Artes visuales

Desde concepciones plásticas diversas

La nota

“Fractura cognitiva”, de Alejandro Cantarutti.

 

Domingo Sahda

Dos exposiciones de artes visuales entendidas y configuradas desde ópticas artísticas contrapuestas pueden apreciarse en la ciudad de Santa Fe. La diversidad no sólo consiste en la idea presupuesta de obra de arte sino que también se hace presente en la dimensión y materialidad de las mismas. Una hace su epicentro en la pintura como resolución sobre el plano bidimensional en tanto que la otra se resuelve dentro de los márgenes de la tridimensionalidad real.

La muestra de pinturas que se exhibe en el Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas, peatonal San Martín 2068, ciudad de Santa Fe, lleva por título, en directa referencia a su autor-creador: “Waldemar Castaño, Muestra Homenaje”. En tanto, la exposición de esculturas que se exhibe en AG Contemporáneo, de Bv. Gálvez 1514, tiene por nombre “Abstractos sociales”, y el autor es Alejandro Cantarutti.

La muestra de pinturas puede interpretarse como exposición retrospectiva, y en todos los casos colecta obras imaginadas y elaboradas desde el principio de la verosimilitud de la conexión cuasi unívoca entre modelo elegido y preexistente en el entorno y su materialización definida dentro de los límites preestablecidos por el “realismo visual”. El cotejo entre lo real y lo creado y sus niveles de similitud, siempre dentro de los márgenes de lo representacional, determina el grado de calidad de la obra lograda. Debe destacarse que la tal “transcripción” siempre estará, inevitablemente, teñida por la subjetividad de su creador, tanto en la elección temática en la resolución de las texturas en superficie. El artista sujeta su vuelo al mundo de lo creado y deviene en su intérprete. La calidad de lo así obtenido será definida por la intensidad de la mirada que ausculta e interpreta, y por la ductilidad en el manejo de los materiales y herramientas específicos.

Dentro de los límites de estos parámetros debe apreciarse la obra de Waldemar Castaño, fiel representante del “paisajismo local”, que en su caso soslaya toda hipótesis de dramatismo o de conflictividad social. Su óptica transita por el sereno acorde de tintes “fríos”, y los contrastes lumínicos siempre están medidos. No hay lugar aquí para el desborde temperamental ni para la crítica opinión social emergente, y que en el mundo del arte visual se apoya en el contraste tonal, el dramatismo lumínico o el enfático acento formal contrapuesto. Todo está medido y calibrado por un socializado “bien decir”. Aquí y allá, quizás inevitablemente, despuntan ciertos leves acentos de melancolía por “lo ausente”, cierta idea de lo intemporal. No obstante, todo está puesto bajo férreo control. En los trabajos pintados como ramos de flores “despunta un leve acento de aventura plástica puesto de manifiesto en el tratamiento cromático y en las configuraciones formales. La idea de la levedad de aquello que pronto será olvido otorga cierta libertad a estas realizaciones, que también se atreven a destacar por su intensidad cromática. En estas pinturas, la libertad autoconcedida es mayor que en los paisajes. Se destaca en ellos el tratamiento de las texturas en superficie.

La idea de “infinito”

La idea de “infinito”, de lo no contaminado por el drama social recorta la colección de obras expuestas de Waldemar Castaño, un pintor santafesino cuya obra se entreteje con justicia en la urdimbre del arte visual de la región.

Otro es el punto de vista -y sus consecuentes realizaciones- elegido por Alejandro Catarutti, novel artista plástico santafesino que hace conocer sus obras en la galería de arte más arriba señalada. El propósito expresivo de Cantarutti, en acuerdo con los presupuestos de que el arte visual sólo está sujeto a sus propios e intransferibles códigos: los del lenguaje de las formas simbólicas que metaforizan tanto el conflicto humano como la libertad de imaginar y construir obras sólo sujetas a su “alfabeto específico”. Las formas tridimensionales expuestas, logradas por suma aditiva de materiales ajustados a diseños previos entreteje un horizonte expresivo que se asienta en el expresionismo abstracto, diametralmente opuesto a la idea de la pintura como traslación de los modelos preexistentes. Cantarutti, en el marco expresivo de la corriente plástica en la que se inscribe, elabora formas simbólicas de diversa intensidad. Hace hincapié, un tanto excesivo, en las formas anguladas, de marcado contraste direccional. Eventualmente, agrega elementos exógenos, tanto por su forma como por su materialidad a fin de intensificar el énfasis expresivo de su discurso visual. En su provecho, cabría señalar que la ondulación y el recorrido de los tránsitos curvos u ondulados, contrapuestos, otorgarían mayor intensidad plástica a sus piezas, que se observan un tanto “rígidas” en su presencial espacial. Toda inteligente contraposición enriquece los resultados. Ocasionalmente, las texturas trabajadas en superficie crean subjetivos extrañamientos expresivos que realzan las propuestas plásticas a la vista.

La nota

“Irupés”, óleo con espátula, de Waldemar Castaño.Fotos: Gentileza producción

La nota

“Crisantemos amarillos”, óleo con espátula, de Waldemar Castaño.

La nota

“Tetales”, de Alejandro Cantarutti.