mesa de café

La hora de las cacerolas

Remo Erdosain

  • Llovió toda la noche. Según los informes oficiales, en unas cuatro horas cayeron más de ciento sesenta milímetros. No obstante ello estamos reunidos en el café. No hace frío pero está destemplado. Fieles a la leyenda de Sarmiento, no faltamos al café ni siquiera cuando llueve. Tampoco dejamos de discutir. Abel abre juego diciendo que cayó la misma cantidad de agua que en Buenos Aires y La Plata, pero sin embargo, las tragedias no se repitieron.

-Esto demuestra que el gobierno está haciendo las cosas bien.-concluye.

-No tomen agua con anticipación que se pueden ahogar -refuta José- y digo esto porque en primer lugar no se pueden comparar situaciones distintas.

-¡Claro que no se pueden comparar! -replica Abel-, en La Plata gobierna el sinvergüenza de Bruera y en Santa Fe gobierna Corral.

-Lo de sinvergüenza corre por tu cuenta.

-¿Qué otra cosa se puede decir de un intendente que tiene la desfachatez de mentir inventando una presencia y una solidaridad que nunca existió y que, descubierto, ni siquiera tiene el decoro de renunciar?.

-Ustedes son rápidos para pedir renuncias.

-Y ustedes son rápidos para otras cosas -tercia Marcial.

-Lo de La Plata fue una desgracia provocada por la naturaleza que estamos tratando de arreglar.

-Con los nenes rentados de La Cámpora -agrego.

-Con la militancia, es verdad, pero también con decisiones de gobierno; todos los ministerios están movilizados para la solidaridad.

-Si fueran responsables en serio -señala Marcial- deberían haberse anticipado a los hechos tomando medidas de prevención.

-¿Como se anticipó tu amigo Reutemann? dispara José.

- A mí me da lo mismo uno u otro -interviene Abel- pero lo seguro en todos los casos es que ninguno de estos gobernantes supo prever y mucho menos dar respuestas satisfactorias a la tragedia.

-Convengamos -digo- que los problemas del Estado son serios y vienen de larga data.

-Puede ser verdad- admite Abel- pero los Kirchner hace diez años que están en el poder y durante todo ese tiempo hubo crecimiento a tasas chinas...entonces pregunto: ¿nunca se les ocurrió invertir en infraestructura para garantizar la seguridad de los ciudadanos que pagan impuestos?

-Nunca se les ocurrió -enfatiza Marcial- porque es más fácil repartir porotos rápido y de manera irresponsable que tomar medidas de mediana y larga duración que exigen grandes esfuerzos e inversiones y no despiertan el entusiasmo entre la masa.

-Seguramente esas fueron las consideraciones que tuvo presente Reutemann cuando dejó inundar a la ciudad de Santa Fe -ironiza José.

-Decí lo que quieras de Reutemann -reacciona Marcial-, pero a las pocas semanas de la inundación hubo elecciones en la provincia y los inundados lo votaron con mas entusiasmo que antes, de lo que deduce que tan mal no debe haber estado. Quisiera saber si en La Plata a Bruera lo van a votar con el mismo entusiasmo.

-Lo que pasa es que el pueblo nunca se equivoca -digo sonriendo- y esto que ocurrió en Santa Fe lo demuestra una vez más.

-El pueblo no se equivoca en muchas cosas y en las otras no le importa. Así son las democracias que nos toca vivir reflexiona Marcial.

-¿A qué te referís cuando decís que no le importa? pregunta Abel.

-¿Querés un ejemplo práctico y actualizado? La reforma judicial, que es una verdadero asalto al poder, un avance del Poder Ejecutivo en dirección a la dictadura y sin embargo no es un tema que el pueblo soberano le haga perder el sueño.

-¿Estás seguro? pregunto.

-En toda la línea. En las sociedades que vivimos el pueblo quiere que le den de comer o que le regalen televisores y equipos de música para escuchar cumbia de la mañana la noche, y a la clase media que la dejen salir de vacaciones todos los fines de semana y le abran créditos. Lo demás le importa un pito.

-Yo a veces me pregunto -interrumpe José- qué hago sentado con semejantes gorilas.

-Pero no es la única pregunta que deberías hacerte -añade José- también deberías preguntarte si una democracia en serio puede coexistir con un Poder Judicial corporativo, desbordado de privilegios, ineficiente y que a la único que se dedica es a bloquear al gobierno.

-Ustedes lo que no quieren -responde Abel-. es que los controlen, que les pongan límites; quieren reformar la Justicia y el juez modelo que ofrecen a cambio se llama Oyarbide.

-No le des tantas vueltas -expresa Marcial- lo que quieren hacer es lo mismo que hicieron en Santa Cruz.

-No muy diferente a lo que hizo Reutemann en Santa Fe.

-Reutemann no reformó la Constitución y mucho menos implantó la reelección indefinida.

-Porque no lo dejaron.

-Por lo que sea, pero no lo hizo.

-Bromas al margen -digo- me parece grave que el gobierno decida ir por todo en materia judicial. Si lo logra estamos en los umbrales de la dictadura.

-Y te quedás corto -acota Abel-, yo creo que traspasamos los umbrales y nos internamos en el territorio de los regímenes totalitarios.

-No sé porqué se quejan tanto -insiste José- es un proyecto de ley que debería ser aprobado por el Congreso, es decir, que si sen sanciona se hace respetando todos los procedimientos democráticos.

-Con tu razonamiento Hitler sería también un demócrata porque llegó al poder con elecciones y las leyes que sancionó contaron con apoyo parlamentario.

-Ustedes son muy rápidos para comparar al peronismo con el fascismo -reprocha José.

-¿Y con quién querés que lo comparemos -responde Marcial-, con el Partido Liberal de Noruega?

-A mí lo que me sorprende -digo- es la fidelidad que el peronismo mantiene con su propia historia. Cada vez que llega al poder intenta perpetuarse, manipular la Constitución, reducir al Congreso a una escribanía, liquidar la Corte Suprema de Justicia y amordazar a la prensa opositora. Lo hicieron en 1945, lo hicieron en tiempos de Isabel, lo hicieron con Menem y ahora lo hacen con la señora.

-Es verdad. Lo que no se les puede reprochar es que no sean fieles a sí mismos.

-En todo caso -apunta Abel- a quien hay que hacerle reproches es a la oposición que siempre termina ensartada, que nunca se anima a decir lo que hay que hacer.

-Yo creo que algo se está haciendo -dice Abel.

-Yo creo -afirma Marcial- que hay que parar al país como en 2008 y sacar a la gente a la calle como el pasado ocho de noviembre. Si queremos ponerle límites a la dictadura que se viene es hora de que las cacerolas empiecen a repicar en todo el país.

-No comparto -responde airado José.

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