Editorial

Muerte en las rutas

La segunda quincena de enero arrojó una cifra escalofriante: en apenas 13 días, en las rutas de la Argentina perdieron sus vidas 56 personas. O dicho de otro modo, el promedio indica que cada cinco horas y media se produjo una muerte en accidentes de tránsito.

El fenómeno no es nuevo. De hecho, en numerosas oportunidades desde esta columna editorial se hizo referencia al flagelo de los accidentes mortales en rutas. Pero la situación no mejora.

Tanto es así que las estadísticas actuales superan a las del año pasado, cuando a lo largo de la segunda mitad de enero el número de muertes ascendió a 43.

Algunos casos tienen más repercusión que otros. La muerte más resonante ocurrida durante los últimos días fue la del papá del futbolista Martín Demichelis, quien falleció incinerado junto a su pareja a la altura de Cañada de Gómez, en el sur de Santa Fe, mientras viajaban por la autopista Córdoba-Rosario y por razones que se investigan impactaron contra el guardaraíl.

Un caso aún más cercano se produjo en la ruta 34, en jurisdicción de Angélica, cuando dos personas perdieron la vida al protagonizar un triple choque el pasado jueves por la mañana. Las víctimas fueron un joven de 27 años y su hijo de apenas 12 meses, ambos de nacionalidad boliviana.

Estas estadísticas no hacen referencia a los heridos, cuyo número suele superar con creces a la cantidad de víctimas fatales. Muchos de ellos sufren prolongados períodos de recuperación. Otros, jamás logran recomponerse totalmente y acarrean las consecuencias del siniestro a lo largo de sus vidas.

Es verdad que gran parte de las rutas del país no están en buenas condiciones y que, en muchos casos, se convierten en el motivo principal de los accidentes. Sin embargo, las estadísticas indican que los responsables principales de los siniestros suelen ser los conductores.

Según el Centro de Experimentación Vial (Cesvi), el 90% de los accidentes en la Argentina se producen por errores o por irresponsabilidad humanas. El 5% tiene orígenes en problemas de infraestructura, mientras que el 5% restante está ligado con fallas en los vehículos.

Los factores humanos más comunes en el origen de los accidentes son la invasión de carril (41%), la distracción (19%), velocidad inadecuada (16%), maniobras abruptas (10%), distancia de seguimiento insuficiente (6%), prioridad de paso no respetada (4%) y cansancio (4%).

En definitiva, los imprevistos existen. Pero, por lo general, la mayor parte de las muertes podrían ser evitadas si existieran más controles y si cada uno los conductores manejara con mayor responsabilidad.

Luego de años sin ejercer controles en las rutas que atraviesan la provincia, el gobierno de Santa Fe puso en funcionamiento la Policía de Seguridad Vial. Recientemente se adquirieron radares para controlar la velocidad de los vehículos.

Es cierto que por ahora el número de móviles y de efectivos resulta insuficiente para cubrir las necesidades de un territorio tan amplio. Sin embargo, la decisión representó un avance que deberá ser profundizado con el correr del tiempo.