Mesa de café

Después del paro

José está satisfecho. Se le nota y no lo disimula. Desde el ventanal del café mira a la gente caminando por la peatonal y repite con aire de triunfo:

-El paro fracasó, hoy es un día como cualquier otro; los trabajadores están con Cristina.

Marcial lo mira y sonríe. Está por decir algo, pero en ese momento Quito le sirve una taza de té acompañada con galletitas de salvado, por lo que prefiere hacer silencio.

-Yo creo que en Santa Fe -digo- estaba cantado que el paro no iba a ser masivo.

-¿Y por qué estaba cantado? -pregunta Abel.

-Elemental Watson: si trabajan los maestros, los empleados estatales, los municipales y los colectivos funcionan, no hay paro.

-A mi me parece -interviene Marcial-, que no hace falta hilar tan fino para saber si el paro tuvo o no acatamiento. Alcanza y sobra con mirar la calle para darse cuenta. Si la ciudad se parece a un domingo, el paro fue exitoso, pero si la ciudad se parece a un día de semana, el paro fracasó...

-¿Y cuál es tu balance? -pregunta Abel.

-En Santa Fe no me cabe duda de que fracasó.

-Lo mismo pasó en todo el país -dispara José.

-No tomes agua tan rápido que te vas ahogar -reacciona Marcial-, en Rosario paró mucha gente y en Buenos Aires y Córdoba también. Santa Fe es importante, pero el mundo no empieza ni termina en Santa Fe.

-Lo que yo sé -afirmo- es que en las afueras de Rosario hubo jaleo, pero en el centro todo funcionó con bastante normalidad.

-¿Y en Buenos Aires?

-Las noticias son contradictorias -señala Abel-, la sensación es que el acatamiento a las medidas de fuerza fue bueno, pero no fue un paro total.

-Y no lo fue por que los sindicatos oficialistas no adhirieron -puntualizo.

-Los sindicatos alcahuetes del poder, querrás decir -salta Marcial.

-Nosotros defendemos un proyecto nacional y popular que lidera la compañera Cristina -enfatiza José-, le vamos a parar a la oligarquía y a las corporaciones, pero no le vamos a parar a la compañera.

-Tu compañera tiene más plata que cualquier supuesto oligarca de la Sociedad Rural -expresa Marcial.

-No me importa la plata que tenga -responde José-, me importa que lidere las grandes transformaciones que con mucha dificultad se están haciendo en este país.

-¿Y se puede saber a qué transformaciones te referís? -pregunta Abel-, porque a primer golpe de vista ustedes no han transformado nada, salvo el tamaño de la cuentas corrientes de sus principales dirigentes.

José está a punto de contestarme, pero el que agarra el bochín es Marcial:

-Yo creo que efectivamente el paro no estuvo a la altura de las expectativas. Es más, creo que no debió declararse. Después de las manifestaciones masivas del 8 de noviembre, este paro es un bajón.

-Yo no seria tan pesimista -reacciona Abel.

-Lo soy. Y lo soy porque no mastico vidrio. Estoy de acuerdo que se pare para defender derechos perdidos, incluso derechos de los trabajadores que no comparto, pero no quiero saber nada con que los sindicalistas me enreden en sus tramoyas internas.

-No entiendo lo que querés decir.

-No importa si no entendés -replica Marcial- yo me entiendo.

-¿Podés tener la gentileza de ser un poco más explícito? -pregunto.

-Si no me queda otra alternativa -suspira, y después dice: -Este paro no fue más que una pulseada entre burócratas sindicales para ver quién tiene más fuerza, quién moviliza más aparato. Es un paro de ellos y para ellos que poco y nada tiene que ver con la gente. Es por eso que la gente prefirió correrse a un lado porque en ese baile no tiene arte ni parte.

-Reclaman que se termine con el impuesto a las ganancias a los pobres -observa Abel.

-Está bien -admite Marcial- pero también reclaman por el control de las obras sociales, un reclamo corporativo que a los únicos que les importa es a ellos, porque a esa plata la usan para todo, menos para atender la salud de los trabajadores.

-¡Vos sos gorila hasta en contra tuyo! -exclama José-, querés que le paren a Cristina, pero no te aguantás a los negros.

-No me aguanto a los malandras -precisa Marcial- ¿o ahora le voy a creer a Moyano, a Barrionuevo? ¿o voy a santificar los piquetes con los que siempre estuve en desacuerdo?

-Yo creo -digo- que algunos de ellos han cambiado, no mucho pero han cambiado.

-Cambiaron porque se les cortó el chorro en el gobierno. Por nada más. Mañana arreglan con otro gobierno y empiezan de vuelta con su letanía de paros, aprietes, sabotajes...

-Que cada uno piense lo que mejor le parezca -dice José- pero lo cierto es que el paro fracasó y la compañera Cristina está más firme que nunca.

-Yo no estaría tan seguro -cuestiona Abel.

-Yo si estoy seguro -afirma José- como estoy seguro de que el 7 de diciembre algo va a pasar en la Argentina, algo que va a marcar un antes y un después.

-Espero de todo corazón -le digo- que estés equivocado.

-Yo aseguro -dice Marcial- que el 7 de diciembre no va a pasar nada. A lo sumo, la señora hará uno de sus habituales actos, con sus habituales monólogos y, para variar, atacará a Magnetto y al grupo Clarín.

-No hace falta que lo ataque ella -sostiene Abel-, el señor Yasky dijo que el paro estaba esponsoreado por Magnetto.

-Yo estoy persuadido -dice Marcial sonriendo- que Magnetto ordenó el fusilamiento de Dorrego y mandó asesinar a Facundo Quiroga.

-Ustedes lo toman en joda -se lamenta José-, pero el grupo Clarín le ha hecho mucho daño a la Argentina.

-Esa es una afirmación que no te la crees ni vos mismo.

-¿Vos tenés alguna duda? -repregunta José.

-No tengo una duda -interviene Marcial- tengo muchas. En todos los países del mundo hay medios de comunicación poderosos, con altas inversiones en tecnología y aceitadas relaciones con el Estado. No hay nada malo en eso.

-Lo que no entiendo -dice Abel- es por qué Magnetto es el malo y Spolski, Hadad y Vila son unos santos.

-Nosotros estamos convencidos -manifiesta José- que en esta etapa del mundo a los golpes de Estado no lo dan las Fuerzas Armadas, sino los medios de comunicación.

-Con esa manera de pensar vas a llegar lejos -le contesta Marcial.

-No tan lejos como vos -replica José sonriendo.

-Yo creo que el paro estuvo por debajo de las expectativas -reflexiona Abel- pero no fue un fracaso y de alguna manera suma.

-¿Suma para qué? -pregunta José, y de inmediato se responde: -desestabilizar al gobierno, activar maniobras destituyentes, paralizar la economía... ¿para todo eso te parece que suma?

-Lo seguro -digo- es que el horizonte político del gobierno está de color castaño oscuro.

-¿Y se puede saber por qué?

-Rápido te lo explico: No han inversión, la inflación nos está comiendo vivos a todos, se terminaron las cajas, el gasto público es inmanejable, la presidente habla de las reservas del Banco Central, pero miente o se miente a sí misma. El modelo nacional y popular está naufragando.

-No comparto -responde José.