Libros  todo el año

Libros todo el año

Sagas con fuerte llegada entre un público adolescente y joven, novedades que vienen precedidas por la fama de sus autores, reediciones, historietas, novelas, obras clásicas que permiten ser revisitadas... De todo eso se conforma una biblioteca y también el balance que ofrece Nosotros sobre los libros más pedidos durante el año. Además, opciones para seguir despuntando el vicio en vacaciones.

PRODUCCIÓN. REVISTA NOSOTROS.

 

¿Qué es lo que hace que un libro resulte el más leido? ¿La promoción que fomentan las editoriales? ¿El prestigio del autor? ¿La actualidad del tema que aborda? ¿El boca a boca que en más de una ocasión se impone sobre toda campaña publicitaria? ¿La popularidad que otorga su adaptación a la pantalla? Cualquiera de esas respuestas es posible. Aunque también lo es que una obra sin tanta prensa puede convertirse en nuestro libro de cabecera, sólo porque logró informarnos o transformarnos.

En esta edición, un balance sobre los títulos y autores que más demanda tuvieron en las librerías locales. Además, un análisis de las novedades en libros periodísticos sobre política; la literatura juvenil después de Harry Potter y Crepúsculo; el boom editorial de textos dedicados a la gastronomía, tanto desde tendencias y propuestas de reconocidos chefs como por las recomendaciones para una alimentación saludable, y el resurgimiento del amor como tema de reflexión y atención de intelectuales de todo el mundo.

Con todo ello, una interesante experiencia local: la publicación, bajo el título de “Las 4 estaciones de la palabra” de libros editados por Palabrava en asociación con diario El Litoral, una propuesta que promete repetirse con nuevos autores en 2013.

Y, para llevar en la valija o simplemente para disfrutar en casa de los ratos de ocio que suelen ser algo más extensos durante los meses de verano, un listado de obras recomendadas por colegas y libreros locales.

ENTRE CLÁSICOS Y NOVEDADES

Desde una céntrica librería, ubicada en 9 de Julio al 3100 de esta ciudad, Bibi Fernández nos acerca un balance del año en distintos rubros literarios, además de sumar la lista de los libros que más demanda tuvieron durante 2012, según distintas categorías. Además, recomendaciones para disfrutar durante los meses más calurosos del año.

“Una vacante imprevista”, de J. K. Rowling, fue una de las novedades de los días previos a la Navidad. La primera novela para adultos de la autora de Harry Potter tuvo buena demanda aunque no figure entre los libros más vendidos del año porque llegó a las estanterías hace sólo una semana. Un fenómeno similar ocurrió con la reimpresión de los libros de Roberto Fontanarrosa, que estuvieron faltando durante mucho tiempo y reaparecieron en octubre.

A continuación, cinco listados ordenados según categorías, de los libros más vendidos, según Fernández.

Entre las sagas, las preferidas fueron “Cincuenta Sombras” (J. D. James), “Los juegos del hambre”, El Hobbit (Tolkien), “Canción del Hielo y el Fuego” (George R.R. Martin) , y “El Legado” (Cristopher Paolini).

Entre los autores de literatura se destacaron Haruki Murakami, Eduardo Galeano, Irene Nemirovsky Cristina Bajo y Paul Auster.

En ciencias sociales: “Breve historia contemporánea de la Argentina” (José Luis Romero), “El precio de la desigualdad” (Joseph Stiglitz), “Mitomanías” (Alejando Grimson), “Historia de las ideas en Argentina” (Oscar Terán) y “Acabemos ya con esta crisis” (Paul Krugman).

En el rubro ilustradores infantiles e historieta se destacaron Benjamin Lacombe, Rebecca Dautremer, ISOL, Istvansch, Jimmi Liao, Pablo Bernasconi, Oliver Jeffers, Liniers, Nik y Quino. Mientras que, “Poesia completa” (Paul Auster), “El mar de Coral” (Patti Smith), “El arte de narrar” (Juan José Saer), “Cincuentena” (García Montero) y “Ropa Vieja: La muerte de un artista” (Francisco Bitar), fueron los favoritos en poesía.

