mesa de café
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La hora de las cacerolas
Remo Erdosain
-Esto demuestra que el gobierno está haciendo las cosas bien.-concluye.
-No tomen agua con anticipación que se pueden ahogar -refuta José- y digo esto porque en primer lugar no se pueden comparar situaciones distintas.
-¡Claro que no se pueden comparar! -replica Abel-, en La Plata gobierna el sinvergüenza de Bruera y en Santa Fe gobierna Corral.
-Lo de sinvergüenza corre por tu cuenta.
-¿Qué otra cosa se puede decir de un intendente que tiene la desfachatez de mentir inventando una presencia y una solidaridad que nunca existió y que, descubierto, ni siquiera tiene el decoro de renunciar?.
-Ustedes son rápidos para pedir renuncias.
-Y ustedes son rápidos para otras cosas -tercia Marcial.
-Lo de La Plata fue una desgracia provocada por la naturaleza que estamos tratando de arreglar.
-Con los nenes rentados de La Cámpora -agrego.
-Con la militancia, es verdad, pero también con decisiones de gobierno; todos los ministerios están movilizados para la solidaridad.
-Si fueran responsables en serio -señala Marcial- deberían haberse anticipado a los hechos tomando medidas de prevención.
-¿Como se anticipó tu amigo Reutemann? dispara José.
- A mí me da lo mismo uno u otro -interviene Abel- pero lo seguro en todos los casos es que ninguno de estos gobernantes supo prever y mucho menos dar respuestas satisfactorias a la tragedia.
-Convengamos -digo- que los problemas del Estado son serios y vienen de larga data.
-Puede ser verdad- admite Abel- pero los Kirchner hace diez años que están en el poder y durante todo ese tiempo hubo crecimiento a tasas chinas...entonces pregunto: ¿nunca se les ocurrió invertir en infraestructura para garantizar la seguridad de los ciudadanos que pagan impuestos?
-Nunca se les ocurrió -enfatiza Marcial- porque es más fácil repartir porotos rápido y de manera irresponsable que tomar medidas de mediana y larga duración que exigen grandes esfuerzos e inversiones y no despiertan el entusiasmo entre la masa.
-Seguramente esas fueron las consideraciones que tuvo presente Reutemann cuando dejó inundar a la ciudad de Santa Fe -ironiza José.
-Decí lo que quieras de Reutemann -reacciona Marcial-, pero a las pocas semanas de la inundación hubo elecciones en la provincia y los inundados lo votaron con mas entusiasmo que antes, de lo que deduce que tan mal no debe haber estado. Quisiera saber si en La Plata a Bruera lo van a votar con el mismo entusiasmo.
-Lo que pasa es que el pueblo nunca se equivoca -digo sonriendo- y esto que ocurrió en Santa Fe lo demuestra una vez más.
-El pueblo no se equivoca en muchas cosas y en las otras no le importa. Así son las democracias que nos toca vivir reflexiona Marcial.
-¿A qué te referís cuando decís que no le importa? pregunta Abel.
-¿Querés un ejemplo práctico y actualizado? La reforma judicial, que es una verdadero asalto al poder, un avance del Poder Ejecutivo en dirección a la dictadura y sin embargo no es un tema que el pueblo soberano le haga perder el sueño.
-¿Estás seguro? pregunto.
-En toda la línea. En las sociedades que vivimos el pueblo quiere que le den de comer o que le regalen televisores y equipos de música para escuchar cumbia de la mañana la noche, y a la clase media que la dejen salir de vacaciones todos los fines de semana y le abran créditos. Lo demás le importa un pito.
-Yo a veces me pregunto -interrumpe José- qué hago sentado con semejantes gorilas.
-Pero no es la única pregunta que deberías hacerte -añade José- también deberías preguntarte si una democracia en serio puede coexistir con un Poder Judicial corporativo, desbordado de privilegios, ineficiente y que a la único que se dedica es a bloquear al gobierno.
-Ustedes lo que no quieren -responde Abel-. es que los controlen, que les pongan límites; quieren reformar la Justicia y el juez modelo que ofrecen a cambio se llama Oyarbide.
-No le des tantas vueltas -expresa Marcial- lo que quieren hacer es lo mismo que hicieron en Santa Cruz.
-No muy diferente a lo que hizo Reutemann en Santa Fe.
-Reutemann no reformó la Constitución y mucho menos implantó la reelección indefinida.
-Porque no lo dejaron.
-Por lo que sea, pero no lo hizo.
-Bromas al margen -digo- me parece grave que el gobierno decida ir por todo en materia judicial. Si lo logra estamos en los umbrales de la dictadura.
-Y te quedás corto -acota Abel-, yo creo que traspasamos los umbrales y nos internamos en el territorio de los regímenes totalitarios.
-No sé porqué se quejan tanto -insiste José- es un proyecto de ley que debería ser aprobado por el Congreso, es decir, que si sen sanciona se hace respetando todos los procedimientos democráticos.
-Con tu razonamiento Hitler sería también un demócrata porque llegó al poder con elecciones y las leyes que sancionó contaron con apoyo parlamentario.
-Ustedes son muy rápidos para comparar al peronismo con el fascismo -reprocha José.
-¿Y con quién querés que lo comparemos -responde Marcial-, con el Partido Liberal de Noruega?
-A mí lo que me sorprende -digo- es la fidelidad que el peronismo mantiene con su propia historia. Cada vez que llega al poder intenta perpetuarse, manipular la Constitución, reducir al Congreso a una escribanía, liquidar la Corte Suprema de Justicia y amordazar a la prensa opositora. Lo hicieron en 1945, lo hicieron en tiempos de Isabel, lo hicieron con Menem y ahora lo hacen con la señora.
-Es verdad. Lo que no se les puede reprochar es que no sean fieles a sí mismos.
-En todo caso -apunta Abel- a quien hay que hacerle reproches es a la oposición que siempre termina ensartada, que nunca se anima a decir lo que hay que hacer.
-Yo creo que algo se está haciendo -dice Abel.
-Yo creo -afirma Marcial- que hay que parar al país como en 2008 y sacar a la gente a la calle como el pasado ocho de noviembre. Si queremos ponerle límites a la dictadura que se viene es hora de que las cacerolas empiecen a repicar en todo el país.
-No comparto -responde airado José.