ENTREVISTA (VIRTUAL) CON JULIA RUIZ Y LEONARDO PEZ
ENTREVISTA (VIRTUAL) CON JULIA RUIZ Y LEONARDO PEZ
“Dos voces queriendo hablarse y escucharse”
Estanislao Giménez Corte
http://blogs.ellitoral.com/ociotrabajado/
“¿Querés un mate? Diálogos e-pistolares” (UNL, 2012), de Julia Ruiz y Leonardo Pez, nació -dice la autora-, como “una inquietud que teníamos de manifestar las diferentes formas de escribir. Queríamos escribir de otra forma, estábamos medio cansados de los formalismos, de escribir poemas ‘premiables’ y cosas predecibles: de ahí surge el proyecto”. Las respuestas de una y otro a las preguntas de este diario se dieron, para que la lógica del libro encuentre cierta continuación en este medio, por mail: un dispositivo elegido ex profeso. “Una vez avanzada la obra surgió la idea de presentarnos en los proyectos CreAR de la UNL”, completa. Leonardo, a su vez, refiere que “la idea del intercambio epistolar nace a mediados de 2007, luego de haber compartido poco más de un año en el Encuentro Literario Sub 20 -coordinado por Alfredo Di Bernardo-. En ese momento, el objetivo principal era encontrar un lugar diferente para expresarnos. La dinámica de las epístolas nos hizo entender, además, que ese ‘espacio’ era una nueva forma de desafiarnos mutuamente y, en consecuencia, desafiar nuestros esquemas de literatura”.
Los juegos intertextuales
-Hay en el intercambio del libro un rasgo lúdico, de juego al interior del lenguaje, podría decirse ¿coinciden con esta observación, dónde y cómo creen que se origina ello?
J: Creo que esta invitación al juego viene dada por muchos factores: uno de ellos es el reconocimiento directo a grandes autores de la literatura que han marcado nuestro camino en la escritura: Girondo, Cortázar, Huidobro, el movimiento surrealista francés y español, etc. Otro de los motivos creo que tiene que ver con ‘desestructurar’ un poco el lenguaje poético, dejarlo fluir, hacerlo interesante, divertido, para acercarlo al lector.
L: Sí, particularmente creo que ese rasgo es algo así como el espíritu del libro. Si bien la idea original era “el intercambio por el intercambio mismo”, con el correr del tiempo y de las epístolas fuimos incorporando otras perspectivas y otros recursos (como es el caso de los caligramas) con el propósito de actualizar sin agotar el intercambio epistolar.
-Puede observarse también un carácter que podemos llamar intertextual en la edición, con permanentes referencias, tipografías, dibujos, quiebres de la linealidad del texto convencional, que recuerdan en algunos casos al Cortázar de “Último Round”, en otros a Girondo, o a los caligramas de Apollinaire. Inclusive eso se ve en la disposición gráfica del libro. ¿Qué lugar le otorgan a ese trabajo, consideran que es parte de su propuesta literaria, se relaciona con su juventud, con la necesidad de presentar ciertas innovaciones?
J: Creo que esta serie de ‘juegos intertextuales’ tiene que ver un poco con lo que decía antes: desestructurar el lenguaje, aflojarlo de tensiones, hacerlo atractivo, que el lector no tenga nada servido: que tenga que movilizarse, actualizarse, indagar para poder reconocer las referencias explícitas e implícitas- que el texto ofrece. A su vez, los caligramas en particular (poemas que forman dibujos) son una vuelta necesaria al surrealismo, podría decirse una deuda pendiente. Ahora que las literaturas de vanguardia se han superado, ahora que atravesamos un período de poesía y narrativa mucho más intimista y personal, vale la pena volver a mirar aquello que se dejó atrás y resignificarlo, de alguna manera, desde el lugar que nos toca. Así que con respecto a tu pregunta, no creo que se trate necesariamente de ‘innovaciones’ lo que hacemos en este libro: sí creo que es un camino de vuelta, una visita a un campo superado que pretende una revisión y una resignificación.
L: La intertextualidad ocupa un lugar importante en “Querés un mate?”. Lo interesante es que, si bien se vincula estrechamente con la idea de renovar y hacer más atractiva la propuesta, fue algo que hemos ido incorporando en el transcurso del intercambio. De hecho, la mayor parte de esos quiebres en la linealidad del texto se encuentran a partir de la segunda mitad del libro.