La lista de los libros más vendidos en 2012 se integra con “Suite Francesa” (Irene Nemirovsky), “Macanudo 9” (Liniers), “El principito” (Saint Exupery), “La mujer justa” (Sandor Marai), “La elegancia del erizo” (Muriel Barbery), “Gaturro 19” (Nik), “Los hijos de los días” (Eduardo Galeano), “El jardín de los venenos” (Cristina Bajo), “Mafalda 10 años” (Quino), y “Arte y Creación” (Marta Zatonyi).

A PEDIDO DEL PÚBLICO

Desde la librería ubicada en plena peatonal santafesina, Alicia Arese reseña los libros y autores que se destacaron durante este año por mayor venta y pedido de la gente. En ficción, la trilogía “Caballos de Fuego” (Florencia Bonelli); “Secreto bien guardado” y “Lo que no se dice” (Viiviana Rivero), la trilogía “Milenium” (Stieg Larson), “El tiempo entre costuras” y “Misión olvido” (María Dueñas), “El corazón helado” (Almudena Grande), “Cincuenta sombras” (E. L. James), “Cartas marcadas” (Alejandro Dolina), “La sombra del viento” (Carlos Ruíz Zafón) y la saga “Juego de tronos” (George Martin).

En no ficción se destacaron “Él y ella”, “Lanata” y “El dueño” (Luis Majul), “Viva la diferencia”, “Bienvenido dolor” y “No quiero crecer” (Pilar Sordo), “La Cámpora” (Laura Di Marco), “Los hijos de los días” (Eduardo Galeano), “Mujeres tenían que ser” y ”Evita” (Felipe Pigna), “Autoboicot”, “Gente tóxica”, “Resultados extraordinarios” (Bernardo Stamateas), “Confianza total” (Florencia Andrés/Verónica de Andrés), “El secreto”, “El poder”, “La magia” (Rhonda Byrne) y “Los cuatro acuerdos” (Miguel Ruíz).

También hubo buena demanda de libros para chicos y jóvenes. Entre ellos: la serie “Caídos del mapa” (María Inés Falconi), la saga “Crepúsculo” (Stephenie Meyer), la saga “Los Juegos del hambre” (Suzzanne Collins), “El Hobbit” (Tolkien), “Gaturro” (Nik), “Natacha”, “Bituin Bituin Natacha” y “Lejos de Rin” (Luis María Pescetti), la saga “Percy Jackson”, “La pirámide roja” y “Tronos de fuego” (Rick Riordan), y la saga “Cazadores de sombra” (Cassandra Clare).

PARA LLEVAR EN LA MOCHILA

Para leer en vacaciones, Alicia Arese recomienda, entre los libros de ficción, “Lo que no se dice” (Viviana Rivero), “Misión Olvido” (María Dueñas), “En el país de la nube blanca” (Sarah Lark), “El ángel roto” (Gloria Casañas), “Cincuenta sombras” (E.L. Janes), “Los litigantes” (John Grisham), “Un final perfecto” (John Katzenbach), “La caída de los gigantes” (Ken Follet), “Juego de tronos” (George Martin) “Cuando pase tu ira” (Assa Larsson), “Área 18”, “La gansada”, “Te digo más” (Fontanarrosa), y “Romances turbulentos de la historia argentina” (Daniel Balmaceda).

De no ficción, la lista propuesta se compone por “Toda la verdad y nada más que la verdad” (Luis Ventura), “Horóscopo 2013” (Gimena Latorre), “Lanata 26” (Jorge Lanata), “Lanata” (Luis Majul), “Libertad o barbarie” (Pablo Rossi), “Economía a contramano” (Alfredo Zaiat), “Corazón de rey” (Maravilla Martínez), “Los hijos de los días (Eduardo Galeano) y “Otra vuelta a la economía” (Martín Lousteau).

La pausa que proporciona el verano también puede estimular la lectura de libros de autoayuda. Para ello están “La magia” (Rhonda Byrne), “Confianza total” (Andrés y de Andrés), “Basta de Miedos” (Viviana Canosa), “El manuscrito encontrado en Accra” (Paulo Coelho), “Tomate un café contigo mismo” (Walter Dressel) “Amor en acción” (Claudio M. Domínguez), “Viva la Diferencia”, “No quiero crecer”, “Bienvenido dolor” y “Lecciones de seducción” (Pilar Sordo) y “Laboratorio del alma” y “Laboratorio interior” (María Stella Marusso).

