mismo sentimiento de familiaridad que las reclama como algo autóctono.
Sin embargo en el siglo XVII, los manuales de escritura dedicaban la mayoría de sus páginas a los modelos percibidos entonces como nacionales o locales: diversas variantes de la bastarda flamenca (que derivaron luego en los estilos tipográficos góticos conocidos como “Fraktur”), letras góticas cuyas formas nos resultan hoy tan ajenas que sólo podemos leerlas con extrema dificultad. Por el contrario, los estilos que son tema de este artículo eran por entonces considerados foráneos, apropiados sólo para reproducir textos en lenguas romances. Las muestras de los mismos ocupaban por lo general las últimas páginas de los libros, lo que ilustra bien su jerarquía.
La letra cursiva latina de los textos holandeses en verdad había sido copiada y adaptada de manuales italianos del siglo XVI. El verdadero origen del estilo se encuentra en la obra del calígrafo italiano Giovanni Francesco Cresci, quien en 1560 publicó en Roma un texto donde expone un nuevo tipo de escritura de espíritu barroco: su propia “Cancellaresca Corsiva” ( o “Testeggiata”) que, al ser caligrafiada con una pluma cortada en punta, adquiría detalles distintivos que la distanciaban de la por entonces establecida cancilleresca renacentista (de donde deriva nuestra letra itálica moderna), que se trazaba usando una pluma de punta chata.
Capitales de Jan van den Velde provenientes de su obra “Spieghel der Schrijfkonste” (1605). Foto: Library of the University of Amsterdam
La creciente influencia del Humanismo en Los Países Bajos fue el elemento clave que gradualmente y a lo largo de los años fue inclinando el gusto local por estilos de procedencia italiana. Por supuesto, esta corriente filosófica cambió mucho más que la apreciación por las letras. A lo largo de la historia, el Humanismo habría de aportar elementos enriquecedores y antagónicos hacia los aspectos más despóticos del Calvinismo.
La cultura siempre es híbrida y sus expresiones se nutren de aportes que trascienden las fronteras. En tiempos en los que Europa del Norte se desvela por esgrimir “su” identidad frente a la aparente amenaza de lo foráneo o de la falta de constricción de Europa del Sur, un poco de luz sobre los orígenes de algunas manifestaciones vernáculas (tanto folclóricas cómo elevadas), puede deparar más de una sorpresa.
*) Estudió Diseño Gráfico en la UNL y Diseño de Tipografía en la Real Academia de Artes de la Haya. En Argentina trabajó en El Litoral, UBA, Sección Revistas del diario La Nación y Banco Galicia. Actualmente reside en La Haya, donde se dedica a la producción y venta de tipografía digital desde su sitio re-type.com