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Entre refranes y memorias

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Sara Zapata Valeije, autora de “Ojo por diente”. Foto: Archivo El Litoral

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Graciela Aletta de Sylvas (*)

Esta novela podría incluirse entre los “textos de la memoria” que últimamente han proliferado en la literatura argentina para tratar de entender el período de la dictadura militar. Sin embargo este ejercicio de la memoria que practica Sara Zapata va más allá de esa etapa histórica: se adentra en las anécdotas del pueblo y sus habitantes (por ejemplo, la de los hermanos enfermos), amistades, situaciones históricas señaladas con una toma de posición (en referencia a la época de Perón) y en todas ellas evidencia una gran sensibilidad social. No hay un tiempo para la memoria ni los recuerdos individuales se producen de manera personal, sino que se ubican, si no remitimos a Halbwachs, investigador de la sociología de la memoria, dentro de un marco social que les da sentido. La interrogación sobre el pasado que practica la protagonista de la novela va más allá de la apropiación subjetiva para ubicarse en el contexto de una visión política y cultural. Ella se plantea la razón del funcionamiento de la memoria, motor de su novela: “Es extraño que haya recuerdos que permanezcan más que otros sin que pueda saberse la razón. Alguien tendría que decirnos cuál es el último momento feliz de nuestras vidas” (pag.90).

Esta selección es inherente al funcionamiento de la memoria: algunos sucesos son prestigiados, otros olvidados. Sin embargo, afirma Todorov, la memoria no se opone al olvido, son dos caras del mismo fenómeno. El personaje femenino y narradora de la historia activa su mirada retrospectiva y al hacerlo, define su identidad personal y la continuidad de sí misma en el tiempo, como bien lo explica Paul Ricoeur. Relata los sucesos del pasado muchos años después de los sucesos transcurridos, desde una Buenos Aires en la que se ha ido a vivir en compañía de su hermano. De esta manera los recuerdos personales se insertan y combinan en una perspectiva ideológica más amplia que incluye al pueblo y a la sociedad.

El título de la novela Ojo por diente reformula el antiguo refrán: “ojo por ojo, diente por diente” que surge de la sed de venganza y la posibilidad de cobrar agravios de la misma manera en que fueron infligidos. Se trata originalmente de la ley del talión. Ya encontramos aplicada esta reciprocidad exacta en el Código de Hammurabi (1760 AC), el Éxodo y el Antiguo Testamento. En la novela el castigo o venganza sería no idéntico sino equivalente; por eso se trataría de “ojo por diente”. Pero también nos preguntamos si Sara Zapata no hace, al mismo tiempo, con este título, un guiño hacia la obra del mismo nombre del paraguayo Rubén Bareiro Saguier, premiada en 1971 por casa de las Américas, Cuba, y que le costó a su autor años de prisión y exilio. Fue publicada en París como “Pacte du sang” y luego en Caracas, en español.

La novela de Zapata Valeije está compuesta por 37 capítulos, situada en Buenos Aires y fechada el 30 de agosto de 2001 por la narradora de la historia: Inés Irusta, una profesora de literatura que ejerce su labor docente en un instituto de arte de un pueblo de provincia. Escrita en primera persona, la protagonista vuelve sobre el pasado 20 años atrás. Este ejercicio de la memoria nos ubica en la época de la dictadura, en las angustias vividas en el pueblo y la desaparición de su única sobrina, Leticia y la posterior muerte de su hermana, la madre de la joven. Se produce una crisis de identidad, abandona la literatura, regala los libros y se dedica a un voluntariado en enfermería en un hospital público. Surge una posibilidad de canalizar su venganza cuando la mujer del general Laredo, un hombre perverso y malévolo, le solicita que cuide a su marido enfermo. Después de un tiempo empieza a tramar sus “ordalías” como ella las denomina, un término proveniente de la legislación jurídica vigente hasta fines de la Edad Media en Europa. También llamadas “Juicios de Dios”, dictaminaba de manera primitiva, la inocencia o culpabilidad de una persona acusada de pecar o quebrantar las normas jurídicas. Existían distintos tipos de ordalías: la del hierro candente, en las que el acusado debía exhibir la ausencia de quemaduras para probar su inocencia, la del agua, y menos común, la del envenenamiento. Tanto la referencia a la ley del talión (aunque atenuada) y a la ordalía, nos remiten en esta novela a leyes antiguas y primitivas de hacer justicia y como bien precisa Foucault, a una particular relación entre el hombre y la forma de conocer la verdad.

Durante ejercicio de sus clases Inés Irusta pensaba que la literatura era lo único que parecía tener sentido, orden y coherencia. Cuando sobreviene la dictadura los textos de la tragedia griega adquieren un significado que no podía ser encerrado entre las tapas de un libro.

El verdadero poder es el de la literatura, que permite leer “lo real” en textos de cinco siglos AC y resignificar antiguas palabras y situaciones con hechos del presente. La lectura de los clásicos, como bien afirmara Italo Calvino, es una actividad que no se agota sino que invita siempre a renovadas relecturas. Sin embargo Inés clausura su profesión y se aparta de los libros aunque no pueda alejarse de continuas referencias a las palabras de escritores, como son las de Olga Orozco y Thomas Mann.

Ojo por diente es una novela que si bien sitúa vicisitudes, angustias y temores en un pequeño pueblo santafesino, éste funciona como metonimia del país en un momento conflictivo de nuestra historia. Sara Zapata Valeije recrea un verosímil y emplea la parodia con un lenguaje certero que merece las distinciones que ha recibido.

(*) Doctora en Letras, profesora de la Universidad Nacional de Rosario y Coordinadora del “Espacio de la Memoria” en la Facultad de Humanidades y Artes( UNR).


La novela Ojo por diente, que mereció la primera mención del Premio Clarín 2005, de la escritora reconquistense Sara Zapata Valeije, constituye la cuarta entrega de las “Las 4 Estaciones de la Palabra” que propone la Editorial Palabrava, que ya ha publicado obras de Enrique Butti, Alicia Barberis y Carlos Morán que fueron distribuidas con el diario El Litoral.