Mesa de café

¿Peronismo o antiperonismo?

-Yo estoy convencido de que este gobierno es más corrupto que el de Menem y más reaccionario que el de De la Rúa -dice Abel medio desencajado.

-No comparto -reacciona Marcial- porque el gobierno de De la Rúa era reaccionario, entre otras cosas porque la mitad de su gabinete estaba conformado por peronistas que ahora se declaran alegres muchachos kirchneristas.

José escucha taciturno, con la típica actitud de quien antes de hablar ha decidido contar hasta cien porque sabe o sospecha que sus amigos de la mesa largan todos estos improperios para buscarle la boca. Finalmente no puede con su genio y se despacha.

-Yo cada vez que me cuestiono mi peronismo decido escucharlos a ustedes, porque allí me doy cuenta de que el peronismo existe gracias al furioso antiperonismo de ustedes.

-Si hay antiperonismo es porque hay peronismo -digo a modo de sentencia, mientras dejo que Quito me sirva el cortado “mitad y mitad” que acabo de pedirle.

-No es tan así- responde Marcial- por lo menos para los peronistas la cosa nunca termina de quedar en claro.

-¿Te podés explicar un poco mejor? pide Abel algo impaciente.

-La cosa es así -responde Marcial y extiende las piernas como preparándose para iniciar un relato-, desde por lo menos 1973 los peronistas vienen gobernando la Argentina, pero si le vamos a creer a ellos, los verdaderos peronistas nunca gobernaron.

-No seas injusto. Desde 1973 en adelante gobernaron también los radicales y los militares...nosotros no fuimos los únicos -enfatiza José.

-Tomemos entonces 1983. En los últimos treinta años los peronistas gobernaron veintitrés años, con lo cual muy bien podría decirse que la Argentina es peronista casi en un noventa por ciento.

-Claro que lo es -replica entusiasmado José- todos somos peronsitas, como muy bien dijo el general.

-Lo de “muy bien” es una redundancia -digo- porque el general siempre está muy bien y como Gardel, cada día canta mejor.

-¿Vos estás seguro de lo que decís? -pregunta Abel, cuyo sentido del humor es nulo.

-Tan seguro como que Boudou es un líder tercermundista y Aníbal Fernández la encarnación moderna del “hombre nuevo”.

-Pues bien -continúa Marcial- todos somos peronistas menos cuando los peronistas gobiernan, porque entonces nos encontramos con la novedad de que Menem nunca fue peronista, Duhalde tampoco y, seguramente, cuando los Kirchner sean historia, se dirá que nunca fueron peronistas, por lo que se llega a la desdichada y desoladora conclusión de que hemos vivido padeciendo a los gobiernos peronistas desde que tenemos uso de razón, aunque según los propios peronistas ellos nunca gobernaron.

-Nunca gobernaron, pero en los hechos cada vez que ocuparon el poder lo disfrutaron y le sacaron el jugo de lo lindo -digo, y agrego: los peronistas empiezan por ser opositores al gobierno peronista de turno recién cuando los echan del puesto o los dejan sin cargos, hasta ese momento son soldados de la causa, leales y verticales.

-El caso paradigmático es el del compañero Yoma. Una vez le preguntaron si consideraba que era una contradicción haber sido funcionario del menemismo y del kirchnerismo y contestó que de ninguna manera era una contradicción, y después agregó con esa inefable tonada riojana que esdrujuliza todas las palabras: “Io he sido fúncionario de Ménem pórque el Carlos es péronista y ahórita soy fúncionario de los Kírchner porque también son péronistas”.

-Más claro echarle agua -señala Abel.

-El peronismo tiene defectos -admite José- pero también posee grandes virtudes. Ustedes podrán decir lo que les dé la gana, pero lo mejor de la Argentina moderna se la debemos al peronismo.

-¿Y se puede saber cuáles son esas mejoras?

-Básicamente los derechos sociales, el derecho a tener derechos, la preocupación por los humildes, la defensa de los trabajadores a través de los sindicatos. Por otra parte, y es lo que ustedes no pueden entender porque son gorilas, el peronismo es algo más que un partido político, es por sobre todas las cosas una cultura nacional, una manera de ser argentino. Esa virtud es algo que vino para quedarse y las gorileadas de ustedes lo único que hacen es fortalecerlo.

-¿Es el hecho maldito del país burgués -acentúo- o es el hecho burgués del país maldito?

-Las dos cosas, pero siempre es peronismo, siempre desborda al sistema, siempre va más allá de las leyes y las instituciones, siempre trae novedades y, en más de un caso, novedades revolucionarias. Y cuando no hay revolución y es necesario administrar, está probado que somos los únicos que sabemos hacerlo. Nostros no renunciamos ni nos escapamos en un helicóptero.

-Sin embargo -puntualiza Marcial casi como en un susurro- en septiembre de 1955 el jefe se escapó y se refugió en una cañonera paraguaya y huyó cuando todos sus seguidores y secuaces le decían que resistiera.

-Evitamos la guerra civil -responde José al toque.

-¡Qué conmovedor! -exclama Marcial arqueando levemente las cejas.

-Peor no te hagás problemas -insiste José- el peronismo se fue pero volvió....y aquí estamos, alegres y saludables.

-Yo creo que, efectivamente, el peronismo vino para quedarse -dice Marcial- pero ese es un dato lamentable, no un dato para festejar.

-Eso depende del punto de vista -responde José- si vos sos tan democrático como decís, debés admitir que el peronismo existe, es legítimo y, además, es mayoritario. Se puede hacer política sin ser peronista, pero no hay manera de hacer política sin el peronismo.

-Eso depende -replico-, el peronismo es mayoritario cuando el país declina, cuando sus fuerzas políticas virtuosas se desorganizan o no son coherentes con su historia, porque como demuestra la experiencia de los últimos años, cada vez que en la Argentina se ha elaborado una propuesta interesante, seductora, la gente mayoritariamente la ha apoyado. Es lo que hicieron con Alfonsín, es lo que han hecho en nuestra provincia con Binner y Bonfatti, es lo que debemos hacer en el futuro si somos inteligentes.

-Nada que objetar -contesta José- es como decía el general: nosotros no estamos porque somos buenos, sino porque los otros son peores. Hagan las cosas mejor que nosotros y después seguimos hablando.

-Lo que sucede -interviene Abel- es que es muy difícil gobernar con ustedes en la oposición. Es como decía mi tío, que en paz descanse: los peronistas cuando están en el poder roban y cuando pasan a la oposición incendian.

-Eso además de una gorileada es una falta de respeto a los miles de peronistas decentes y honrados que conozco -responde José molesto.

-Yo comparto la opinión de José -digo- no se puede meter a todos en la misma bolsa.

-Yo digo lo mismo que decía Pablo VI de los comunistas en Italia: “Amo a los comunistas, pero odio al comunismo”.

--No comparto. concluye José.