Finaliza el Ciclo de Homenaje a Carlos Guastavino
 

La música movilizadora

En diálogo con El Litoral, Mariano Cabral Migno se refiere a aspectos del compositor de cuyo nacimiento se conmemora un siglo.

 

La música de Guastavino  “apresa lo invisible, la esencia del entorno y lo devuelve desde su sentir. Lamento que algunos señalen eso como un anacronismo descalificante”.

La música de Guastavino “apresa lo invisible, la esencia del entorno y lo devuelve desde su sentir. Lamento que algunos señalen eso como un anacronismo descalificante”.

Foto: Gentileza producción

 

 

De la redacción de El Litoral

Mañana, a las 21, en la Sala Mayor del Teatro Municipal, el virtuoso pianista Mariano Cabral Migno participará en el Ciclo Homenaje a Carlos Guastavino organizado por el Instituto Superior de Música y en el marco del Festival Musicalia. La primera pregunta surge con nitidez: —¿Cómo definirías a Guastavino?

MCM: —Guastavino es un retratista. Un retratista de lo invisible del paisaje, su flora, sus seres. Sugiere el sonido de Santa Fe. Esta tierra de la siesta de ausencias con sus armonías cítricas. Ocasionalmente, impresionista en su planteo, tiene en común con Debussy que la inmensa mayoría de sus composiciones lleva títulos que bien podrían corresponder a cuadros. Su música desprende la esencia de lo que los títulos sugieren. La profunda melancolía que impregna sus composiciones es estremecedoramente clara en las obras puntualmente referidas a Santa Fe, como “La tarde en Rincón”, “Santa Fe antiguo” o “Santa Fe para llorar”. Quien las escuche atentamente podría percibir la lejanía de la antigüedad o la temblorosa transparencia del aire que ondula sobre el suelo por el calor. Es poderosamente evocativo y sugerente, tierno y refinado.

—¿Cuál es su relación con el piano desde el programa que interpretarás en el Teatro Municipal?

MCM: —“La Tarde en Rincón” y “Pueblito, mi pueblo” son dos de los más logrados retratos de Guastavino con medios notablemente sencillos. Por su parte, las “Diez Cantilenas Argentinas” y el “Romance de Cuyo” conforman uno de los ciclos más importantes y una de las obras más difíciles de su repertorio. Te diría con humor que no hay nada peor que un excelente pianista-compositor con manos que indudablemente debieron ser grandes. Lo que para él aparecía naturalmente cómodo, no lo es para todos. Se advierte en la disposición de singulares figuraciones de arpegios quebrados, el ataque de grandes estructuras acórdicas separadas por también amplios traslados de ambas manos, y una notable heterogeneidad en los esquemas rítmicos y los recursos armónicos.

—¿Qué hay de la opinión que lo considera un romántico en el siglo XX?

MCM: —Que es cierta, aunque incompleta. Es un romántico desde una percepción impresionista. Guastavino no es alguien que pareciera decir “el arte soy yo”, ni tampoco describe programáticamente el entorno. Como ya dije, apresa lo invisible, la esencia del entorno y lo devuelve desde su sentir. Lamento que algunos señalen eso como un anacronismo descalificante. Anacrónico es pensar así en nuestro tiempo, que reconoce más moderno andar en bicicleta que en auto. No hay nada más anacrónico que pretender uniformar el modo de expresión de los artistas en una época en la que se proclama el todo vale, aunque la extravagancia transgresora no es sinónimo de genialidad.

A menudo es impotencia creativa. Hoy, abundan los que primero se preocupan por ser extravagantes para luego proclamarse artistas... Guastavino tuvo la valentía de ser fiel a sí mismo. Seamos realistas: ¿acaso el rock pesado no se para sobre una actitud romántica? ¿Qué puede ser más romántico, en tanto expresión directa del sentir propio, que un conjunto heavy vociferando su verdad con letras de inconformismo, rebeldía o pasión? Si ser romántico es ser anticuado, entonces el hombre mismo siempre ha sido anticuado. Porque antes que una época o un estilo, el romanticismo es una actitud y, con matices, siempre está presente. La música no se aprecia por su rótulo de biblioteca, sino por lo que su realidad sonora es capaz de movilizar como vínculo humano. Y la música de Guastavino moviliza desde lo más hondo.