De domingo a domingo

Viejas recetas inútiles e informalidad para enfrentar una inflación que no existía

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Sin siquiera instrumentos legales que den sustento a las medidas, se anunciaron los “acuerdos” para congelar los precios durante 60 días. Al mismo tiempo se conocieron las presiones ejercidas en esos empresarios para no publicitar en medios de comunicación. Foto: DyN

Ernesto Behrensen

DyN

El gobierno nacional se vio obligado a reconocer la existencia de la inflación en la Argentina, aunque a su manera, y resolvió aplicar medidas de facto, de dudosa legalidad, que trajeron a la memoria colectiva los peores fantasmas de las crisis económicas pasadas.

Esas viejas recetas ya demostraron producir resultados diametralmente opuestos a los buscados. Racionamiento, inquietud, desabastecimiento, explosión inflacionaria.

La administración de Cristina Fernández puso en marcha las medidas con el sello característico de su gestión. Desde el ministerio de Economía y la Secretaría de Comercio Interior se anunció la concreción de “acuerdos” para congelar los precios durante 60 días con grandes cadenas de supermercados, de electrodomésticos y con los empresarios productores de útiles escolares.

Al mismo tiempo se conocieron las presiones ejercidas en esos empresarios para no publicitar en medios de comunicación. En ambos casos, genera dudas la ausencia de instrumentos legales que den sustento a las medidas.

Nadie vio el texto de los acuerdos supuestamente firmados e, incluso, algunos dudan de su existencia. La presión, corporizada en este caso por el secretario Guillermo Moreno, se ejerce sin dejar “pruebas” que habiliten eventuales medidas judiciales.

Sin documentos

Uno de los supermercadistas convocados por Moreno llegó a reconocer, con estricta reserva, que “no se firmó nada, es todo de palabra, no hay documentos”. La misma metodología se aplica para restringir las importaciones y poner cupos a las exportaciones. La inexistencia de instrumentos legales que sostengan esas políticas es el denominador común.

Ese mecanismo también se utilizó para instaurar el cepo al dólar, cuya existencia fue negada por la propia Presidenta en Harvard. Sin embargo, en el país real, es casi imposible hacerse con la moneda estadounidense para viajar sin caer en la ilegalidad. Y directamente se prohibió para atesoramiento.

El gobierno se empeñó en negar la existencia de una inflación de dos dígitos, acumulada desde hace años, que socavó las bases mismas del modelo económico y del aparato productivo nacional, generando fortísimas distorsiones. Intervención del Indec, ocultamiento y tergiversación de sus cifras y acuerdos de precios no alcanzaron. Ahora se recurrió al congelamiento temporal, una medida que ya demostró su ineficacia en el pasado.

Si hasta la propia Presidenta la criticó días atrás en un discurso. “Si no te defendés vos, no te defiende nadie. Ya está demostrado con el paso de la historia, que obligar y acordar no sirve”.

El equilibrio discursivo que debieron adoptar en el gobierno para referirse a la inflación es cada vez más difícil de mantener. Poco creíbles sonaron las palabras de la subsecretaria de Defensa del Consumidor, María Lucila Colombo: “Nuestro país viene siendo bastante estable porque tiene una conducción que sabe a dónde vamos”. La funcionaria niega que exista un “acuerdo de precios”, pero inmediatamente se da vuelta y enfatiza: “De acá a abril no aumenta nada, y eso es una buena noticia. Llamemos a las cosas por su nombre: esto es un acuerdo. El Gobierno nacional va a controlar que los acuerdos se cumplan, nada más”.

En ese marco, causó sorpresa el desliz en el que incurrió el ministro del Interior y Transportes Florencio Randazzo, quien admitió la existencia de la inflación. “Seguramente la Argentina tiene algunas dificultades, una de ellas, no hay dudas, tiene que ver con algunos incrementos de precios”, dijo y agregó: “Tenemos que trabajar todos para que el incremento de precios o la inflación no lleve a licuar el esfuerzo que hacen los argentinos todos los días”.

Y sí, existe

O sea. La inflación existe. Está. Y no es un problema nuevo.

La fortaleza demostrada a la hora de aplicar el “congelamiento”, contradice la humildad que intentó mostrar la Presidenta al anunciar el envío del acuerdo con Irán por la AMIA al Congreso. “Esta Presidenta no vende ningún producto a Irán y tampoco tiene capacidad para decir a ningún empresario argentino con qué país debe comerciar o no debe comerciar, porque sería denunciada por atentar contra el derecho al libre comercio, que consagra nuestra Constitución”, dijo.

Las denuncias sobre la existencia de presiones para que los supermercados y cadenas de electrodomésticos no publiciten en los diarios parecen contradecirla.

En la ambivalencia que prevalece en el discurso oficial, se pasa de negar la existencia de dicha prohibición a justificarla. Tal el caso de “Pimpi” Colombo. Con el mismo énfasis con el que negó la veda publicitaria y la atribuyó a “inventos” de los diarios, pasó a justificarla. “¿Cuál sería la razonabilidad de eso?. Hoy la promoción principal para todo el mundo es que tenemos un acuerdo nacional para todos los productos en todas las sucursales de todas las cadenas nacionales de supermercados, que los precios del primero de febrero al primero de abril no van a cambiar. Ese es el mayor sumador que tienen hoy los supermercados, más que cualquier aviso o publicidad”.

Algunos, sobre todo los sindicalistas, vieron en las medidas un intento de frenar las exigencias salariales. Otros, vieron azorados cómo Venezuela, cuyo modelo parecen seguir desde el oficialismo, anunció una devaluación de casi el 50 por ciento en su moneda.

La política interna parece no ayudar a encauzar la situación. Y los anuncios sobre el acuerdo con Irán por la AMIA y su envío al Congreso ya recogieron numerosas críticas, entre ellas las de las asociaciones de la comunidad judía que alertaron que el entendimiento abriría las puertas a un “tercer atentado”.

Al rechazo de empresarios, sindicalistas, políticos y economistas a las medidas económicas se suma el clima de confrontación que se incrementó en los últimos días. Escraches a Axel Kicillof, abucheos a Amado Boudou, ataques verbales de Miguel del Sel a la Presidenta y de artistas a Mauricio Macri, actos discriminatorios a periodistas.

Todo en menos de siete días. La Presidenta pareció tomar nota de ello. Cuidadosa hasta el extremo de los gestos, Cristina Fernández pidió a “los que tienen responsabilidades institucionales que pongan un poquito más de garra, de buena onda” y reconoció: “No podes vivir peleándote con todo el mundo”. Sólo el tiempo dirá si sólo fueron palabras dichas en un discurso más.

El mismo mecanismo se utilizó para instaurar el cepo al dólar, cuya existencia fue negada por la propia Presidenta en Harvard. Sin embargo, en el país real, es casi imposible hacerse con la moneda estadounidense para viajar sin caer en la ilegalidad.