SOBRE CREACIÓN E IDENTIDAD

Un recorrido personal por la historia de la creación

Un recorrido que apuesta al cruce entre arte y biografía plantea la artista y editora Nushi Muntaabski en “La novia de Duchamp”, libro que propone un catálogo azaroso de creadores para reflexionar sobre los criterios estéticos, el rol de los museos y los parámetros de legitimación de una obra.

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La sucesión de capítulos dedicados a Lola Mora, Federico Klemm, Benito Quinquela Martín, Tarsila do Amaral, Federico Peralta Ramos y Guillermo Kuitca tiene su punto culminante en el tramo dedicado al artista francés Marcel Duchamp. Fotos: ARCHIVO EL LITORAL

 

Télam

Fragmentaria y desenfadada, la mirada de Muntaabski se despoja de tecnicismos y convenciones en este libro, que funciona como correlato de la tarea divulgadora que desempeña semanalmente en “Negrópolis”, el ciclo radial de Elizabeth Vernacci y Humberto Tortonese, en el que logra saltear la agenda cáustica del formato con una columna centrada en singularidades de la historia del arte condensadas para un público mayoritariamente ajeno a ella.

“Amo aprender y este libro tiene un formato similar a lo que hago en la radio. No soy historiadora ni investigadora de arte, simplemente soy artista, consumo arte desde muy chica y me apasiona”, sostiene Muntaabski en la introducción de esta obra, donde la reflexión sobre los aportes de Marcel Duchamp o Guillermo Kuitca se fusionan con apuntes sobre la personalidad de Elizabeth Vernacci y las afinidades personales -y sexuales- de la autora.

La artista insiste con aquello de romper la solemnidad tradicional del circuito de arte y convertir la experiencia de contemplación de una obra en un ritual colectivo que abarque públicos amplios y diferentes: “El arte le da una identidad a las personas y a las sociedades. Tiene que ver con los relatos sociales, con la política, con la sexualidad”, explica.

“Hay gente que se siente en la obligación de entender sobre arte para poder disfrutar de una obra. Eso es absolutamente innecesario. Yo no sé leer una partitura y sin embargo, cuando escucho una ópera, me emociono. El arte tiene que ver con la emoción y con la capacidad de leer la libertad del artista”, apunta.

“Los prejuicios más grandes sobre el arte vienen de los curadores, los críticos y los investigadores, que son los que de alguna manera recortan y validan lo que sirve de lo que no. Cada cambio a lo largo de la historia del arte ha costado mucho y, por lo general, todo aquello que hoy es aceptado y reconocido comenzó siendo cuestionado”, señala Muntaabski.

Destinos

“La novia de Duchamp”, editado por el sello Emecé, se concentra en un catálogo de artistas que, a priori, puede resultar arbitrario y tal vez indescifrable, pero donde cada nombre elegido sirve para iluminar la visión de la autora sobre alguna cuestión específica de la producción artística, desde su visión sobre la práctica curatorial hasta la resignificación del rol de los museos.

Muntaabski consigna algunas transformaciones cruciales del circuito del arte y los espacios de conservación y exhibición de las obras: “Antes, un artista que llegaba a exponer en un museo ya había sido legitimado previamente. En cambio, hoy termina exponiendo en estos espacios gente muy joven que hasta por ahí no termina haciendo carrera, o que ni siquiera tiene que ver con las artes plásticas sino con el teatro o la danza”, analiza.

“El museo remite al acervo, a un lugar de exhibición y conservación de piezas que cobran importancia en un momento de la historia. Sin embargo, no todas la muestras expuestas en estos espacios dan garantía de calidad y trascendencia”, acota.

¿Qué mecanismos alternativos de legitimación de un artista o una obra sobreviven tras la disolución de las vanguardias y la concentración de toda la producción artística en el circuito oficial? “El único que tiene la llave para la aceptación es el artista, con su propio trabajo y compromiso. Aquel que hace una pieza única y después desaparece no va a hacer historia”, opina.

“Hoy ayuda mucho la participación en bienales, donde manda la mirada del curador. En ese sentido, todavía el curador es el que dicta los destinos de un artista. Por otro lado, el arte contemporáneo se ha complejizado en otro punto: el artista ya no es solamente alguien que pinta, sino quien permite que el arte vaya tomando otras formas y disciplinas, como Marina Abramovich que hizo una serie de tacitas para tomar el té”, explica.

La sucesión de capítulos dedicados a Lola Mora, Federico Klemm, Benito Quinquela Martín, Tarsila do Amaral, Federico Peralta Ramos y Guillermo Kuitca tiene su punto culminante en el tramo dedicado al artista francés Marcel Duchamp, que con sus ready-mades -ese ejercicio de elevar lo ordinario a la categoría de extraordinario- cambió para siempre el status del arte.

¿Un objeto se convierte en arte por el sólo hecho de haber sido desplazado de su contexto original? “Duchamp había sido rechazado en varios salones, a pesar de que pintaba muy bien cuando presenta su primer ready-made. Su gran aporte fue haber introducido la idea del arte conceptual y obligar a la gente a hacer una relectura de lo que estaba instituido como arte”, indica Muntaabski.

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