El Gepetto sanfafesino

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Oscar “Catín” Nardi

Santafesino de nacimiento y brasileño por adopción, desde años reside en Mina Gerais. Allí fundó la Compañía de marionetas “Navegantes” y preside su propio centro cultural: el “Ateliê Catin Nardi”, un espacio “hecho a mano”.

TEXTO. FLORENCIA ARRI. FOTO. MAURICIO GARÍN.

Retrospectiva “En 1989 viajé a Villa Gesell junto a Los Mamelis, para hacer temporada teatral. Allí conocí a mi ex mujer, Ninom, la razón por la cual me fui a Brasil y con quien estuve casado seis años en una playa de Espíritu Santo, Brasil. Después me fui a Mina Gerais, donde conocía a Acacia, mi esposa y madre de mis dos hijos, Vinicius Bianco e Igor Nicolás. En Mina Gerais comencé una historia que reúne la experiencia forjada a lo largo de los años: un espacio cultural que reúne un taller de creación y construcción de marionetas que funciona también como escuela; una sala de marionetas que es la única en su tipo en esa ciudad, y un café con showroom donde vendo marionetas fabricadas en serie, como producto decorativo. Ahí vuelco la experiencia que comencé en teatro hace años, en Santa Fe, donde fui el primer zanquista. Hoy mis muñecos hacen lo que yo hacía en teatro callejero, aquella primera etapa fue la base de todo. Siempre digo que siento saudade, una especie de nostalgia agradable de cuando vivía en Santa Fe, trabajaba en teatro y tenía tiempo de dedicarme exclusivamente a lo teatral. Desde que me fui vivo del teatro en Brasil, cuido al mismo tiempo de la producción comercial cuanto de la teatral con un equipo de gente que trabaja para mí; pero obviamente el tiempo se divide entre esas actividades. La fórmula de trabajar solo en una estructura piramidal, infelizmente verticalista -porque sería un sueño tener un grupo para trabajar con gente y pensar juntos- fue la solución para poder trabajar y vivir de ese arte”.

Otro escenario “En mis comienzos en Brasil viví en un poblado de pescadores donde intenté en vano juntar personas para hacer teatro, era comenzar todo cero. Así invertí en la posibilidad de crear elencos de muñecos para hacer mis espectáculos, bastante enfocado en la cuestión de la marioneta de hilos. Eso, en tres años se transformó en algo profesional gracias al trabajo junto un marionetista brasileño y artista plástico inconmensurable: Álvaro Apocalipsis, ya fallecido. A él y su esposa, Teresa Veloso, los conocí en Mina Gerais. Trabajé en su taller y completé una formación que comencé en Santa Fe y que pude plasmar en un salto en mi trabajo en el 1994, con la creación de la Compañía de marionetas Navegantes”.

Día a día “Aquí no llegué a vivir del teatro, me dividía un poco con algunas habilidades artesanales para batallar la vida y el día a día. Cuando me fui a Brasil enfrenté la necesidad de ganar dinero para vivir sin tener una estructura familiar próxima. Hubo que hacer una opción: o metía la cabeza en otra cosa para salir adelante o echaba mano a lo que ya sabía. Ahí me di cuenta que habían pasado casi catorce años dedicado casi exclusivamente al teatro. Cuando decidí continuar fue el inicio de la compañía Navegantes y del perfeccionamiento. Desde entonces ya no pude dedicarme a la experimentación, a la creación como antes. Extraño los ensayos dedicados, sin horarios... hoy siempre tienen un horario de inicio y de final. A pesar de todo, dispongo de mi espacio, de un lugar que me permite al mismo tiempo proyectar, crear y construir marionetas, e incluso probarlas en escena, en mi propio escenario. Si bien no hay tanto tiempo para la experimentación, ahí tengo esa convivencia permanente con los muñecos”.

