con trabajo en equipo

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Laura Trosch

Fue distinguida por El Litoral como una de las santafesinas del año por su trabajo al frente del Subcomité de VIH-Sida del Hospital Iturraspe. Desde allí, junto a un equipo interdisciplinario de profesionales, acompaña de forma integral a pacientes infectados y su entorno más cercano.

Textos. Marina Zavala.

Foto. Guillermo Di Salvatore.

 

VOCACIÓN. “Mi vocación por la medicina está presente en mi desde los cinco años. Desde que tengo uso de razón jugaba al doctor con mis hermanos, mis amigos, y yo era la doctora. Entonces fue continuar con un juego, con un sueño, hasta que se hizo realidad. No fue fácil porque yo no vengo de una familia de médicos, ni adinerada; sino de trabajadores. Mi mamá era docente y tengo absolutamente marcada la importancia del estudiar: estudiar para trabajar, estudiar para progresar. Es algo que me sirvió mucho y es lo que les marco a mis hijos hoy en día. La cultura del estudio y del trabajo se está perdiendo lamentablemente hoy en día y creo que gran parte de los problemas que tenemos en nuestra sociedad se debe a esto, que es algo que se transmite de padres a hijos”.

ESFUERZO Y SATISFACCIÓN “Fui al secundario a la Almirante Brown, ahí ya hice una orientación en Bachiller Biológico. Teníamos una docente de biología que nos brindaba muchas cosas que me sirvieron en la facultad, de hecho varios compañeros que terminaron en mi curso estudiaron Medicina u Odontología, éramos como ocho, salimos realmente muy orientados. Después fue todo bastante sacrificado en Rosario, en esa época no se estudiaba acá en nuestra ciudad, así que era mayor el esfuerzo económico. Pero cuando uno logra algo con mucho sacrificio es doblemente satisfactorio. Me recibí en marzo del 93’, en abril rendí para entrar en la residencia y fui seleccionada. Entré a la residencia de clínica médica y me quedé ad honorem en el hospital inicialmente, luego pasé a planta. Me recibí a los 24 y desde ese entonces estoy acá”.

EN gruPO “Esto del subcomité se inició cuando recién empezaba la epidemia de VIH. Empecé en el 98’ cuando me convocaron para ayudar a la infectóloga Patricia Gambino, que ya estaba trabajando en el tema acá en el hospital. Lo que comenzó siendo una colaboración, terminó siendo un trabajo realmente apasionante; hoy sigo trabajando como clínica pero dedico gran parte de mi tiempo a la atención de los pacientes con VIH y al control de la población en riesgo que no está infectada. Atendemos a travestis, a personas de la comunidad gay que no están infectados pero que vienen a hacerse los controles periódicos. Trabajamos en un equipo interdisciplinario que brinda una atención integral al paciente, desde lo social, lo psicológico, y el soporte a la familia. Muchas veces un diagnóstico reciente trae muchísima angustia, no solamente al pacientes sino a su entorno. Es muy difícil, por ejemplo, comunicarle que se le detectó VIH a una mamá embarazada que vino a hacerse un control rutinario de salud, es un shock importante. Son situaciones muy límites que obviamente requieren del abordaje multidisciplinario, entonces trabajamos todos”.

CON EL PACIENTE “Hacemos reuniones periódicas, una semanal para evaluar los casos puntuales y una mensual para diagramar el trabajo de todo el mes. Los pacientes los recibimos derivados de algún centro de salud o del mismo hospital. También llegan desde la consejería que funciona acá, los martes de 18 a 20; se trata de un espacio en el que la gente puede hacerse el test de VIH y un grupo de profesionales las asesora, les informa sobre las enfermedades de transmisión sexual, se le hacen los controles, se les entregan los resultados. Por la mañana, el personal de laboratorio se dedica exclusivamente al seguimiento pre y post test. Una vez diagnosticados los pacientes se derivan a los médicos que hacemos los controles. Una vez en ese punto empezamos a hacer la estadificación de la enfermedad, para saber si es precoz o avanzada; si requiere tratamiento o todavía no; qué medicación va a requerir, qué vacunas, qué controles. Además, se habla con el paciente y con el entorno al cual este quiera comunicarle la situación. Así se evacuan todas las dudas y se desmitifican un montón de creencias que son importantes rebatir en la primera consulta”.