Y al equipaje de los más chicos de la casa y los adolescentes, se pueden sumar: “Fairy Oak” (Elisabetta Gnone), “La pirámide roja” y “Trono de fuego” (Rick Riordan), saga de “Los secretos” (Michael Scott), “El atlas de Esmeralda” (John Stephens), “Cazadores de sombra” (Cassandra Clare), la saga “Fin de semana en el paraíso” (María Inpés Falconi) y “Gaturro” (Nik).

Por su parte, Bibi Fernández anota como opciones para disfrutar en los días de ocio o menos trajín -entre novedades y clásicos- “G” (John Berger), “Mr Gwyn” (Alesandro Baricco), “Último round” (Julio Córtazar), “Ficciones” (Jorge Luis Borges), “Nexus” (Henry Miller), “La muerte de Carlos Gardel” (Antonio Lobo Antunez), “Memorias de Adriano” (Margarite Yourcenar), “1001 Películas que hay que ver antes de morir”, “La pesquisa” (Juan José Saer), “Poesía completa” (Alejandra Pizarnik), “La mesa de los galanes” (Roberto Fontanarrosa) y “Una vacante imprevista” (J K Rowling).

Para adolecentes: “La biblioteca mágica de Bibbi Broken” (Jostein Gaarder), “Corazón de tinta” (Cornelia Funke), “El niño del pijama de rayas” (John Boyne), “Play” (Javier Ruescas), “Las ventajas de ser invisible” (Stephen Chobsky), y adaptaciones de clásicos en formato de novela gráfica.

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POR EMERIO AGRETTI (el litoral)

Como pocas veces desde 1983, la política está en el primer plano de la opinión pública. Una sucesión vertiginosa de acontecimientos traduce la vocación del gobierno nacional por mantener la iniciativa en la agenda y sostener lo que se ha dado en llamar “el modelo”. Los medios de comunicación reflejan esta vorágine con las dificultades de la lógica amigos-enemigos impuesta desde el poder y potenciada por los intereses de los grupos más afectados, en un debate en el que se juega no sólo la Argentina de hoy, sino la de los próximos años, y que involucra de manera ineludible a toda la sociedad. Nuevos fenómenos emergen y otros se reciclan, en un entramado nutrido por la evolución tecnológica y la regurgitación histórica.

En este contexto, los libros periodísticos sobre política -al margen de los producidos por los propios políticos- significan una contribución decisiva para anclar significados, promover reflexiones y hallar las claves del proceso en marcha. Entre el condicionamiento de estas tensiones y el esfuerzo intelectual por ponerse por encima de ellas, con adhesiones y posicionamientos críticos expresos, el 2012 nos dejó un buen muestrario de lo que está pasando en Argentina.

En “Kamikazes”, Reynaldo Sietecase ensaya una mirada abarcativa, capaz de nuclear la pelea de los Kirchner con los medios de comunicación, la relación con los sindicatos y la oposición, los problemas en transporte y energía, la pelea con el campo y la política de derechos humanos, a caballo entre la crónica y el ensayo.

En “La gravedad del silencio”, el analista internacional Claudio Fantini se enfoca en la actualidad nacional para analizar en qué medida el llamado “relato” traduce y justifica medidas con base en el odio político y su efecto en la comunidad, al punto de opacar logros del gobierno.

Desde la simpatía con el oficialismo, Dante Palma ubica el nacimiento de el kirchnerismo como tal en 2008, el momento en que se define a partir de la identificación de “El adversario”. En este caso, lo que llaman “la prensa monopólica”, a partir del conflicto con el campo. También ensaya aquí la construcción de una identidad colectiva con base en el “nosotros” y “ellos” que atraviesa toda la vida nacional.

En “Libertad o barbarie”, el periodista cordobés Pablo Rossi cita al Facundo de Sarmiento para describir de qué manera se captan voluntades y se castiga a los remisos en el actual gobierno.

Apuntando más a las particularidades, Federico Mayol desmenuza en “Amado” la controvertida figura del vicepresidente de la Nación, su vertiginoso y difícilmente explicable ascenso desde las filas del liberalismo y su condición de playboy, y su resistencia a la caída en desgracia producto de las denuncias por corrupción.

