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“De padre a hija”

El célebre músico Alberto Ginastera (Bs. As., 1916- Ginebra. 1983) mantuvo una nutrida correspondencia con su hija Georgina. Ahora esas cartas, acompañadas por relatos contextuales de su hija (recogidos por Cecilia Scalisi) han sido publicadas por Sudamericana bajo el título De padre a hija.

Enseguida nos enteramos que la relación entre el padre y la hija no fue ni fácil ni ligera. Georgina comienza contando de un viaje en 1965 a Berlín comunista, lo que despierta la paranoia de su padre. Ella había empezado a estudiar Filosofía en Buenos Aires; él insistía en que estudiase en la Universidad Católica. Pero ella lo desobedeció. “Ól me decía: ‘¡Te van a hacer estudiar a los existencialistas, Georgina! ¡Y lo que vos tenés que aprender es Santo Tomás!’. Pero allí me quedé. Me corté el pelo bien cortito y durante todo un año me vestí siempre de negro, como Juliette Gréco”. Georgina se casa joven y se va a vivir a Francia; también con esto su padre está en desacuerdo. La joven comienza a hacer teatro y se sumerge en la bohemia parisina de finales de los sesenta, separándose de su marido. También sus padres, contra todo lo esperado, se separan. Georgina viaja a los Estados Unidos, donde se encuentra con su padre preparando los ensayos para el estreno de su ópera Beatrix Cenci. “Pero nuestro encuentro fue una experiencia amarga”, acota la hija. Finalmente, desencantada, Georgina regresa a Buenos Aires, en 1971, y es entonces cuando comienza la correspondencia que documenta De padre a hija.

El músico admirado en todo el mundo; el autor de las óperas Don Rodrigo (1964), Bomarzo (1967) y Beatrix Cenci (1971) y de obras para balet; el maestro de Piazzola; el admirado por los jóvenes cuando el grupo de rock Emerson, Lake and Palmer adaptó el cuarto movimiento de su primer concierto para piano y lo grabó en su álbum Brain Salad Surgery, aparece en estas páginas en todo su perfil público y privado. Y sobre todo lo que surge es un libro íntimo que registra una entrañable aunque no privada de conflictos relación padre-hija.

En una de las cartas llemos: “Querida Georgy: Todo este silencio último me ha hecho mucho daño, pero me alegra pensar que por lo menos hasta tus 30 años o hasta mis 58, en todo caso, aquella amistad admirable entre la hija y su padre, aquella comprensión mutua sobre los problemas de ambos, aquella alegría al descubrir las afinidades materiales, intelectuales, todo eso funcionó y muy bien.

“En las idas y vueltas de la vida vos me tuviste a tu lado y yo te tuve a mi lado y de repente todo se quebró y se esfumó. Las cartas tuyas casi siempre llenas de vida y de proyectos... en fin, todo un mundo de cosas que daría la sensación de pertenecer ya al pasado... ¿Por qué? Papi”.

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El compositor argentino Alberto Ginastera. Foto: Archivo El Litoral