Historias escritas sobre el ring

A la memoria de un buen tipo: Roberto “Cara de Vaca” Aguilar

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Roberto “Cara de Vaca” Aguilar fue boxeador profesional entre 1970 y 1982. Incursionó en tres categorías de las llamadas grandes: mediopesado, crucero y pesado. Ilustración: Lucas Cejas.

 

Sergio Ferrer

“El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen”. La frase no es nuestra, le pertenece al gran poeta indio Rabindranath Tagore. No es nuestra, vale repetirlo, pero nos apropiamos de ella para introducirnos en un tema que realmente nos ha interesado desde siempre: rescatar del olvido aquellos boxeadores que, sin el brillo, el talento, la pegada o los logros de los grandes protagonistas del pugilismo santafesino (Carlos Monzón, Horacio Roldán, Francisco Resiglione, Alfredo Prada, Alfredo Bunetta, Américo Bonetti, Oscar Pita, Roberto Cheta, Marcial Franco, Hugo Bidyerán, Jacinto Fernández, Juan Martín Coggi, Julio César Vásquez o Carlos “Tata” Baldomir, por nombrar sólo algunos), igualmente aportaron su granito de arena en la construcción de la rica historia del boxeo de la provincia de Santa Fe.

Entre esos casos está el que nos ocupa hoy, el de Roberto Gustavo Aguilar, alias “Cara de Vaca”, esforzado jornalero del ring fallecido el 22 de diciembre de 2009, a los 64 años (había nacido el 20 de mayo de 1945). De físico grueso y robusto, Roberto también dejó su impronta en las lides de esta sacrificada disciplina deportiva. Sabemos que fue empleado de la Municipalidad de Santa Fe, pero lo tenemos mucho más visualizado y presente por su labor en el gimnasio de don Amílcar Brusa -donde se desempeñaba como masajista-, en calle San Jerónimo, entre Juan de Garay y Lisandro de la Torre. Allí lo conocimos personalmente, en una de las tantas oportunidades que fuimos de visita a dicho lugar.

Extraña costumbre

Aguilar era muy amigo de Juan Carlos “Zurdo” Fernández y de Héctor Rubén Zamaro, con quienes supo compartir gran parte de su vida e innumerables anécdotas. Precisamente, la primera vez que lo tratamos estábamos junto al citado Zamaro, que por entonces editaba y publicaba la revista especializada Sólo Box. Aguilar nos observó con gesto muy serio, como si estuviera todo mal con nosotros. Nos miró de arriba a abajo, con recelo y desconfianza, mientras se arrimaba a Rubén para decirle al oído algo realmente imposible de entender. Después nos enteramos de que ésa, la de “hacerse” el malo y simular algún enojo, era una de sus viejas costumbres y una de sus bromas predilectas.

En realidad, Aguilar “era más bueno que Lassie”, un flor de tipo. Así lo recuerdan quienes lo conocieron y supieron tratarlo con asiduidad, entre ellos Ángel Fernández y Rufino Cabrera. “Era un tipazo, nada más que le gustaba hacerse el loco” remarcan.

“Era una excelente persona y un guapo de ley a la hora de los golpes, muy aguantador”, agregan. Palabras más, palabras menos, todos coinciden. En primera instancia, fue pupilo de Brusa en el club Atlético Unión y por eso mismo muchos rememoran su condición de sparring partner de Monzón. Pero también fue conducido por Oscar “El Negro” Méndez (ex asistente de Amílcar), quien al separarse del viejo maestro tuvo su propio equipo de boxeadores, los que practicaban en territorio “enemigo”, es decir en el club Atlético Colón. Dicen que a Roberto le gustaba dar una mano con los pibes nuevos -los que empezaban a dar sus primeros pasos en el entarimado-, porque no tenía problemas en ponerse a disposición de ellos, para ayudarlos a “guantear” bien, enseñándoles, sin estropearse o hacerse daño inútilmente.

