Asociarse para perder

La caída de puentes y el colapso del sistema vial provincial pone de manifiesto la falta de inversión estructural que se corresponda con el ritmo de crecimiento productivo que se dice querer alcanzar.

Campolitoral

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Según el movimiento ruralista, desde 2001 hasta el presente año, el campo aportó a las arcas del Estado Nacional la friolera de 60 mil millones de dólares, solamente en concepto de retenciones a las exportaciones. A cambio, la producción recibió poco y nada de mejoras en la estructura vial.

“El Gobierno nacional debe también ser socio del campo en las pérdidas. Hoy, cuando más se necesitan, las obras no están”, se quejan los productores con razón.

Esta semana, en el sur provincial los piquetes de los manifestantes perjudicados por el temporal se sumaron al caos, amontonando más de 500 camiones a la vera de rutas y puentes sin mantenimiento que colapsaron por el exceso de lluvias de las últimas semanas.

Consultados por Campolitoral, los ruralistas arriesgan respuestas bastante similares: si bien la caída de agua duplica y hasta triplica los registros históricos, la falta de mantenimiento de las obras de canalización y la necesidad de encarar obras nuevas en zonas altamente productivas, sigue siendo uno de los principales puntos débiles de las cadenas productivas y de los Gobiernos a cargo.

Si a esto le agregamos el aumento de la cantidad de la maquinaria necesaria para producir las más de 100 millones de toneladas que se prometen, esa necesidad contrasta con una triste realidad fácil de comprobar transitando la región.

Por ahora, no se avizoran salidas que permitan ilusionarse. Según el portal Puntobiz, en el presupuesto 2013 que la Provincia ya envió a la Legislatura “asignó una partida de $383.364.000 para la construcción de mallas Crema y a la refuncionalización de los principales puertos y accesos para la zona del complejo cerealero, construcción de rutas y obras de bacheo, pero las entidades empresarios del sector no se entusiasman porque todavía no hay precisiones sobre qué obras se financiarán”.

Para los productores, a la hora de comparar la ecuación costo beneficio, una de las caras más visibles del “costo argentino” exhibe cruelmente una sucesión de administraciones provinciales y nacionales que utilizaron al campo como caja de financiamiento para la política. Nada más.

La lluvia, otra vez, deja al descubierto las falencias de la falta de agenda para el largo plazo, condición indispensable para sentar las bases de previsibilidad que necesita el negocio agropecuario.