Herencia familiar “La marioneta es un desafío mecánico bastante serio. Vengo de una familia de operarios, en la que no hay artistas reconocidos, sólo grandes artistas. Mi madre es reportera y trabaja mucho el detalle, el cuidado, el pincel fino y masas que se transforman; creo que mi trabajo en volumen viene de su mano. Mi padre trabajó toda la vida en teléfonos, en la vieja Entel, es una persona que sabe hacer absolutamente todo y si no tiene nada para arreglar rompe para después arreglarlo. Él me dio la familiaridad con las herramientas... éso, sumado al estudio en la escuela técnica, me lleva hacer en forma artística algo que combina todos los elementos. Para crear una marioneta se hace primero una caricatura, que luego se lleva a tamaño real y se hace un estudio mecánico interno del muñeco. Lo que se ve es en realidad una cáscara, lo que vale está adentro. Son esos mecanismos los que caracterizan mi trabajo y sorprenden al público de Brasil. Esa herencia italiana del galponcito del fondo donde todo se resuelve no es un raso común en Brasil. Cuando entran al centro cultural se sorprenden al encontrar que todo está hecho a mano”.

Marioneta “Hay una línea muy sutil entre la interpretación teatral y la interpretación con marionetas. El marionetista o quien trabaja con muñecos de otras características, de otras técnicas, debe pasar trabajar primero como actor porque la interpretación que debe hacer la marioneta proviene del actor. Hay quienes optan por el muñeco como escudo, sobre todo quienes trabajan con muñecos de mesa porque dejan el rostro del manipulador cerca. Al trabajar con marionetas, con hilos, estoy en el otro extremo: yo arriba y los muñecos abajo, eso hace que la dinámica del actor y toda esa formación pese a la hora del espectáculo. El espectador entiende en el primer instante la propuesta y segundos después cae dentro del muñeco y no percibe el resto de la acción. Ahí se evidencia la experiencia del teatro, ahí está el secreto: cuando esto no sucede es inevitable que el espectador divide el tiempo entre muñeco y marionetista y no se sumerge en el espectáculo. Hay gente que lo hace en forma propositada porque no le importa el muñeco sino su propio protagonismo. La clave es el término medio, que funciona y me agrada: cuando no invadís la escena del muñeco y cuando el muñeco no pierde identidad por tu trabajo interpretativo. De ahí es que agradezco a Dios todos los días haber pasado por la experiencia teatral que viví en Santa Fe”.

En el Retablo “Lo que siento debe ser similar a lo que experimenta todo aquel que trabaja en teatro: una sensación en principio incómoda y después altamente reconfortable. El teatro es algo hecho en vivo y el abanico de posibilidades de error es muy amplio. Hay una delgada línea en la que uno puede caminar libremente desde que comienza hasta que termina el espectáculo. Hay días y días; unos en que la cosa entra casi por un bies y se torna cada vez más leve, más agradable. También hay otros en que hay una lucha, una exigencia de interpretación, de entablar un diálogo con la técnica para que se genere una energía y el primer momento incómodo se transforme en placentero. Esos días exigen mucho más esfuerzo y uno termina más cansado. En general, la gran mayoría de las veces, esa convivencia con el público sucede de una forma espontánea... hay mucha sorpresa, la gente se sorprende un poco con el tipo de trabajo que hago. Eso me agrada, porque después comparte conmigo comentarios felices. Me dicen que al conocer mis marionetas descubren un lenguaje teatral, y eso es lo que buscamos, un lenguaje, una cosa que me permita seguir haciendo teatro”.

 

en el espejo

Oscar Alberto Nardi -más conocido como “Catín” Nardi- es un hombre de tablas que se formó junto a Rafael Bruza, Jorge Ricci, Luis “Yiyo” Novara, Jorge Felip y el Flaco (Juan Carlos) Rodríguez, entre otros directores santafesinos, y el rosarino Norberto Campos. Desde 1989 reside en Mina Gerais, Brasil, donde fundó la Compañía de marionetas “Navegantes” y preside su propio centro cultural: el “Ateliê Catin Nardi”.

Aquí celebró el domingo pasado su cumpleaños número 46 junto a sus dos hijos, Vinicius Bianco e Igor Nicolás, quienes lo acompañaron a su Santa Fe natal para visitar a la familia y montar dos puestas de marionetas en el Teatro Municipal: “Musicircus” para chicos, y “Concerto das cordas”, para adultos.

Saudade

“En Santa Fe tengo mis hermanos, mis padres y sobrinos; soy el único que se apartó del núcleo familiar. Demoro bastante en venir y cuando lo hago me quedo una semana o diez días en los que reencuentro a los amigos de la infancia y la adolescencia, a mis familiares más próximos y artistas amigos... me voy hecho una piltrafa pero con el corazón lleno de felicidad”.

En la web

www.cianavegante.com.br

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