El fenómeno del regreso de los jóvenes a la actividad política merece una mirada crítica de Laura Di Marco en “La Cámpora”, donde considera a la organización como “un sello construido desde el poder”, y entusiasta por José Natanson en “Por qué los jóvenes están volviendo a la política”, vinculando la militancia en el kirchnerismo con procesos internacionales como el de los indignados españoles, los estudiantes chilenos o la primavera árabe.

Finalmente, Luis Gasulla parte del caso Schoklender para analizar “El negocio de los derechos humanos” y Diego Rojas, a través de “Argentuits”, intenta reflejar de qué manera se pueden plantear debates en 140 caracteres.

• La historia urgente

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POR ENRIQUE BUTTI (el litoral)

Más allá del veneno que impregna las hojas de un libro de contenido ponzoñoso y que asesina al lector que se lleva los dedos a la boca para pasar mejor las hojas con su saliva, en la novela de Umberto Eco. Y más allá de quienes merced a la literatura enloquecen, con por lo menos tres ejemplos soberbios de novelas clásicas: el primero (que además muchos sostienen que se trata de la primera novela en absoluto) es el del mediocre hidalgo provinciano y solterón que decide consumar su vida en la concreción de todas las fantasías físicas y metafísicas que viven esos soldados del Bien que son los protagonistas de las novelas de caballería.

El segundo ejemplo es patético, porque el personaje decidido a vivir las fantasías que ha degustado en las novelistas rosas (muy malas, a diferencia de Alonso Quijano, que lee incluso a Ariosto) es la pobre Madame Bovary, quien literalmente acaba envenenándose y dejando el desastre a su alrededor (a diferencia de Don Quijote, que muere muy bien, en su cama, llorado no sólo por quienes están junto a su lecho sino por todos los lectores que han llegado a esa última página).

El tercer ejemplo proviene del único libro de la segunda mitad del siglo XX que me animaría a sostener como “clásico”, y es el protagonista gordinflón de La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, a quien lo enloquecen sobre todo las porquerías de consumo masivo: el más comercial y deleznable cine estadounidense, los libritos con consignas revolucionarias, las novelas costumbristas sureñas, todo en la búsqueda ideal de teología y geometría medieval inspirada en Boecio.

Milan Kundera demuestra que la novela es la responsable de las mejores cosas que sostienen nuestra cultura occidental, la tolerancia en primer lugar. En verdad, toda buena novela que nos llega hasta el alma provoca un sobresalto con secuelas, si no a la manera mítica de Don Quijote, de Emma Bovary o de Ignatius Reilly, sí de otra igualmente extraordinaria. Dejamos de ser nuestra miserable fatal unicidad para vivir otra u otras vidas, con esa vida profunda y personal que instiga la literatura, tan distinta a la que provoca el cine, con una vida depurada, ya masticada y deglutida.

¿Quién pasaremos a ser cuando abramos esta buena novela? ¿Quién, en qué época, en qué mundo? ¿Volveremos a ser yo?

• ¡Peligro, las novelas andan libres!

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“Don Quijote”, según Daumier.

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POR PABLO E. CHACÓN (TÉLAM). FOTO. TÉLAM.

La cuestión del amor como un fenómeno digno de reflexión y atención a las mutaciones de las que ha sido objeto, retornó como una figura que diversos intelectuales trataron a lo largo del año sin ignorar las geografías, sus modos de aparición y la nueva recepción impuesta por las migraciones forzadas en el mundo global.

Lejos está el planeta del baby boom de la posguerra, de la primavera del amor y del conservadurismo de los ‘90. Si existe un repliegue sobre el universo privado, es acompañado por una revalorización de la familia en todas sus formas, incluidas aquellas que en algún momento se consideraron disidentes (matrimonios del mismo sexo, trans, gay, lesbianas, etc.).

El discurso sobre el amor conoce hoy un reverdecer que algunos intelectuales que llegaron a la Argentina se encargaron de actualizar. ¿Las razones de ese reverdecer? Serán conjeturas pero no está de más sospechar una normalización después de años de descontrol primero y represión después a cambio de una vida supuestamente por fuera de los extremos.