AVANCES “Cuando comencé a trabajar en esto -se lo digo siempre a mis pacientes- decirle a un paciente que estaba infectado era prácticamente una condena a muerte. Al principio de la epidemia no se conocía del todo el virus y no sabíamos cuán efectiva iba a ser la medicación. Teníamos todavía muchas dudas. Además, los tratamientos eran realmente crueles, había cócteles de 20 a 22 comprimidos por día, más la medicación propias de las complicaciones. Hacer que un paciente se adhiera al tratamiento, tome la medicación, siga los controles, no se deprima y demás; era una situación dramática y difícil de cumplir. Así y todo tenemos hoy personas de esa época que lograron adherirse al tratamiento y están hoy en día perfectamente bien. Hoy las cosas han cambiado, algunos cócteles son de dos comprimidos por día en total; esto ayuda tremendamente a que los pacientes sigan el tratamiento”.

SIN ESTIGMAS “En esta época el Sida es una enfermedad crónica, fácilmente tratable. Sin embargo, a pesar de que se avanzó mucho, se lee mucho y la gente está informada; sigue existiendo el juicio inevitable de la persona que está infectada. Siempre está el ‘¿qué hizo para estar infectado?’, ‘¿cómo será su conducta?, ‘¿cuál será su inclinación sexual?’, ‘¿Será adicto?’. En fin, siempre aparece el juicio detrás de esto. Nosotros tenemos esposas de 60 años infectadas, novias que fueron contagiadas por su primer novio y otras situaciones muy comunes que no merecen ese juicio de ninguna forma. En realidad ninguna enfermedad merece ningún juicio, pero sobre esto todavía falta trabajar bastante y a eso apuntamos con nuestra tarea. Ayuda cuando se conoce que un amigo, un familiar, un vecino o un famoso está infectado. Es lamentable, pero esto hace que se desmitifiquen un montón de temores y de fantasías que tiene la gente, así se ayuda socializar esta enfermedad que está demasiado cerca de todos nosotros aunque muchos creen que están exentos de ella. Falta muchísimo practicar la empatía, ponerse en el lugar del otro. Todos tenemos que pensar qué haría yo en el lugar del otro, qué es lo que me gustaría que pase conmigo si supiera que estoy infectado. Si cada uno de nosotros pensara desde esa postura, no juzgaríamos al otro y no lo pondríamos en el banquillo de los acusados”.

PLANES Y PROYECTOS “Tenemos muchísimas expectativas y planes, lo que no tenemos es recursos humanos. Todos los que trabajamos en el subcomité tenemos nuestro cargo en el hospital y un montón de ocupaciones y tareas. Esto es algo que nos apasiona a todos, pero no es nuestra tarea principal, lo hacemos bastante a pulmón. Nos faltan horas, nos falta tiempo, nos falta un lugar donde podamos trabajar. Queremos también que las personas que están trabajando ad honorem tengan su cargo. Por otra parte, la idea para el 2013 es salir un poco del hospital, empezar a llegar a los centros de salud y a las escuelas. La idea es capacitar a los docentes que son los que transmiten el mensaje a los adolescentes desde los colegios, cada uno con su speach. A veces son los mismos profesores los que carecen de herramientas para evacuar dudas; entonces en vez de desmitificar, las dudas se hacen más grandes”.

así soy yo

Santafesina del año

“Quiero dejar en claro que esta distincion se la debo al equipo del Subcomité de VIH/Sida del Hospital Iturraspe, no me debería haber llegado a mi si no al grupo. Acá no se destaca ninguna persona, a lo mejor yo soy la que más hablo o más apasionada, entonces vienen y me ponen el micrófono. Agradezco el premio, pero en realidad no es mío sino de todos”.

El subcomité

“El Subcomité de VIH/Sida del Hospital Iturraspe está integrado por Patricia Gambino (infectóloga), Laura Trosch (especializada en Clínica Médica), Alejandro Crespo (infectólogo), Lucrecia Williner (asistente social), María Clara Farina (psicóloga), Lucila Ortellao (pediatra), Roxana Eusebio (tocoginecóloga), los técnicos de laboratorio María Rosa Sotomayor, María Albarracín y Sebastián Zunino, y los farmacéuticos Marcos Araya y Yanina Ávalos”.

La familia

“Quiero destacar el apoyo de mi familia. Esta profesión requiere que pase afuera de mi casa al menos 10 horas del día, horas extras, tiempo trabajando en casa; sin el acompañamiento de mi esposo y de mis dos hijos (uno de nueve y otro de seis años) que bancan absolutamente todo, no podría llevarla adelante”.