DR. ABEL ALBINO

“No sirve alimentar a un chico

si vuelve a un ambiente hostil”

Desde 1993 preside la Fundación Conin, que previene la desnutrición infantil. Visitó Santa Fe para disertar en la Universidad Católica. En diálogo con El Litoral, repasó los avances y materias pendientes en esta problemática.

Juan Ignacio Novak

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Cuando se refiere a la desnutrición infantil, la problemática que lo desvela desde que en 1993 creó la fundación Conin (Cooperadora de la Nutrición Infantil), el Dr. Abel Albino desliza frases que no dejan margen a la indiferencia. “Donde hay pobreza hay desnutrición, que es el resultado final del subdesarrollo. Nadie come bien en la pobreza y el desempleo. De nada sirve que alimentemos a un chico si lo devolvemos al ambiente hostil del que proviene”, asegura. Y sus palabras interpelan a cualquier interlocutor que se tome el tiempo necesario para reflexionar.

Es que el prestigioso pediatra mendocino habla con el respaldo de 19 años de lucha contra el hambre. Y reitera el mismo concepto que desde 1993 rige la acción de la ONG que motorizó y hoy tiene réplica en toda la Argentina e incluso en otros países. “Si queremos quebrar la desnutrición, debemos hacer un abordaje integral de la problemática social que le da origen a la extrema pobreza, con total responsabilidad y celeridad. A lo mejor, en una generación terminamos con el problema, como pasó en Chile. No es una cosa que se soluciona inmediatamente”.

Hace casi un año la Fundación Conin desembarcó en la ciudad Santa Fe donde sumó una sede que funciona en Juan de Garay 4151. En una reciente visita, invitado por la Universidad Católica de Santa Fe, Albino aprovechó para participar en el cierre del Encuentro Provincial de Centros de la Red Conin que tuvo epicentro en la ciudad. “Estoy muy conforme. Les di una charla de despedida a las 35 personas que llegaron para capacitarse y cargar las pilas. El balance es muy positivo y los resultados son buenísimos”, manifestó, con inocultable entusiasmo, durante una charla con El Litoral.

—¿La sociedad santafesina ha sabido leer las necesidades que hay y se sumó a participar?

—Evidentemente sí, porque de lo contrario no tendríamos ocho centros en la provincia. La gente se sumó, comprometió y entusiasmó con lo que hacemos. Tenemos centros desde Calchaquí a Rosario, abarcamos todo el territorio provincial.

—En relación al drama de la desnutrición, ¿cuáles son las cuentas pendientes en el país, dónde falta mejorar?

—Si queremos una gran Nación, tenemos que hacer cinco cosas. Primero, preservar el cerebro dentro del primer año de vida porque ahí el niño forma el 80 % del peso del cerebro que tendrá de adulto. Segundo educar ese cerebro. La educación es una semilla maravillosa, pero para fructificar necesita un sustrato. Y el sustrato de la educación es un cerebro intacto. Si no tenemos cerebros intactos, no hay qué educar. Pero si yo tengo cerebros intactos, luego los educo y simultáneamente pongo cloacas, agua corriente y caliente y luz eléctrica en cada casa argentina, tengo una potencia en 30 años. Pero para eso hay que dejar en las próximas elecciones y empezar a pensar en las próximas generaciones.

—Para llegar a eso ¿falta mucho?

—Veo buenas señales. El hecho de que esté charlando con un periodista y haciendo una nota sobre este tema es una muy buena señal. Hace 20 años, cuando yo empecé a trabajar decían que no existía el problema. El único que veía desnutridos era yo y resulta que hoy es un tema nacional. Así que, evidentemente, no estábamos tan desenfocados. Lo que creció es el conocimiento del tema, el compromiso de la gente, la motivación para buscarlo, detectarlo, descubrirlo.

—¿Y usted vio en estos 19 años que se hayan generado políticas de Estado sobre este tema o eso es algo pendiente?

—Yo creo que la Asignación Universal por Hijo y la exigencia de que vayan a la escuela son buenas cosas. Todo contribuye, todo suma en estos temas. Pero falta mucho más todavía.

