Contrapunto

Isaac Rubinzal y la defensa de la industria nacional del libro

El empresario analizó la actualidad del sector.

 

Rogelio Alaniz

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Es el actual presidente de la Cámara Argentina del Libro, pero más allá de los cargos formales, Isaac Rubinzal es un empresario que desde hace décadas dedica sus energías e inteligencia a la promoción de las empresas nacionales del rubro.

En tanto, Rubinzal - Culzoni es uno de los emprendimientos en libros jurídicos más importantes de la Argentina. Su editorial está presente en todo el país con proyecciones hacia América Latina. En sus publicaciones, participan los intelectuales más destacados del mundo jurídico y su fiesta de fin de año se ha constituido en un notable acontecimiento social y cultural. Habría que señalar, por último, que Rubinzal - Culzoni es una empresa santafesina, que por las modalidades de su emprendimiento, su estilo de comercialización, la confiabilidad y calidad de sus productos y las innovaciones permanentes, es uno de nuestros motivo de orgullo local.

—¿Qué significa ser presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL)?

—Significa una actividad gremial permanente en apoyo de las Pymes, es decir de las pequeñas y medianas editoriales.

—¿Ello incluye una diferenciación institucional y gremial con las empresas extranjeras?

—Es probable. Lo seguro es que las Pymes necesitan para poder funcionar de un apoyo gremial y de la promoción de ciertas políticas que favorezcan su desempeño.

—¿Cuál es la estrategia de una empresa editorial en el mercado?

—Previo a cualquier cosa, es necesario resolver dos problemas, sin los cuales no es posible una estrategia empresaria. El primer problema es captar autores consagrados y el segundo, disponer de un aparato de distribución para llegar a todos los rincones del país. Sin una respuesta positiva a estos desafíos no es posible pensar en una política editorial seria. De ello, luego, se deduce que la tarea de la CAL debe ser la de proveer de condiciones para que las Pymes puedan competir en el mercado, donde la tendencia a la concentración y la monopolización es siempre una amenaza.

—Concretamente, ¿qué están haciendo desde la CAL?

—Varias cosas. En el último año -por ejemplo-, firmamos un compromiso con ciento cinco empresas editoriales para compensar exportaciones e importaciones. Le explico. En el mercado editorial, hay empresas que exportan y empresas que importan. Nosotros nos ocupamos de lograr una compensación gracias a un trabajo colectivo donde las Pymes estuvieron en igualdad de condiciones con las grandes.

—¿Me puede explicar cómo funciona este sistema?

—Se logró que las exportaciones tuvieran un adicional del ocho por ciento gracias a un acuerdo que se firmó con la Secretaría de Competitividad del Ministerio de Economía y las tres empresas papeleras de la Argentina: Celulosa, Ledesma y Papel Tucumán. Allí, se acordó que el papel del libro que se exporte se lo vendan a precio internacional, o sea algo así como cuarenta centavos de dólar el kilo, un precio más barato que el precio nacional. También hemos logrado que el Ministerio de Educación adquiera mayor cantidad de libros a las Pymes. O sea que a través de estas dos medidas pudimos ir solucionando la situación económica de estas empresas .

—¿Las Pymes exportan o importan?

—Las Pymes son más exportadoras que importadoras. En el 2011, exportaron el cuarenta y dos por ciento del total, mientras que las importaciones ascendieron al veintidós por ciento. Este año se regirá con pautas parecidas.

—¿Qué pasa hoy con las importaciones que están tan discutidas?

—Hay dos tipos de importaciones: la importación de libros, que a mi criterio no debe tener restricción alguna, y la importación de servicios gráficos, un área en el que es necesario acordar la cadena de valores con tres actores: editores, imprenteros y papeleros. Allí, hay que ponerse de acuerdo para no importar trabajo. Pero repito, el libro debe circular libremente, lo que hay que regular es la impresión de afuera.

—¿Cuánto se edita y se vende en la Argentina?

—Le doy algunas cifras aproximativas. El año pasado, se editaron en la Argentina alrededor de 27.000 títulos, que suman en total algo así como cien millones de unidades. Este año, las cifras serán más o menos parecidas, lo cual significa que hay un promedio aproximado de cuatro libros por personas al año.

—¿Cómo se distribuye en el mercado la venta de esos libros?

—La mitad sale por librería y el resto por ventas a instituciones públicas, instituciones religiosas y kioscos.

—¿Se sabe cuál es la empresa que más vende?

—La que más vende es al mismo tiempo la mayor exportadora. Me refiero a la Casa Sudamericana, no confundir con editorial Sudamericana. Es una empresa cuyos dueños son los Adventistas del Plata.

—Y en mundo jurídico, ¿cómo está la empresa Rubinzal - Culzoni?

—Somos segundos, pero entre las empresas nacionales somos los primeros.

—¿Y cuál es la empresa que lidera el mercado de la edición jurídica?

—La Ley .

—Rubinzal - Culzoni, ¿qué antigüedad tiene?

—Somos una empresa santafesina, con sede en esta ciudad que cuenta con treinta y cinco años de antigüedad, con una planta de personal que asciende a unas ciento cincuenta personas. Contamos con más de 1.300 títulos registrados y diez publicaciones periódicas. Representamos entre el quince y el veinte por ciento del mercado .

—¿Qué me puede decir de la piratería de Internet?

—Nosotros partimos de un principio: que lo ilícito se transforme en lícito. Ése es el objetivo a alcanzar más allá de las dificultades que se presentan en la actualidad. Hoy, estos sitios de Internet le dan oportunidad al autor no consagrado o levanta a autores que ya están desacatalogados, es decir, que están fuera del mercado. En ese sentido, cumplen una función que merece destacarse. De todos modos, el planteo institucional nuestro es arribar a un acuerdo para que se reconozcan los derechos del autor y los del editor.

—¿Es verdad que han querellado a Taringa?

—Hay una querella abierta, pero más allá de ese desenlace jurídico, nosotros estamos interesados en pensar una solución hacia el futuro, una solución que respete y reconozca los derechos, pero al mismo tiempo permita aprovechar positivamente los avances de las nuevas tecnologías.