-¿Cuáles son las influencias de cada uno? ¿Con qué autores o tendencias se identifican? ¿Qué cosas destacarían de esas influencias en su propia prosa?
J: En mi caso, las influencias son vastas y muy diferentes. Creo que esa pluralidad se traduce en mi escritura: a veces es solemne, como hubiese querido Borges; a veces es más jugada, más como Cortázar (el tocayo querido)-, a veces es breve, más Pizarnik. Vicente Huidobro cambió mi manera de pensar la poesía: Luis García Montero y los poetas españoles de ‘la otra sentimentalidad’ cambiaron mi manera de escribirla. La canción de autor española (Serrat, Sabina, Serrano) también está presente en mi escritura: ésta es un espacio abierto donde fluyen las poéticas.
L: Las influencias son variadas, y con el paso del tiempo se van incorporando más lecturas y más autores. Creo que hay un núcleo común -culpable quizá de este intercambio epistolar...- caracterizado por cuestionar la solemnidad de cierta literatura y tensar la cuerda de lo que “se puede decir”, núcleo dentro del que pueden incluirse Julio Cortázar y el chileno Vicente Huidobro. En mi caso, tengo una particular preferencia por la literatura latinoamericana: Mario Benedetti, Juan Gelman, Nicanor Parra, Octavio Paz y Roberto Bolaño.
-Se dice en el prólogo que el libro es fragmentario y experimental ¿estuvo esa intención predeterminada o se dio naturalmente en el propio intercambio de mails?
J: Creo que la noción experimental siempre estuvo, desde los inicios del proyecto: de hecho, este libro no es más que el resultado de una serie de experimentos literarios que, felizmente, desembocaron en un buen puerto. La fragmentación creo que viene dada por el propio intercambio, como vos bien decís: la escritura de uno silencia la escritura del otro, y esa superposición a veces pondera algunas cosas y a veces excluye o fragmenta otras. De ahí creo que este libro sea fragmentario: son dos voces queriendo hablar y escucharse, y en ese intercambio conservan y pierden muchas cosas.
L: Sí, el carácter experimental está presente desde el vamos. Desde el momento en que Julia y yo asumimos el “desafío” de escribirnos por el mero hecho de escribirnos: sin tiempos, sin brújula, sin pensar en un resultado inmediato, sin otra exigencia que encontrarnos con una voz diferente de cada uno de nosotros.
En cuanto al carácter fragmentario, creo que responde fundamentalmente al intercambio de dos escritores con diferentes lecturas, experiencias y recorridos, que buscan un espacio de diálogo donde encontrarse verso a verso, renglón a renglón. Además, otro factor relevante a la hora de hablar de lo fragmentario, es el paso del tiempo, o dicho de otro modo, el paso de Julia y yo por el tiempo.
-¿Tuvieron en cuenta, para este libro, algunos de los muchos antecedentes de libros estructurados a partir de cartas (novela epistolar), como “Las relaciones peligrosas”, de De Laclos, o “Boquitas Pintadas” de Puig?
J: Las referencias están a las claras, no se pueden negar. Pero creo que este libro pretendía, más allá de la resignificación del género epistolar (que es uno de los planteos centrales) poner de manifiesto nuestra mirada sobre la literatura: una mirada crítica pero esperanzada, que busca la renovación desde la recuperación, que indaga en los modos y maneras de escribir, que plantea nuestras inquietudes y nos define como sujetos de cambio, en permanente vaivén.
L: Creo que la lectura de Rilke, muy presente en aquellos años, tuvo algo que ver, aunque tal vez de una forma no tan deliberada. Es decir, el motor principal de “Querés un mate?” fue encontrar un espacio distinto pero no tanto- a la prosa y a la poesía, desde el cual hablar de la prosa y de la poesía... y del mate!
Un hecho curioso es que durante el proceso de escritura del libro e, incluso, tiempo después, me fui acercando a algunas obras propias del género epistolar, como ser “Boquitas Pintadas” (Puig) y “De A para X” (John Berger).
Julia Ruiz (1986) es licenciada en Letras y ha recibido premios en certámenes regionales, provinciales y nacionales. En 2011 publicó “Díptico”. Leonardo Pez (1986) es estudiante de Ciencias de la Comunicación y ha recibido diversas distinciones. Foto: ARCHIVO