El papa Francisco: un Bergoglio auténtico

Su paso por Santa Fe, como maestrillo en el Colegio de la Inmaculada Concepción, dejó huella en aquellos alumnos que cursaban sus últimos años de estudio. El vínculo nacido en aquellas clases de Literatura se mantuvo y hoy, casi 50 años después, algunos recuerdan la sencillez de aquel joven jesuita que, convertido en sumo pontífice hace exactamente un mes, sorprende al mundo.

TEXTO. NANCY BALZA. FOTOS. GENTILEZA DE LOS ENTREVISTADOS Y PUBLICACIONES DEL COLEGIO INMACULADA.

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Paoli, Rodríguez Strada, Gervasini, Risso Patrón y Esterellas, algunos de los egresados de la Inmaculada (año 1965) que siguieron sosteniendo un importante vínculo con Bergoglio. foto: mauricio garín

Es probable que cuarenta y nueve años atrás, Santa Fe haya dejado su marca en un, por entonces, muy joven Jorge Bergoglio que llegaba, en calidad de maestrillo, a impartir clases de Literatura en el Colegio de la Inmaculada Concepción. Es posible que con poco más de diez años por encima de sus alumnos, aquel hombre delgado y de voz calma haya tenido que poner a prueba su paciencia frente a un grupo de adolescentes en sus últimos años de cursado. Pero lo que si es seguro es que su presencia, sus clases y su acompañamiento espiritual marcó a una generación de jóvenes que a los 16 años conoció a quien se convertiría en el primer papa argentino.

Pasaron muchas cosas entre un momento y otro. Bergoglio permaneció en la Inmaculada por dos años; luego continuó su carrera de sacerdote, fue Provincial de los jesuitas, obispo y cardenal, antes de ser electo por sus pares como el líder espiritual de 1.200 millones de católicos diseminados por todo el mundo. Aquellos jóvenes alumnos también siguieron con sus vidas, se casaron, formaron sus familias, estudiaron diferentes carreras y mantuvieron encuentros periódicos para recordar otros tiempos y sostener una amistad forjada en las intensas jornadas de clase, de lunes a sábado (y el domingo a misa). Pero lo que no cambió en casi cinco décadas entre uno y otros fue el vínculo que se mantuvo entre aquel maestrillo -ahora Papa- y sus alumnos; una cálida relación alimentada con mensajes, llamados telefónicos y cartas que acompañaron cada acontecimiento vital y que terminaban con un mensaje que por estos días puede sonar novedoso pero que para ellos es bien conocido: “recen por mi”.

Jorge Esterellas, Reinaldo Gervasini, Carlos Rodríguez Strada, Juan Luis Paoli y Gustavo Risso Patrón son algunos de los egresados de la promoción 1965 del Colegio y se muestran dispuestos a “dar testimonio” de que “todo lo que se ve es lo que realmente existe”, y que los gestos de humildad y sencillez de Francisco que hoy sorprenden a muchos son los mismos que sostuvo, por convicción, durante toda su vida.

UNA HUELLA IMBORRABLE

A los ex alumnos de la Inmaculada que dialogaron con Nosotros, la elección de Bergoglio como el nuevo Pontífice, al cabo de un interminable humo blanco saliendo por la chimenea de la Capilla Sixtina, los encontró en diferentes circunstancias, pero a todos los tomó por sorpresa. Y los emocionó. “¿Será?”, se preguntó Esterellas cuando escuchó la novedad pronunciada en latín por el cardenal protodiácono francés Jean Louis Tauran. “Cuando inmediatamente detrás de él apareció Bergoglio me largué a llorar”. No era para menos: el hombre que había marcado su vida y la de sus amigos era ahora el Papa. “Todavía lo veo en la tapa de los diarios y no puedo creerlo; no es que me resista -aclara- es que fue una sorpresa”.

“En estos días hicimos un curso acelerado de Vaticano”, dice. Pero hay cosas que él y la gente que conoce bien a Bergoglio ya sabían: “es una persona muy sencilla; es cierto que siendo cardenal primado de la Argentina viajaba en colectivo y en subte; tiene un reloj de plástico y usa unos zapatos que demuestran que para él las cosas materiales no tienen ninguna importancia”. “Es humilde hasta el punto en que nosotros, cuando lo nombraron obispo y después cardenal, no sabíamos cómo hablarle, y él quería que le digan padre Jorge”. Y lo confirma otra de sus conocidas frases: “no te la creas”.

