Editorial

El peso, el dólar y diez billones de sólidas razones

El tema de los dólares etá otra vez sobre el tapete, básicamente por dos razones. Una es práctica y estacional, vinculada con las dificultades para obtener la moneda estadounidense en un período de alta demanda asociada con el pago de las vacaciones en el exterior. La otra es ideológica y propagandística, y se relaciona con otra “batalla cultural” del gobierno: la reargentinización de la moneda.

La primera ha impulsado la paridad cambiaria no oficial por encima de los siete pesos por cada dólar, lo que lleva la brecha entre el dólar oficial y el dólar blue a un 40 por ciento. La segunda no tiene efecto ni siquiera en el plano de los políticos oficialistas, ámbito en que las últimas polémicas se suscitaron a partir de los dólares que el gobernador Scioli reconoció poseer.

La cuestión comenzó cuando Cristina Kirchner, que junto a su marido hasta ese momento habían atesorado en dólares y ladrillos, estableció que se debía recuperar nuestro signo monetario como eje de las transacciones económicas, y que era una vergüenza que los argentinos hicieran lo que su propia familia había hecho hasta el día anterior. Desde ese momento, la voz de mando fue volver al peso y a la dignidad nacional que la revaloración de nuestra moneda otorga. Ella misma se comprometía a pesificar rápidamente sus depósitos en la moneda norteamericana, que alcanzaban los dos millones. Y el ex Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, era compelido en público a hacer lo mismo con su ahorro en dólares, equivalente al uno por ciento -U$S 20.000- de lo que registraba su jefa y presidente.

Ahora, el que tuvo que confesar en público su tenencia de dólares -U$S 200.000-, equivalente al diez por ciento de lo que en su momento tenía Cristina, es Daniel Scioli, nueva víctima de la campaña patriótica impulsada desde la cumbre del poder oficial.

Lo que en verdad ocurre, más allá de la gestual teatralidad de la proclama, es que la Argentina ha perdido una importante cantidad de divisas por falta de confianza en nuestra economía y porque los cerrojos fiscales diseñados para impedir la salida de dólares también obran como un muro que cierra la entrada de capitales genuinos. Nadie traerá divisas que luego no podrá sacar.

Pero más allá de las actuales circunstancias, lo cierto es que la moneda argentina no ha hecho mas que resignar valor de manera sostenida, al punto que desde 1970 a la fecha ha perdido trece ceros. De modo que un peso de aquel momento hoy vale su diezbillonésima parte (1=0,0000000000001). Ése es el motivo incontrastable por el cual los argentinos buscan al dólar como reserva de valor. Por tanto, la única gran batalla a librar desde el gobierno es mantener el valor del peso en vez de licuarlo día a día con los efectos de la inflación. No hay ninguna cuestión patriótica en juego, sino el reflejo condicionado de los argentinos por la sucesión de estafas perpetradas desde el Estado. Eso es lo que hay que cambiar para que a su vez cambie la actitud de los ciudadanos.