¿Será casualidad que pensadores, sociólogos, psicoanalistas, escritores, filósofos, sociólogos, ensayistas se hayan volcado a pensar una experiencia de la cual se pueden contar, cuanto mucho, impresiones, pero de la cual es imposible adivinar su momento de aparición (esto es, la contingencia), su suerte, futuro y sustancia? Precisamente, si algo caracteriza al amor es su falta de sustancia.

El filósofo francés Alain Badiou considera al amor uno de los procedimientos de la verdad. Y si bien en su hermoso “Elogio del amor” habla del flechazo, más importancia le da, si los amantes logran traspasar ese embrujo, a la duración. El deseo, para este señor es una materia imposible de regular, frágil y siempre al borde de la desaparición, por la cual no sólo alcanza con apostar.

El escritor británico Alfred Hayes (después de su insuperable “Los enamorados”) volvió a la carga con “Que el mundo me conozca”, un texto que recuerda más a la escena norteamericana de los ‘50, a los textos de Arthur Miller o de Scott Firzgerald, sus personajes alienados, que al todo-vale del Bret Easton Ellis de los ‘80.

¿El amor es tan viejo como el Homo sapiens? Nadie lo sabe. Sí se sabe que el matrimonio por conveniencia dio paso -junto con el capitalismo- al matrimonio por “amor”.

Eso no quiere decir que el “amor” no hubiera existido antes, sino que sus manifestaciones eran sancionadas socialmente: que lo digan Romeo y Julieta, o Tristán e Isolda, que pagaron caro su osadía.

Los sociólogos alemanes Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim, investigadores de la convivencia contemporánea y del individualismo posmoderno, emprenden un sesudo análisis sobre el amor a distancia, estudiando una cantidad de casos, centrados, sobre todo, en la inmigración, forzada o elegida.

En “Amor a distancia. Nuevas formas de vida en la era global”, los especialistas sostienen que las mujeres son la viga maestra del mundo contemporáneo.

La entrada de la mujer al mercado de trabajo es una de esas revoluciones copernicanas que también estudia la ensayista marroquí Eva Illouz en “Por qué duele el amor”. Será una maldición o una bendición pero el amor es un episodio que no pasa desapercibido, incluso en esas tribus o etnias que desconocen otro trato que no sea el que implica la reproducción.

Illouz pone el acento en la desarticulación del patriarcado y en la multiplicación de formatos, desde los más conservadores a los más “atrevidos”, y se anima a reinterpretar al sociólogo teutón Niklas Luhman, que en 1982, en “El amor”, describía, en su zona de influencia, la degradación del hombre, obligado a tomar las riendas de tareas como las domésticas que nunca había imaginado.

El francés André Comte-Sponville revisa la historia del amor occidental en “Ni el sexo ni la muerte”, un poco a la manera de Denis de Rougemont. Su apuesta es por una pasión atemperada sin cláusulas o garantías de eternidad. Perder esa ilusión es una manera de vivir el momento, y quizá hasta de construir un futuro.

La Argentina no ha dejado de ser una caja de resonancia de estos discursos. En las ciudades, las mujeres pasean su garbo y algunos hombres su desorientación. Si Antonioni, Bergman y Bertolucci contaban cierto ocaso masculino, Kieslowsky, Godard y Haneke cuentan la desesperación del hombre contemporáneo, ubicando, a su manera, el modo más notorio del malestar en la cultura.

• El amor en el siglo XXI

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La ensayista marroquí Eva Illouz, autora de “Por qué duele el amor”.

POR DOLORES PRUNEDA PAZ (TÉLAM). FOTO. TÉLAM.

La literatura juvenil afianzó un fenómeno de producción y marketing que trasciende franjas etarias y el mercado editorial; en tanto busca la fidelidad del lector con sagas que reproducen la fórmula de romance clásico aderezado con seres sobrenaturales, una estética oscura y temáticas postapocalípticas.

Las adolescentes ya no quieren ser princesas ni hadas buenas: las dos colecciones que más fanáticos reunieron este año son “Monster High” (Alfaguara), historias protagonizadas por las hijas de Drácula y Frankestein; y “Emily, the strange” (SM), aventuras en clave punk de una emprendedora y enigmática joven.