Risso Patrón coincide en que “nos marcó para toda la vida” y sostiene que esa cualidad habla de cómo es una persona, “porque no es fácil que a un grupo de adolescentes los marquen de esa manera. Eso hace que uno mismo se sienta más comprometido”. En su caso, se enteró por los medios de la designación : “Fue una sorpresa, porque si bien en lo más íntimo pensaba que podía ser él, también valoraba todas las posibilidades en contra. Cuando supe de la noticia me emocioné muchísimo y hasta hoy lo siento así. No es lo mismo ser amigo del presidente cuando uno es del mismo partido o trabaja para ese gobierno, que ser amigo del Papa es de una importancia que uno no alcanza a dimensionar: el Papa estuvo conmigo, me dio al bendición, me escribió una carta, me habló por teléfono”, grafica.

“Además, el sentimiento se agiganta por la cercanía que hemos tenido durante esos años en el colegio y que no se perdió con el tiempo”, aporta Rodríguez Strada. En efecto, el grupo coincide en que tanto ellos como otros miembros de la promoción ‘65 se siguieron encontrando con Bergoglio en Buenos Aires y siempre fueron muy bien recibidos. “Eso nos da una emoción mayor y, además, todas las actitudes que tiene (Francisco) en el inicio de su pontificado están indicando la humildad y la sencillez que tiene para con nosotros y para con todo el mundo”.

Paoli recuerda el “cambio radical” que Bergoglio inició en la formación de sus alumnos mientras permaneció en el Colegio, sobre todo en la asignatura que tenía a su cargo. “Nos cambió la forma de estudiar, nos mandó a investigar y a leer. Nos entregaba libros a cada uno para que hagamos síntesis y analicemos, y los presentemos en clase. Los mismos compañeros nos tenían que evaluar y a la vez contar qué aprendieron de esa experiencia”. En su caso, fue también su director espiritual, por lo que el vínculo adoptó una dimensión aún más profunda.

SIN IMPOSTACIONES

“Recen por mi”, la expresión que ya se convirtió casi en un lema de Francisco, encuentra su raíz en muchos años atrás. Así lo cuenta Gervasini, para quien no hay dudas de que “lo que se ve es lo que vivimos, lo que nos enseñó. La formación que nos dio y el impacto que dejó se ve reflejado en la actitud que tiene cada uno. Somos unos bendecidos porque podemos decir que todo lo que ahora se está descubriendo no es nuevo”.

Todos coinciden en que, como profesor de Literatura, les “abrió la cabeza a muchos”. Los cambios fueron personales pero también se tradujeron en algunas transformaciones concretas y tangibles que recuerdan ahora: “los internos dejaron de estar bajo llave en sus dormitorios, se inició una comunicación entre los alumnos externos (que residían en Santa Fe) y los internos, que eran los chicos del interior y del campo, y empezamos a hacernos amigos. Además, comenzó una mayor apertura hacia la comunidad”.

Esterellas recuerda un detalle llamativo: “Bergoglio tenía bajo su tutela a muchos alumnos, pero eso no era un límite para que nos conociera a cada uno con nuestros detalles de personalidad, tanto si se era retraído como extrovertido. Es decir que a la docencia le prestaba mucha atención porque no solo se trataba de enseñar, sino también de conocer al alumno”.

Como se dijo, el vínculo entre Bergoglio y los egresados de la promoción ‘65 del Colegio fue estrecho y se mantuvo con los años. El último encuentro fue en 2010, cuando los recibió en Buenos Aires - a ellos y sus familias- con una misa en la que recordó, uno por uno, a quienes formaban parte del curso y ya fallecieron.

Ahora esperan la ocasión para volver a verlo, ya como Francisco, aunque con la certeza de que sigue siendo el mismo Jorge Bergoglio que conocieron casi cincuenta años atrás.

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El último encuentro de integrantes de la promoción 1965 del Colegio de la Inmaculada Concepción con Jorge Bergoglio, en Buenos Aires, en 2010.

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Imagen conocida: un joven Bergoglio, rodeado de libros, iniciaba su trabajo en Santa Fe.

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El estímulo que Bergoglio dio a los jóvenes literatos del Colegio quedó plasmado en una publicación que contiene 14 relatos y el prólogo de Borges.

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Un año antes de egresar, ALUMNOS de la promoción ‘65 del Colegio de la Inmaculada, cuando integraban la 5º división B.

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Jorge Bergoglio con Jorge Luis Borges, en el colegio Inmaculada en 1965.