A mi tío, Dante Chiarelli. In memoriam.

Pablo Bravo Chiarelli.

DNI: 22.010.060.

El mundo pierde un embajador, un maestro y un ser humano excepcional.

Fuiste un anfitrión de primera clase. Extranjeros de todo el globo conocieron nuestra cultura, país y familia gracias a tu camaradería. Tenías una capacidad de adaptación asombrosa y un intelecto que te permitía desde hacer sonreír a un mendigo hasta negociar con el presidente de Ferrari y De Tomaso.

Oponente de la hipocresía y de la burocracia innecesaria, siempre dispuesto a echar una mano a quien lo precisara. Todos los días te divertías con algo y hacías divertir a quienes estaban cerca. Hacías que la vida fuese un motivo para celebrar y reír. Te importabas con lo que importaba y no con lo que pensaban los otros. Podías andar en un cero kilómetro o en un Ford Falcon sin piso; engrasado hasta los tuétanos o de traje hecho a medida. Siempre tenías tiempo para responder preguntas, allanar problemas; eras una mano amiga que podía darnos su punto de vista, singular a veces, pero estabas ahí presente, alerta y atento siempre para sumar.

Me inculcaste el querer saber el porqué de “todo”, y a nunca conformarme con la primera respuesta. Fuiste un guía, un ejemplo de rectitud y honestidad. La palabra y un pacto de caballeros debían valer más que un papel firmado.

Me ayudaste a dar los primeros pasos para recorrer y explorar este mundo. Me enseñaste a abrir los ojos, a aprovechar las oportunidades, a no menospreciar a nadie y a sacar provecho de todo lo que pudiera venir cuando me embarqué por primera vez fuera del país. Pero quizás la frase que más me marcó fue: “Nunca te olvides de ser osado”.

Me encaminaste a saber desde antes de empezar cualquier cosa que “todo se puede”, si tenemos suficiente tiempo, paciencia, ganas y creatividad.

Inventor de cientos de dispositivos, herramientas y máquinas, entre ellas una máquina que sumaba cuando tenías apenas 10 años, inspirado en una fotocélula de un ascensor que habías visto con el abuelo.

Cuando te encontraban con algo esdrújulo, incoherente, decías: “¡Nadie piensa!”, “Todo el mundo lo ve y nadie hace nada”. ¡Y tú lo hacías! Pero la mayoría olvida pensar, pues es más fácil seguir y hacer lo que hacen las masas o lo que nos dictan u obligan las otras mentes, no necesariamente “brillantes”.

De aquí en más, los que aquí quedamos y lo conocimos, trataremos de continuar nuestras vidas, a las que les faltará esa chispa, ese golpe de humor, esa ocurrencia y perspicacia única que sólo Dante sabía darnos y que nos hacía reír con sus ocurrencias, pensar, disfrutar un poco de la vida y continuar.

¡Gracias por todo, Pelado! Tu sobrino El Colo.