Mientras las heroínas se independizan, poseen una belleza imperfecta, abastecen a su entorno y luchan por él, los arquetipos masculinos juveniles, lejos de humanizarse, continúan enmarcados en los mitos clásicos.

Luego de que “Harry Potter” demostrara que los jóvenes podían seguir historias extensas y secuenciadas -con récords de ventas acompañados por el cine y otras industrias- y “Crepúsculo” confirmara un nicho de lectores voraces, la modalidad del “YA” (literatura para jóvenes adultos), del “crossover” (textos para grandes y chicos) y el “marketing 360‘ (un mismo producto ofrecido en diferentes áreas de mercado) siguió profundizándose.

Así, el último episodio de la saga de Stephenie Meyer llegó al cine local en noviembre, con un éxito que por semanas aglutinó en largas filas a adolescentes para conocer el final de la historia que muchos leyeron y otros lo harán trs verla en pantalla.

De la misma forma, “Los juegos del hambre”, el best seller postapocalíptico de Suzanne Collins, permaneció semanas entre los más vendidos de Argentina antes de ser estrenado en el celuloide; y el segundo tomo de “Juego de tronos”, la creación de George R.R. Martin se lanzó junto a la temporada de TV por cable.

En este marco se inscribe el fenómeno “Monster High”: la misma juguetería que creó las impecables Barbie‘s -parámetro de belleza apolínea de las últimas tres décadas, junto al delicado Kent- llevó a las jugueterías a las “Bratz”, muñecas sexys de estética gótica, que se agotaron en las principales ciudades del mundo.

Otro ejemplo es “Emily”: mientras la saga literaria avanza en Argentina, la marca de diseño independiente que la vio nacer en California hace 16 años se vuelve culto, y a las páginas de sus libros se suma la misma imagen que su creador Rob Reger dibujaba en los panfletos que repartía en recitales hace más de una década.

Los editores argentinos refirieron este año un fenómeno de producción más que de ventas, con un crecimiento del 7,20 por ciento en el consumo, según Ilhsa, y un 55 por ciento más de títulos registrados, informó la Cámara Argentina del Libro (CAL).

Un suceso lo protagonizó Tifani Caligaris con “Lesath”, una estudiante de abogacía que escribió la épica de una guerrera, mitad elfa y mitad humana, libro que a dos semanas de ser lanzado por Planeta tuvo que ser reimpreso, con 5.000 ejemplares vendidos.

Otra singularidad que cobró visibilidad es el fantasy local, un género anglosajón que tenía pocas voces en el país y este año redobló su apuesta con la sorpresa de “Lesath”; el lanzamiento del segundo volumen de la trilogía “El último reino”, de Leo Batic; y novedades como “Hechicera de relojes”, de María Inés Linares.

A este entramado se suman escritores muy jóvenes como Julián Cáceres Narizzano, con 22 años autor de “El niño dragón”; Pablo Nieto, creador de “La fortaleza oscura”; y “Vikingos en la Tierra Verde”, de Patricio Killian y Sebastián Vargas.

Alfaguara lanzó este año como experimento “Mar cruzado”, la primera novela juvenil online local, escrita por Cecilia Pisos y leída por 3.000 cibernautas a un mes de su lanzamiento.

En ese lapso la historia reunió 1.500 seguidores por Facebook y ofreció el aporte local a la experiencia de “lectura 2.0” y la tendencia “in the making”, como un folletín de entregas por Internet en cuya trama intervienen los lectores a través del chat.

A nivel mundial, la cordobesa María Teresa Andruetto recibió el Premio Hans Christian Andersen, el más destacado del globo dentro de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ). En tanto que la bahiense Paula Bombara se alzó con el galardón iberoamericano “El barco de vapor” y Jorge Accame ganó el “Premio Norma de LIJ”.

Como síntesis del fenómeno, por primera vez en el país se reimprimió la septualogía completa de Harry Potter que permanece desde julio en el ranking con tres títulos.

• La literatura juvenil, un pulpo que suma adeptos y productos

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La bahiense Paula Bombara se alzó con el galardón latinoamericano “El barco de vapor”.

POR JULIETA GROSSO (TÉLAM). FOTO. TÉLAM

Portadoras de una estética exultante que incita a la glotonería y textos que proclaman la flexibilización del paladar, las obras dedicadas a la gastronomía fueron una de las mayores apuestas del año, con títulos que van desde la antología de reconocidos chefs y el registro de nuevos maridajes entre sabores hasta ensayos que alertan sobre la precarización de la dieta alimentaria.