Un tal Galíndez

Uno de los motivos por los que recordamos a “Cara de Vaca” Aguilar en esta fecha es porque próximamente se cumplirán 34 años de la pelea que sostuvo con el enorme Víctor Emilio Galíndez, “El Leopardo de Morón” (o “El Orgullo de Vedia”, como prefieran), a nuestro entender el cuarto mejor peleador argentino de todos los tiempos (detrás de Carlos Monzón, Pascual Pérez y Nicolino Locche) y el tercero en ingresar al Salón de la Fama de Canastota (después de “Escopeta” y Pascualito, pero antes que “El Intocable”). Fue en 9 de marzo de 1979 en San Miguel de Tucumán, gran plaza pugilística del interior del país en los años ‘50, ‘60 y ‘70.

Todavía era la época de la televisión en blanco y negro (ATC se inauguró en 1978 pero la emisión domiciliaria en colores empezó recién en 1980) y del seguimiento de las últimas novedades del boxeo nacional e internacional a través de las páginas de publicaciones porteñas como Goles y El Gráfico.

Justamente, éstas le habían dado cierta importancia al enfrentamiento, en especial porque Víctor estaba en la antesala de la pelea revancha contra el estadounidense Mike Rossman, con quien había perdido el título mediopesado de la AMB el 15 de septiembre de 1978 y de quien se tomaría debido desquite el 14 de abril de 1979 -a poco más de un mes del combate con Roberto-, convirtiéndose en el primer ex campeón mundial de las 175 libras (79,378 kilogramos) que era capaz de reconquistar un cetro ecuménico en ese peso.

Roberto hizo lo que pudo frente a Galíndez que -como ya se ha expresado- se estaba poniendo a punto para volver a vérselas con Rossman. Obviamente, no hubo equivalencias, y el santafesino cayó por abandono en el octavo round, después de haber recibido bastante castigo. Lamentablemente, el mejor tiempo ya se conjugaba en pasado para “Cara de Vaca”, y su realidad boxística le marcaba un inexorable declive. Era más que evidente su rol de partenaire y probador de figuras, “papel” que se había acentuado en 1974 y 1975 contra Miguel Ángel Cuello (“El Rompehuesos de Elortondo”, campeón del mundo en la versión del CMB entre 1977 y 1978), al que debió soportarle dura metralla en tres ocasiones, en el marco de un duelo en el que terminó perdiendo siempre, aunque dando buenos espectáculos.

Su registro

De acuerdo con el registro no oficial de peleas de Boxing Central (Boxrec), entre el 6 de noviembre de 1970 (empate en 8 con Roberto Carabajal, en Tostado) y el 12 de febrero de 1982 (PKOT 9 contra Domingo D’Elía, en Corrientes), Roberto Aguilar sostuvo un total de 45 peleas profesionales. Ganó 21 (12 KO), perdió 17 y empató 7. Además de Víctor Galíndez y Miguel Ángel Cuello, se enfrentó a los más conocidos mediopesados, cruceros y pesados de su época: Avenamar Peralta, Miguel Ángel Páez, Juan Domingo Suárez, Raúl Loyola, Ramón Cerrezuela, Rubén Macario González, Juan Antonio Cardozo, Simeón Gallardo, Pablo Noé Castellino, Juan Carlos Sosa, Juan Antonio Figueroa y Juan Antonio Musladino, entre otros.

En el exterior, hizo tres presentaciones. El 4 de marzo de 1972 le ganó por nocaut en el primer round a Bob Tuckett en Roma, Italia. El 19 de agosto de 1972 perdió por puntos en cuatro asaltos contra Ralf Jensen en Copenhague, Dinamarca. El 27 de julio de 1974 cayó por puntos en diez asaltos con Waldemar Paulino de Oliveira en San Pablo, Brasil. Sus combates en Europa coinciden con dos de las defensas de Carlos Monzón del cinturón mediano unificado AMB-CMB, con Denny Moyer y Tom Boggs respectivamente.