Rugen motores en el callejero santafesino

La ciudad disfruta del TC

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Grandes amigos. Leonardo Ruffino y Marcelo Reynafé se conocieron hace diez años en el autódromo del Parque del Sur. Son fanáticos de marcas diferentes, pero los unió la misma pasión: los fierros.

Santa Fe vive uno de los espectáculos deportivos más esperados del año. El Súper TC 2000 concentró, como en todas sus ediciones, a miles de fanáticos que desean ver correr su marca de auto favorita o su piloto predilecto.

 

Mónica Ritacca

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El clima fierrero se siente en la ciudad. Por la zona del callejero, la gente luce remeras y gorras alusivas a las marcas de los autos que compiten o con el nombre del piloto que siguen por la televisión. Fanáticos de Ford, Chevrolet, Honda, Toyota, entre otras, se cruzan por las calles ansiosos por la carrera nocturna de hoy y la de mañana. Todos coinciden en que “el de Santa Fe es un espectáculo único, diferente a otras carreras del país”.

“Los autos te pasan prácticamente al lado. Es increíble lo que suenan... A mí se me pone la piel de gallina de sólo pensar en esta noche”, contó Hernán Ramírez, un vecino de barrio San Martín. Y agregó: “En otros circuitos la gente está lejos. Los autos se ven a una distancia importante, porque corren en autódromos. Acá es otra cosa. ¡Corren en una calle por donde yo paso todos los días!”.

De rivales a amigos

En la tribuna ubicada en el Palomar, a metros del ingreso a boxes, El Litoral encontró a Leonardo Ruffino (43 años) y Marcelo Reynafé (38 años). Son grandes amigos, pese a la rivalidad que tienen en el automovilismo. El primero es hincha de Chevrolet y el segundo de Ford.

“Acá estamos, como todos los años, los alegres de Chevrolet y los amargos de Ford como mi amigo”, dijo Leonardo Ruffino. Su frase despertó una risa generalizada en todos los que pasadas las 10 de la mañana ya estaban en la tribuna aguardando las clasificaciones Y agregó: “Venimos temprano porque ésta es la mejor ubicación y hay que conservarla. Todos los años venimos al mismo lugar”.

Leonardo Ruffino y Marcelo Reynafé viven en la ciudad. Se conocieron hace diez años, en el autódromo del Parque del Sur. “Conocí a este gran amigo en un marco como éste. Yo estaba en una tribuna y él en la de enfrente. Empezamos a gritarnos cosas vinculadas a los autos, siempre con respeto y a manera de broma, y así empezamos una linda amistad”, contó Marcelo Reynafé.

Ambos amigos, al igual que toda la gente que estaba en la tribuna y escuchó la conversación con El Litoral, destacaron eso del automovilismo: la posibilidad de ser fanáticos de marcas opuestas y al mismo tiempo compartir y disfrutar de un evento deportivo. “El grupo de gente que se arma en las tribunas es divino. Uno hincha por Ford, el otro por Chevrolet... pero no vas a ver que se peleen. Se pueden hacer bromas, pero siempre con respeto y para sacarle una sonrisa a la gente. Nunca para molestarla y hacerla enojar. Acá no hay rivalidad como en el fútbol”, manifestó Leonardo Ruffino.

Para el mediodía, ambos hombres aguardaban la llegada de sus respectivas familias.

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“Venimos todos los años a disfrutar del callejero. Es un espectáculo fierrero increíble y por eso estamos acá. No sigo las carreras por la televisión, pero cuando viene a Santa Fe no me la pierdo”.

Jorge Patrono,

de Hersilia.

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“Este evento es algo fuera de serie. Para lo que es la categoría TC 2000, es algo totalmente diferente porque es un circuito callejero. Vengo todos los años porque el espectáculo es muy bueno”.

José Loretán,

de barrio Centro.

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“Hace 32 años que acompaño al TC 2000, y a categorías como el Top Race, a todos lados. Vendo todo el merchandising de las marcas y para nosotros cada evento como éste es uno más”.

Gustavo Peralta,

de Gran Buenos Aires.

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“Soy de una localidad que queda a 25 km de Reconquista. Acompaño a un piloto de la categoría Fórmula Renault. Ahora, disfruto la ciudad recorriendo su peatonal”.

Ariel Davies,

de Guadalupe Norte.

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“Lo lindo del automovilismo es que no hay rivalidad como en el fútbol. En las tribunas podemos estar juntos los hinchas de Ford o de Chevrolet que no va a pasar nada. Hasta nos cargamos y está todo bien”.

Leonardo Ruffino,

de barrio Transporte.

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De todo. Dentro del circuito, se vende todo el merchandising referido al evento. Banderas, gorros, buzos... lo que se busque.

Fotos: Guillermo Di Salvatore

Amplio movimiento en restaurantes

El Súper TC 2000, además de ser una competencia automovilística sumamente atractiva, moviliza una gran masa de personas que llegan a la ciudad cada año en busca de servicios que estén a la altura del acontecimiento. Y en la primera noche “fierrera” en Santa Fe, la gastronomía local se destacó por recibir un sinnúmero de comensales.

Mario Wagner, titular de la Asociación Gastronómica Hotelera, dijo esta mañana a El Litoral que “todavía no hay un relevamiento completo, pero hubo un movimiento intenso. Particularmente, estamos cerca de la competición y acá era permanente la circulación de gente”. Sin establecer un nivel de ocupación (“Vamos a tener un recuento preciso para la semana entrante”, indicó Wagner), el titular de los hoteleros-gastronómicos comentó que “hubo gente dando vueltas por toda la ciudad, como en bulevares y avenidas, buscando lugares para comer. Lo que sucede en la zona céntrica es que, quienes se alojan en hoteles de aquí, no mueven el auto, entonces buscan lugares cercanos para sentarse”.

A diferencia de otras ediciones de esta carrera en el callejero santafesino, “hay algunos grupos de turistas de países limítrofes, esto no pasó años anteriores. Se vio mucha gente de afuera, a pesar de que también estuvo el partido de la Selección Argentina y eso, para la gastronomía, no es una buena noticia”, se sinceró Wagner. En su opinión, “el flujo de gente es mayor que el año pasado. Esta competencia naturalmente mueve muchísima gente afectada a la organización y a los equipos de competición, a eso hay que sumarle todos los visitantes. El lugar del circuito es incomparable y, por suerte, el tiempo nos está ayudando”, finalizó.