El boom editorial de libros consagrados a la vertiente más “glamorosa” de la alimentación funciona como correlato de una trama que ha disparado el interés de iniciativas como “Buenos Aires Market”- -un mercado callejero que alienta el consumo de alimentos saludables- o “Masticar”, la primera feria gastronómica organizada por cocineros bajo la consigna “Comer rico hace bien”.

La contracara de este fenómeno son los múltiples debates generados en torno a la irrupción de prácticas monopólicas en la distribución de los productos y a la manipulación genética que intenta eludir los límites impuestos por la estacionalidad natural de los alimentos, una cruzada que en los últimos años llevaron adelante referentes como Narda Lepes o el japonés Iwao Komiyama.

En sintonía con un mundo que redefine el pulso de sus habitantes a partir de crisis recurrentes de distinto orden, estas discusiones se multiplican a escala planetaria y no dejan de producir paradojas, como señala el ensayista Raj Patel en su obra “Famélicos y obesos” cuando sostiene que mientras la humanidad produce más alimentos que en toda su historia, una cifra superior al diez por ciento de la población padece hambre.

“No comas nada que no le pareciera comida a tu bisabuela”, “Si te lo sirven por la ventanilla del coche, no es comida”, “No desayunes cereales que cambien el color de la leche”: con estas y otras máximas irrumpió este año en las librerías el periodista francés Michael Pollan con una obra titulada “Saber comer”, que ofrece 64 reglas básicas para mejorar los hábitos alimentarios.

Desde hace una década, el autor de “La botánica del deseo” y “El detective en el supermercado” se dedica a desentrañar la relación entre el hombre y la comida, una problemática que en el caso de este volumen avanza en la distinción entre alimentos saludables y comida procesada.

Lo más difícil, según Pollan, no es descartar la oferta de bebidas artificiales y alimentos generosos en grasas saturadas que inundan el mercado a partir de formas explosivas y llamativos colores, sino aprender a detectar las trampas encubiertas en el segmento de productos básicos como el yogur, el pan o los cereales, en especial cuando se rotulan bajo la opción “light”.

El segmento de tono crítico compartió cartel con otra estirpe de libros, de prosa más amable y estética sugerente, destinada a exaltar las bondades del buen comer: Francis Mallmann con “Tierra de fuegos”, Pablo Massey con “Cocina sin excusas” y la legendaria Petrona C. de Gandulfo, fueron algunas de las firmas consagradas que se asomaron a los anaqueles con ostentosas antologías.

En la misma línea también se conocieron en los últimos meses las producciones de Máximo López May -hermano de Juliana, otra reconocida chef que milita en ls filas de la comida orgánica- y “Nucha”, un híbrido entre biografía y libro de recetas escrito por Javier Ickowicz que recorre la historia de la dueña de ese apelativo, artífice a su vez de una conocida cadena de tortas y otras delicias que lleva el mismo nombre.

La marquesina de clásicos se completó con el lanzamiento de “La cocina de la familia”, obra del vanguardista chef español Ferran Adrià que recopila algunos de los menúes ofrecidos en su restaurante “El Bulli” y la aparición de “En crudo”, en la que el chef y cronista norteamericano Anthony Bourdain retrata las transformaciones registradas en el mundo de la alta cocina.

Los exponentes de las nuevas camadas tuvieron un espacio preponderante en “Nueva cocina argentina”, una investigación realizada por el crítico gastronómico Pietro Sorba que testimonia las búsquedas de una treintena de cocineros formados en el exterior y decididos a resignificar las principales tradiciones gastronómicas.

El autor plantea en su libro que las nuevas generaciones ya no apuntan a la repetición seriada de platos emblemáticos de la gastronomía internacional y orientan su pericia técnica a la innovación y al rescate de sabores autóctonos que dan lugar a interesantes maridajes, como el ceviche de trucha o el sushi argentino con salsa de Malbec.

Sorba, autor también de la flamante antología “150 restaurantes que nunca fallan”, advierte que este viraje fue posible a partir de la incoporación de otras variables como la diversificación en la oferta de productos disponibles en el mercado y la irrupción de un nuevo tipo de consumidor más entrenado en texturas y sabores.