—¿Pero no deberían ser estas medidas transitorias y no proyectarse en el tiempo?

—Ojalá fuese así. Ojalá pudiésemos nosotros en muy poco tiempo cerrar nuestros centros Conin en el país y hacer bibliotecas. Ese va a ser el éxito: no abrir y abrir, sino cerrar y cerrar. Pero para eso falta tiempo, eso se logra en una generación, que son 30 años.

—¿Hoy en todos los centros del país tienen la misma conformidad que en Santa Fe?

—Estamos abordando el problema de casi 3.000 chicos, lo que significa para el país de 3 millones de dólares, que es lo que aporta Conin al país. Hicimos hacer una investigación sobre nosotros en la Universidad de York en Gran Bretaña. Y allí se dijo que un centro de prevención con 300 niños como el que teníamos en ese momento, significa un recupero para el país de 300 mil dólares. Hoy tenemos casi 3.000 niños, así que son 3 millones de dólares. De beneficio social neto, porque disminuye la repitencia, la deserción, la mortalidad, la morbilidad, la violencia intrafamiliar, el resentimiento. Y aumentan la escolarización y la inserción laboral. Aumenta todo lo bueno y disminuye todo lo malo.

—¿Cómo se ve usted como referente de esas personas que inició hace casi 20 años?

—Es una emoción gigantesca. Veo que con este grupo humano enorme estamos metidos en una tarea tan noble, buena, digna. Una de las cosas más bonitas que puede hacer un hombre en la sociedad es ocuparse de los más débiles.

PERFIL

Nació en Buenos Aires en 1946.

En 1972 se graduó de médico en la Universidad de Tucumán.

Al año siguiente viajó a Chile a especializarse en pediatría. Allí conoció al profesor Fernando Mönckeberg y se contactó por primera vez con la problemática de la desnutrición infantil.

En 1987 se doctoró en Medicina en la Universidad Nacional de Cuyo.

En 1992 se fue a España a estudiar Biología Molecular en la Universidad de Navarra.

En 1993 creó en Mendoza Argentina la Fundación Conin (Cooperadora de la Nutrición Infantil).

“No sirve alimentar a un chico   si vuelve a un ambiente hostil”
“No sirve alimentar a un chico   si vuelve a un ambiente hostil”

Cambios. El pediatra mendocino evocó que, en el momento en que inició su lucha contra la desnutrición, eran pocos los que hablaban del problema. Un escenario que se modificó en dos décadas. Foto: Guillermo Di Salvatore

Indices

Al ser requerido sobre cifras que permiten medir el impacto del problema de la desnutrición infantil en el país y en la provincia de Santa Fe, el Dr. Albino admite que, en general, no hay estadísticas sobre el tema. Pero explica que hay una manera (propuesta por el profesor chileno Fernando Mönckeberg) para conocer cuál es nuestra realidad. “Tenemos que manejarnos con las estadísticas de mortalidad infantil ya que ese viene a ser un indicador directo de la desnutrición” afirmó. Cabe señalar que, en 2010, la mortalidad infantil en Santa Fe ascendía a 11,48 por mil.

Reconocimiento

A principios de los años ‘90 el Dr. Albino montó el primer hospital para niños desnutridos de la Argentina, pero fue más lejos aún y creó el primer centro de prevención de desnutrición del mundo. “En Chile, el hospital creado por el profesor Fernando Mönckeberg bajó 10 puntos los gastos públicos. Y nuestros dos centros de prevención bajaron 10 puntos los gastos de Mönckenberg”, aseguró.

“Hace poco, el prestigioso médico Abraham Sonis, de la Academia Nacional de Medicina me dijo: el conocimiento científico siempre es una espiral ascendente. La base la hizo Möckenberg con su centro de tratamiento de desnutridos, pero la vuelta de ascenso de esa espiral la hicieron ustedes con los centros de prevención. Eso dicho por Sonis, que además es decano de la facultad de Medicina de la Universidad Maimónides nos llenó de orgullo”, contó el médico.