Falleció a los 87 años

La muerte se llevó a un grande del teatro:Onofre Lovero

A lo largo de su aquilatada trayectoria, creó espacios teatrales, fue un gran actor y director. También formó actores.

De la redacción de El Litoral

Onofre Lovero, actor, director, régisseur, maestro de actores e impulsor tenaz del teatro independiente, falleció ayer en la Capital Federal, víctima de un ataque cardíaco a los 87 años. El intérprete sufrió un ataque a bordo de un taxi en el que se dirigía a su domicilio, en el barrio porteño de Monserrat, y de allí fue derivado al Hospital Ramos Mejía al que llegó en muy grave estado de salud y murió enseguida, contó a Télam un allegado a Lovero.

Los restos del artista que tuvo una intensa labor al frente de la Asociación Argentina de Actores -que presidió por dos períodos seguidos entre 1984 y 1988- y comandó el ente ProTeatro, fueron velados desde anoche en la Legislatura porteña, ámbito que lo declaró ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires en septiembre de 2001.

Lovero nació el 14 de marzo de 1925 en el barrio porteño de Villa Crespo y luego vivió en Palermo y La Paternal, todos lugares en los que supo ir vinculándose con vecinos amantes del teatro y ávidos de tener grupos artísticos capaces de contarles su propia historia.

Por ello, en 1952 fundó el Teatro de los Independientes (actual Teatro Payró) y dos décadas más tarde participó en la fundación de la Unión Cooperadora de Teatros Independientes y compartió la creación del Teatro Popular de la Ciudad.

Además de su labor gestora de espacios teatrales, como actor debutó en 1942 con la puesta de “En familia”, de Florencio Sánchez, junto a sus compañeros de cuarto año del Colegio Nacional Buenos Aires.

Intensa actividad

El hombre entre cuyas señas particulares sobresalieron su esbelta robustez y su elegante calvicie, tuvo desde entonces una actividad incesante: ingresó en 1945 en Tinglado Libre Teatro y continuó con la dirección del Teatro Florencio Sánchez y el Nuevo Teatro.

También adaptador y traductor de obras, en su tarea interpretativa sobre tablas, se recuerdan las labores en “La ópera de dos centavos” y “Galileo Galilei”, ambas de su admirado Bertold Brecht; “Edipo Rey”, de Sófocles; “Muñeca”, de Armando Discépolo, y “Batalla de negro y perros”, de Bernard-Marie Koltés, recuerda Télam.

Su labor actoral incluyó también el cine, tomando parte en largometrajes como “El Santo de la espada”, “Adiós, Roberto”, “La revelación”, “La cruz invertida” y “El juguete rabioso”, apenas algunos de la veintena de títulos de una trayectoria iniciada en 1964 cuando tomó parte en el filme “La buena vida”, de René Mugica.

En una entrevista con Télam a propósito del estreno de la pieza “¡Bravo, Caruso!” en la que en 1996 pudo conciliar sus pasiones por el teatro y la ópera, Lovero resaltó que “el teatro argentino es mucho y variado como en pocas ciudades del mundo. Hay obras de intención social importante y otras meramente entretenidas, pero afortunadamente la actividad siempre se mantiene activa”.

Capaz de definir las características del arte que abrazó con pasión y dedicación, reflexionó entonces que “éste es un oficio que nunca se termina de aprender, todos los días se capitalizan cosas. Lo principal es ser muy humilde con el escenario, porque a la larga es el que siempre se venga”.

Pero con Lovero el escenario sólo tuvo gratitud y por ello acumuló lauros y reconocimientos como el Gran Premio Fondo Nacional de las Artes por su Trayectoria Artística, María Guerrero, Prensario, ACE, Florencio Sánchez, Gregorio Laferrere, Ollantay, Mecenas y Podestá.

La muerte se llevó a un grande del teatro:Onofre Lovero

El consagrado intérprete mantuvo a lo largo de su trayectoria una destacada coherencia ideológica, patentizada en los textos que elegía para representar. Foto: Archivo El Litoral