Quien no se hizo presente este año con ningún emprendimiento editorial fue la estrella mediática Narda Lepes, aunque la genealogía familiar estuvo bien representada por Viviana Lepes -tía de la autora de “Comer y pasarla bien”-, que debutó con “Las recetas de la tía Vivi”, un compilado de consejos para esterilizar frascos, almacenar mermeladas y preparar chutneys o conservas.

Habitual generadora de best-seller editoriales derivados de su alcance masivo, la televisión posibilitó el desembarco de obras como “Cocineros argentinos”, que reproduce en formato gráfico la dinámica del ciclo homónimo que emite Canal 7, y “La cocina de Coco”, de Sebastián Agost Carreño, ex asistente de Maru Botana.

• La mesa está servida, los debates también

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Las obras dedicadas a la gastronomía fueron una de las mayores apuestas del año, como la del cheff argentino Francis Mallman, “Tierra de fuegos”.

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POR JUAN IGNACIO NOVAK (el litoral)

El verano, que duda cabe, es especial para despuntar el tantas veces postergado vicio de la lectura. Es que finalizada la maratónica epopeya que implica terminar el año, llega la calma de las vacaciones y con ella la tentación de tomarse el tiempo para leer ese libro que quedó todo el año en la mesita de luz a la espera de que el lector audaz se anime a trasponer las primeras páginas sin caer rendido. Además, las noches de enero o febrero invitan más al desvelo que al sueño; a sublevarse contra la tiranía del reloj antes que a sucumbir a su despiadado paso.

Es por todo eso que a la hora de recomendar lecturas posibles para la temporada estival, no es pecar de ambicioso sugerir a los lectores de “buena cepa” algunos libros cuya extensión muchas veces puede ser sobrecogedora durante los meses más ajetreados. Así que en los párrafos que siguen van tres recomendaciones, tan aleatorias como atractivas, que de seguro serán sinónimo de momentos gratos para quien las tenga en cuenta.

El nombre de la rosa: La novela de Umberto Eco publicada en 1980 es una de las grandes obras del siglo XX. Por varias razones. La primera, por su compleja trama ambientada en un sombrío monasterio benedictino a mediados del siglo XIV. La segunda, por el magnetismo de su personaje principal, el perspicaz monje franciscano Guillermo de Baskerville, que se presenta como una especie de Sherlock Holmes medieval. La tercera, por la precisión con la que el autor nos sumerge en una época oscura de la historia, llena de misterio y sombras. Y la cuarta y fundamental porque logra atrapar al lector desde sus primeros párrafos y mantener la intriga en forma sostenida hasta el final, obligándolo a ser participe para descifrar el enigma.

La dalia negra: James Ellroy es en la actualidad uno de los nombres más conocidos de la novela de misterio. Y mucho tiene que ver esta interesantísima novela publicada en 1987 y que conserva toda su energía. Con una prosa que no da respiro, el autor parte del asesinato de una mujer joven que llega a Hollywood en busca de un lugar entre las estrellas de cine, para hacer un retrato descarnado y oscuro de Los Ángeles de la década del ‘40, donde la corrupción y la violencia sexual son moneda corriente. En los párrafos delineados por este escritor norteamericano, resuenan los ecos de grandes nombres del policial clásico como Raymond Chandler o James M. Cain, pero con un sello propio y personal que no deja a nadie indiferente.

El señor de los anillos: Es casi seguro que más de uno se sienta tentado a pensar que no vale la pena leer la epopeya creada por el gran J.R.R. Tolkien luego de las películas realizadas por Peter Jackson diez años atrás. Es un error, porque a pesar del virtuosismo de los filmes, las más de 1.500 páginas que cuentan los avatares del portador del anillo único, esconden una complejidad y unas dimensiones épicas mucho mayores que las que puede permitir la pantalla. Además, permiten comprender muchísimo mejor las motivaciones, los temores y, en definitiva, los destinos de los distintos personajes. Con el agregado de las exquisitas referencias que hace el autor sobre la Tierra Media, su origen y su geografía, que garantizan el disfrute.

• Tres libros para leer antes de que termine el verano

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